Sin retorno.
jorge carrasco araizaga.
México, D.F., 28 de agosto (apro).-
Nadie cede. Ni lo hará después de las decisiones que tome el Poder Judicial. Andrés Manuel López Obrador hace varias semanas que se embarcó en un viaje sin retorno. Felipe Calderón hace casi dos meses que se atrincheró en el viejo presidencialismo autoritario, que lo único que le garantiza es el derrumbe o por lo menos la exacerbación.Y el presidente Vicente Fox –nada nuevo– sigue en el extravío al que lo llevó su incomprensión de lo que significaba sentar las bases de un nuevo régimen democrático.Por eso, lo que decida el Poder Judicial en los próximos días de poco servirá para resolver de fondo la crisis político electoral en que derivó la elección del 2 de julio.Y, sin embargo, lo que hagan o dejen de hacer el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) y la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), dos de los tres órganos del Poder Judicial, será determinante para el cauce que pueda tomar la crisis.
En los próximos días, los 11 ministros que integran el pleno de la SCJN habrán de decidir si le dan entrada a la solicitud para que el máximo tribunal, en virtud del artículo 97 de la Constitución, investigue si hubo violación al voto público durante el proceso de la elección para presidente.Además del sonado y criticado rechazo del presidente de la Corte, Mariano Azuela, otros cuatro magistrados asumieron ya una posición de bloque para impedir que la Corte se meta en el proceso electoral.
Pero la mayoría, seis ministros, ha dejado abierta la posibilidad para que la Suprema Corte discuta el tema, y en esa medida podría definir el papel que en el futuro debe tener el máximo tribunal en los procesos electorales.En forma simultánea, los siete magistrados de Sala Superior del TEPJF concluirán los más de 300 de juicios de inconformidad presentados por la coalición Por el Bien de Todos y el PAN por las irregularidades ocurridas durante la jornada electoral.
Establecerá una nueva sumatoria de los resultados de la elección presidencial una vez hecho el recuento en el nueve por ciento de las casillas, tomando en cuenta los errores o dolo que hubo al momento de llenar las actas y la anulación de casillas si la diferencia encontrada con el nuevo cómputo es determinante para el resultado.
Como resultado de esa revisión cuantitativa se dirá quién ganó la elección presidencial. Pero aún estará pendiente la revisión de la cuestionada calidad del proceso electoral. La ratificación del candidato del PAN como presidente o una eventual sumatoria que le dé el triunfo a López Obrador provocará un sentido de despojo en una buena parte del electorado, ya por un alegado fraude, ya por presiones callejeras.
Urgidos de que se le reconozca la victoria al candidato oficial, el PAN y el presidente de la República, apoyados en su poderoso aparato propagandístico, buscarán obviar la etapa de la calificación del proceso. Sus argumentos serán los de siempre: que se trató de una elección justa y equilibrada. En esa circunstancia, López Obrador insistirá en que, ante la estrechez del resultado final, de haberse abierto todos los paquetes electorales para contar voto por voto, el cómputo seguramente les habría sido favorable.
Por el contrario, si la nueva proyección de resultados le diera el triunfo al candidato de la coalición, los panistas alegarían que los magistrados habrían cedido a las presiones de López Obrador en las calles.Entre los juristas prevalece el criterio de que, ante situaciones extraordinarias, se deben dar soluciones ordinarias.Pero lo que vivimos desde la noche del 2 de julio es algo más que extraordinario.
Es la manifestación de la caída del sistema presidencial mexicano creado a principios del siglo pasado y que no se ajusta a la dinámica de una sociedad del siglo XXI.Por eso es posible pensar en una solución extraordinaria que, en la práctica, significa anular la elección presidencial y pavimentar el camino para una presidencia interina encargada de organizar una nueva elección presidencial, pero sin los vicios de la pasada.
Acotaría además los tiempos de un nuevo pacto político para un presidencialismo democrático.En las oficinas de los magistrados, la eventualidad de la anulación de elección no está del todo descartada. Para algunos actores políticos, es el mal menor. Para otros, el inicio del caos.
El caos aparece también en un escenario en el que Calderón sea ratificado, pues López Obrador ya quemó sus naves en búsqueda de una refundación de la vida política mexicana.Del otro lado, un gobierno panista instalado en los escombros del presidencialismo priista, echará mano de la fuerza para enfrentar una oposición reducida pero suficiente para la inestabilidad política.En ese caso, la vía institucional estará rebasada. Por eso, si el PRI y el PAN pretenden por la vía de los hechos confinar al PRD como tercera fuerza política del país y no la segunda que ahora es en el Congreso, lo único que harán es embarcarse también en el camino sin retorno.
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lunes, agosto 28, 2006
DESPUÉS DEL FALLO...EL CAMINO SIN RETORNO.
Publicadas por Armando Garcia Medina a la/s 8:52 p.m.
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