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martes, julio 18, 2006

¿Y EL PRD?

Por Luis Gabriel Osejo
http://www.aye.com.mx/
Especial para el Sendero del Peje

Todavía no es el momento de entrar al tema a profundidad, pero tarde o temprano el equipo cercano de Andrés Manuel López Obrador, y él mismo, tendrán que revisar la actuación en las elecciones del Partido de la Revolución Democrática que fue punta de lanza en la Coalición por el bien de Todos que también integraron el Partido del Trabajo y Convergencia.

En Querétaro existen serias dudas acerca de la efectividad de la dirigencia estatal encabezada por Pablo González Loyola Pérez quien, acusan los propios perredistas y candidatos externos, realmente no peleó por llevarle miles de votos a su candidato presidencial sino por mantener los privilegios que le significa repartir, entre familiares y amigos, las curules y las regidurías de representación proporcional disponibles.

Lo que se desprendería de dos eventos que terminaron por repercutir en el resultado final: la pésima elección del candidato a presidente municipal, Julio César Pérez, que en el municipio sólo obtuvo 29 mil 500 votos, casi una tercera parte de los que en obtuvo formalmente AMLO el mismo municipio (83 mil) y muy lejos de los 60 mil que lograron los candidatos a diputados federales en el municipio.

De ninguna manera hubiera logrado el mismo nivel, con todo y que le sumaramos los votos de Convergencia y del Partido del Trabajo que se fueron por su lado en la elección local.

La dirigencia estatal tuvo mucho quye ver en esto sobre todo cuando se negó a seguir las órdenes giradas desde México para que registrara, en lugar de Julio César (que hace tres años como candidato a gobernador del PT solo obtuvo 5 mil 835 votos en toda la entidad), al embajador Francisco González de Cosío, sobrino del ex gobernador Manuel, quien tenía más muchísimas posibilidades, si no de ganar, sí de llevar para el PRD miles de votos más.

El segundo evento que repercutió directamente en el resultado de la votación fue haber “boicoteado” la Coalición Por el Bien de Todos a nivel local.

Celosos de las prebendas y las “membresías” obtenidas, los perredistas queretanos lucharon “a muerte” para que no hubiera convenio con los petistas y los convergentes. Querétaro fue el único estado donde había elecciones concurrentes –federales y locales- donde no hubo CPBT.

Durante todo el proceso electoral desfilaron por Querétaro un buen número de delegados especiales enviados por la dirigencia nacional del partido del sol azteca y que tenían la consigna de “meter al orden” a la dirigencia estatal que se negó a hacer alianza estatal con el PT de Teodoro Campos y Convergencia de José Luis Aguilera Ortiz.

De hecho la negativa de llevar a cabo la coalición estatal fue la primera señal que captaron en México donde comenzaron a sospechar que algo no andaba muy bien por la tierra de Conín.
Al primero que enviaron fue a Marco Antonio Rico que muy pronto fue “seducido” por el comité estatal quien le proporcionó casa –propiedad del diputado local Horlando Caballero- y coche para desplazarse con toda comodidad.

A Marco le tocó pasar el trago amargo ocasionado por la pugna causada por el ex dirigente municipal Luis Máximo Reyes que impulsaba como candidato externo a la presidencia municipal de Querétaro al ex director de derecho y actual funcionario de rectoría, Agustín Alcocer (primo hermano de Mariano Palacios Alcocer), y que además quería imponer a su suegro, José Luis Rodríguez, como candidato a diputado por la vía plurinominal.

Durante todo ese lapso, previo a la nominación de candidatos a las diputaciones locales y a las alcaldías, se dio el jaloneo más intenso entre ambas dirigencias que no había semana sin que presentaran su “lista” de candidatos que ya habían sido “aprobados” por “todos” los perredistas. Llegaban al extremo, y al ridículo, de dar una conferencia de prensa a la misma hora y al mismo lugar en las que los reporteros fungían como sus mensajeros (“oiga dicen en la mesa de en frente que no es cierto lo que usted dice”).

Otro momento álgido en el pleito interno fue a finales de abril, en la sede nacional del PRD cuando Ulises Gómez de la Rosa, representando al CDE, se lió a golpes con Dolores Pérez, Lole, que buscaba la coalición.

Rico, en aras de la campaña presidencial de AMLO, le dio la “bendición” al grupo “duro” del PRD para que suspendieran del cargo a Luis Máximo –hoy en la congeladora- con la salvedad de que, por estatutos, quien tenía que sustituirlo era la secretaria general del comité municipal, Cándida Acosta…esposa de Pablo. Lo que se arregló enviando a la presidencia a Manuel Bernabé, famosamente desconocido hasta entonces.

De todo esto se percató Luis Humberto Fernández, brazo derecho de Manuel Camacho Solís, quien en concierto con el último de los delegados, Tomás Cruz, negoció la sustitución de toda la dirigencia estatal pero pasado el dos de julio. Lo que no ha sido posible debido al impasse en que se encuentra la elección presidencial.

Aquí en la entidad más de un candidato externo –que fueron los que realmente sacaron adelante la campaña presidencial- se lamentaba que la misma noche de las elecciones Pablo y compañía ya estaban celebrando que AMLO no hubiera ganado porque eso mantenía viva su posibilidad de que no fueran removidos de sus cargos por el Comité Ejecutivo Nacional.

Más adelante habrá que ver con más calma y sobre todo a detalle cuál fue el papel que le tocó jugar al PRD en estas elecciones que todavía no han concluido.

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