LÓPEZ OBRADOR TIENE UNA OPORTUNIDAD DE ORO.
Escrito por CONRADO FARÍAS SEGUNDO.
28-08-2006
México puede llevar a cabo su propia reconstrucción con base en la participación pacífica y legal del ciudadano de partido o sin partido político. Los únicos que no atenderían el llamado a la reconstrucción, serían pequeños estratos de los partidos políticos, de los empresarios, de los funcionarios públicos, de los jerarcas católicos políticos, y de la sociedad civil. Pequeños estratos pero muy poderosos y muchos de ellos, con toda la maldad en su alma como Fernández de Cevallos.
Obviamente tampoco participarían los que trafican con la droga, la prostitución el secuestro, el robo y todos los otros males que aquejan a toda sociedad de cualquier país del mundo, porque sus ganancias vienen del caos en que se encuentra el país. Por eso pueden matar a policías y encajar con toda calma sus cabezas en el enrejado de instalaciones públicas. Al único que no le conviene el caos es al pueblo. Como no le conviene un Estado policíaco o militarizado. A los que no atenderían un llamado para reconstruir el país, sí les conviene el desorden, la confusión y el soldado en las calles. Por eso lo aconsejan por medio de sus loros de radio y televisión. Si no, solo escúchelos cuando hablan de la violencia, lo único que les mandan que digan es: más policías, el ejército a las calles y mano dura. Pero las mayorías apoyarían un movimiento pacífico y legal para reconstruir al país.
¿Reconstruir?
¿Está destruido? Sí. México es un país en ruinas. En estos tiempos se sostienen de pie las ruinas, como edificios encorvados recargados en los troncos de dos árboles: el de las remesas de nuestros hermanos que trabajan en Estados Unidos y el del precio del petróleo. Con la ausencia de esos dos ingresos, México se derrumba.
No se derrumban los millonarios, ni los que tienen medianos recursos económicos, se derrumba como está derrumbado un país en el que no hay empleo ni comida ni escuelas. México es un país inmensamente rico. Aún cuando ya se dilapidó gran parte de sus riquezas como la plata y el oro, el territorio tiene para que cada mexicano viva no solo sin la más mínima preocupación económica, sino para que todos (sí, todos) puedan darse una vida como la que se da la clase media alta de cualquier país de lo que gustan llamarse primer mundo.
Son muchos los países en mala situación. Son países que habitan un territorio riquísimo y que sus habitantes viven como animales. Muchas de las veces su riqueza se basa en algún producto o en una diversidad exuberante. En el primer caso están los países petroleros árabes y el país africano que tiene la mayor riqueza en diamantes. En el segundo caso, están los países de centro y Sudamérica. Sólo por citar algunos ejemplos. Las mayorías viven mal en esos países, es en donde hay muchos que viven como animales. Como es sabido que vivían a fines del siglo XIX los mineros de diamantes en Sudáfrica.
Nuestros mineros de Pasta de conchos tienen salario sí, pero de esclavos. Como de esclavos son las prestaciones, la atención médica y el trato déspota. Los muertos de Pasta de Conchos en Coahuila no movieron la más mínima fibra del corazón del empresariado del Grupo México.
Un país así requiere ser reconstruido. Un país que es traicionado por su presidente y por los órganos más importantes de justicia, requiere ser reconstruido. Y tiene la historia, el prestigio internacional, el pueblo y las leyes que se lo permiten por la vía pacífica y legal. López Obrador no tiene antecedentes como para compararlo con un Juárez ni con un Lázaro Cárdenas, pero tiene la oportunidad. No está nada fácil. Ni siquiera es para pensar que pueda solo. Pero si se da el fenómeno de la unidad. El milagro es posible.
También se puede dudar que la Convención Nacional Democrática obtenga los resultados necesitados. Pero es la oportunidad. López Obrador está convocando con base en los datos que tiene acerca de la decisión del Tribunal Electoral y porque se considera robado. Pero la Convención Nacional Democrática, es su oportunidad de demostrar que no es la silla presidencial su único objetivo. Y además, está en el tiempo y en el espacio en el que puede llegar a ser más grande que el López Obrador presidente de la República, porque indudablemente es incomparable un individuo que lucha por un puesto, con uno que lucha por un ideal humanista.
Conocidamente la presidencia de un país ha servido para envilecer a muchos. Es larga la lista de presidentes en el mundo que se han convertido en rateros y asesinos sin piedad. El mismo presidente de Estados Unidos es un tipo que no vale un cacahuate, ya no digamos como ser humano pensante, porque tiene frases que delatan su retraso mental, como cuando dijo que “Si no tenemos éxito, corremos el riesgo de fracasar” o “No es la contaminación la que amenaza el medio ambiente, sino la impureza del aire y del agua”. Sino que no vale como ser humano por su instinto asesino que sale a flote cuando habla de la matanza que su soldadesca está llevando a cabo en Irak.
Los que votamos por López Obrador y que pensamos que ganó las elecciones, lo queremos como presidente. Pero como luchador puede rebasarse a sí mismo. Es el momento en que convoque a todos los ciudadanos del país. A los que votamos por él y a los que no votaron pero que se han convencido que se cometió fraude. La Convención Nacional Democrática tiene que convocar a todos y darle voz y voto a todos. Marcos tiene que estar ahí porque la Convención es de todos. Marcos sostiene que las elecciones en un país son de los poderosos para los poderosos y los hechos le están dando la razón. Ahora él no participaría como comparsa sino con todo lo que trae en su morral y es un material político muy rico.
Muchos que votamos por López Obrador, votamos no por el nombre y los apellidos, sino por la alternativa que representaba. Queremos un México más justo y pensamos que ni el PRI ni el PAN tienen buenas intenciones. En este momento tememos que el Tribunal Electoral se corrompa. Es lógico pensar qué hacer en ese caso. Todavía queda una chispita de fe en la inteligencia y en la ética de los magistrados.
Y llegamos a una pregunta interesante. ¿Si nombran presidente a López Obrador, la Convención ya no tiene razón de ser? Pues claro que sí tiene razón de ser. Y si el Peje es consistente, él desde la presidencia de la República tendría la obligación de conjugar sus obligaciones institucionales, con el mandato que el conoce de viva voz, para reconstruir al país sin obstáculos por parte del funcionario, empresario, obispo o político corruptos.
Si llegan a nombrar presidente a López Obrador, tendrá que escuchar a Marcos para mandar obedeciendo. Igual en el caso de la Convención. López Obrador no necesariamente va a ser otro presidente de la República como resultado de la Convención. En ella tendrá también que mandar obedeciendo. En ambos casos el Peje tiene una oportunidad de oro para que demuestre lo que aprendió de la gente en su campaña y que la presidencia la quería y la quiere para hacer el Bien a todos.
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lunes, agosto 28, 2006
AMLO, EL PUEBLO TE QUIERE PARA MANDAR OBEDECIENDO.
Publicadas por Armando Garcia Medina a la/s 3:08 p.m.
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