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domingo, noviembre 05, 2006

FECAL & COMPANY CONTRA EL PUEBLO

Comentario: Les recomiendo esta nota que sale hoy en EL PROCESO en su edición dominical. Me parece que debemos ponernos las pilas y aprovechar este momento histórico, que como sabemos como líder tenemos a AMLO, pero el soporte de AMLO no es ni el PRD, ni el PT, ni Convergencia, no serán más los partidos (sean del color que sean) los que sacarán a flote el país. SEREMOS NOSOTROS LOS CIUDADANOS, EL PUEBLO, INCLUSO A TRAVÉS DE LOS PARTIDOS, QUIZÁS LO SEA MÁS POR MEDIO DE LA LUCHA SOCIAL, NOSOTROS SEREMOS LOS QUE TEJEREMOS JUNTOS LA NUEVA HISTORIA DE MÉXICO. Saludos a todos.

LA LUCHA DEL PUEBLO

Enrique Maza



México parece estar cada vez más lejos de encontrar una expresión política para sus problemas sociales y de elaborar una política de reformas verdaderas y profundas para solucionarlos. Juárez, en su lucha contra los conservadores -hoy neo liberales- y los intereses extranjeros -que nos siguen exprimiendo, a través del mercado-, tuvo la convicción de que el pueblo mexicano lucharía siempre por sus derechos y su libertad.

El pueblo de Oaxaca, tierra de Juárez, ha conservado y revivido esa convicción de lucha, ante la incompetencia autoritaria del gobierno para elaborar una política fundada en los derechos democráticos y en la más elemental justicia; no en el cinismo, en la violencia, en la mentira constante y en una hipócrita cobardía. Vivimos en el deterioro del sistema político y en el abandono de una transformación social indispensable e impostergable, como la que hace falta en Oaxaca, tierra de hambre, de olvido y de represión violenta.

El movimiento de Oaxaca es legítimo y ha sido deliberadamente pacífico contra un gobernador impuesto, incapaz y violento. Pero los intereses políticos sucios se impusieron. Hace ya buen tiempo que las instituciones dejaron de servir para dar solución a las demandas sociales: empleo, salarios dignos, alimentación, tierra, justicia y un largo etcétera donde hoy prevalecen hambre, enfermedad y migración.

Hay una ruptura entre el Estado y la realidad. Y han querido parcharla con la mentira, con la hipocresía y con la represión de los movimientos y de las protestas sociales que no se integran al sistema político. Pero ya surgen los movimientos populares, como el zapatista y la APPO, que significan el surgir de la esperanza. Se suman los maestros de Michoacán.

Por el otro lado, la política -que ya no es de partidos, sino de intereses- no sabe cómo manejar un movimiento popular y pacífico de protesta legítima, si no es con la propaganda mentirosa que lo ensucia -las campañas de odio- y la represión de siempre que, al parecer, es lo único que los políticos saben hacer frente al pueblo. Vuelven tercamente a lo mismo, al intento de explicar y dominar la realidad sólo a partir de sus intereses personales de dinero y de poder, mientras cacarean su dedicación al pueblo y su devoción por la justicia social. Tratan de hacemos entender nuestra realidad desde algún supuesto sistema doctrinal que encubre el rechazo sistemático de los derechos del pueblo y la cancelación, sexenio tras sexenio, de lo que nunca convierten en realidad: empleos bien remunerados, la tierra para el campesino, la posibilidad de comer bien todos los días. Y así sin término. El poeta mexicano Enrique González Martínez lo dijo así, en su Diluvio de fuego: "Traicionásteis la vida / creyendo que era buena sólo para cantarla, / y la mentira en triunfo / entró con sus banderas desplegadas... y entonásteis el himno de la inocencia y de la gracia." El rechazo sistemático y a priori de las necesidades y de los derechos del otro -fundamentalmente del pueblo empobrecido-, y la defensa a ultranza del enriquecimiento personal y de clase, se convertido en los elementos funcionales para la toma de conciencia de la identidad política; en consecuencia, para la dirección del quehacer político. Se trata de dominar y asegurar el poder económico, político y social, para reestructurar a la sociedad acuerdo con las convicciones doctrinarias del grupo en el poder. En otras palabras acabar con la Revolución Mexicana y con lo que quede de su ideología, para reconfigurar a la sociedad y esconder sus intenciones bajo el manto de un discurso que recubra la verdad de los hechos y de las cosas con las justificaciones mentirosas de una derecha neo liberal y católica. Este parece ser el nuevo ciclo de nuestra historia. ese contexto, su política, su economía y su religión obligan a reprimir y castigar a los insumisos de Oaxaca.

Usan el lenguaje para esconder la realidad y su responsabilidad. Basta leer las patéticas declaraciones de Felipe Calderón sobre Oaxaca. Por ejemplo, dijo que el uso de la fuerza pública, el estado de derecho y la preservación del orden público son funciones primarias y esenciales de todo gobierno; sólo así los ciudadanos pueden vivir seguros con plena integridad física y patrimonial.

Eso dijo. ¿Qué tanto es el patrimonio de los oaxaqueños que viven en los municipios que constituyen 42% de los más pobres del país? Oaxaca ocupa, entre los estados de la República, el lugar 31 en acceso a los servicios médicos, el primero en mortalidad y el segundo en mortalidad infantil; el último lugar de la República en disponibilidad de servicios básicos yagua potable; tercer lugar en población analfabeta (más de 13% de su población total); cuarto lugar en deserción escolar primaria. Y estos son sólo algunos datos.

¿Conoce Calderón la realidad trágica de Oaxaca? ¿A qué seguridad patrimonial de los oaxaqueños se refiere? ¿Se está burlando? ¿Sabe de qué habla, o habla para ocultar la realidad con su discurso, como están haciendo los políticos? Dice que en primer lugar está Oaxaca. Oaxaca es una abstracción; los oaxaqueños son la realidad, una reali. dad hiriente que está entre el 60% más pobre del país. Si sabe ese dato, Calderón, ¿por qué lo oculta? Avalar la permanencia de Ulises Ruiz es avalar que se siga reprimiendo y exprimiendo el supuesto patrimonio de los más pobres del país. Si así va a ser su gobierno, estamos fritos.

Por eso son tan importantes el movimiento oaxaqueño de la APPO, el zapatismo, el apoyo de los maestros de Michoacán, la toma del Zócalo y del Paseo de la Reforma contra el fraude electoral y todos los movimientos populares no violentos que han surgido y van a surgir. No es posible ni humano que sigamos soportando el gobierno de élites neoliberales autóctonas apoyadas y dirigidas por la economía neoliberal globalizada. Hace falta esta radicalidad política popular, esta decisión inquebrantable y pacífica que le permita al pueblo escapar de su situación de pobreza y de sumisión, para hacer realidad un modelo de auténtica transformación social. Y más frente al cinismo priista y, sobre todo, a la soberbia panista, finalmente en el poder, que se pretende dueña de la verdad y que lleva a Dios amarrado a su desquite, a su avaricia y a su prepotencia.

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