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martes, julio 18, 2006

LA RESISTENCIA CIVIL PACIFICA.

Por: Julio Pomar (especial para ARGENPRESS.info) (Fecha publicación:18/07/2006)

ANTE EL INMENSO FRAUDE, LA RESISTENCIA CIVIL PACÍFICA.

En el abrumador encuentro popular del domingo 16 en el Zócalo capitalino, López Obrador avanzó un paso más en su estrategia de impugnación de los resultados electorales que evidentemente fabricó el Instituto Federal Electoral (IFE), en connivencia con Fox, las cerriles cúpulas empresariales y los panistas y yunquista-fascistas.

Llamó AMLO a sus enfervorecidos e indignados partidarios -más de un millón y medio reunidos en la plaza mayor de la capital y en muchas calles aledañas- a iniciar “la resistencia civil pacífica” para evitar la regresión anti democrática en México.

Nuestra lucha, dijo López Obrador, va más allá de estas elecciones; se proyecta a defender la democracia mexicana de quienes la están agrediendo.

Ésta de convocar a la resistencia civil pacífica es una tirada de alto calibre, sin duda. No se convoca a un pueblo a una acción de tal magnitud si no se tiene la certidumbre de que la causa es verdadera y amerita la movilización civil, y no se asume por afán de desordenar a una sociedad, que sería un mezquino y torpe pretexto, que las izquierdas no asumen en el mundo, pero sí las derechas, según todos los testimonios disponibles.

Las evidencias de fraude electoral ya son muchas, y no sólo abarcan hechos de la jornada comicial del 2 de julio, pues vienen de muy atrás: la “campaña de Estado” que encabezó Fox en su calidad de jefe del Ejecutivo, y no sólo durante meses, sino desde los últimos tres años, como en el caso del pretendido desafuero de AMLO en el 2005; el uso innoble de los programas asistenciales del gobierno a favor del panista Calderón, así como la “guerra sucia” de mentiras y alientos al odio contra Andrés Manuel López Obrador de parte del PAN y su candidato, quienes lo menos que excretaron fue que López Obrador es un “peligro” para México, con todo lo cual le metieron miedo a un sector del electorado, que así no sufragó por el perredista si es que, como se presume, lo iba a hacer.

Finalmente la inmensa cantidad de recursos económicos aportados por grandes capitales a favor de Calderón, la ilegal y generalizada coacción de dueños de empresas sobre sus empleados y trabajadores para votar por el panista bajo amenaza de despido, en conjunción con la maniobra cómplice de las televisoras y las estaciones de radio concesionadas por el gobierno.

La derecha no quiere soltar el poder, por más democracia de que alardee. Pero como agregado del fraude inferido y demostrable, está el también evidente “rasurado” previo del padrón electoral, acaso ejecutado meses atrás, que significó que un alto volumen de votantes no fue incorporado a las listas electorales definitivas.

Cuando muchos votantes, credencial electoral en mano, acudieron a la casilla, no pudieron sufragar por no estar registrados en la lista respectiva del padrón, y fueron remitidos a las “casillas especiales”, donde el número de boletas era insuficiente para la plétora de asistentes a ellas, provenientes de las casillas donde debieron haber votado.

Es lo que se califica ya como el “fraude hormiga”. Y de ahí que en boca del pueblo el presidente del IFE no se apellide Ugalde, sino “Ufraude”. El hecho es que, según explican matemáticos universitarios que se metieron a estudiar las cifras de los conteos de votos del domingo 2, esto sólo pudo ser posible con la complicidad de funcionarios del IFE, quienes defraudaron así la limpieza cívica con que los electores en masa acudieron a los comicios.

Sólo con haber “rasurado” a tres votantes de las listas de cada casilla (y si hubo 133 mil 777 casillas en todo el país) se obtuvo una bruta aglomeración de 391 mil 331 votos. Y si fueron más los excluidos pues mayor fue el delito del rasurado, como de hecho ocurrió según repetidas versiones de votantes.

Para esto sirvió que la empresa de software Hildebrando, del cuñado de Calderón, Diego Zavala, haya tenido acceso tanto al padrón electoral en poder del PAN (todos los partidos tuvieron copia de ese padrón) como a las listas de beneficiarios de los programas asistenciales del gobierno preparadas durante el tiempo en que Josefina Vázquez Mota fue titular de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) y quien a la postre fue la jefa de campaña de Calderón Hinojosa, que por algo fue seleccionada para esto.

Lo que dos jóvenes matemáticos universitarios, posgraduados en la UNAM, pusieron en la luz pública fue algo también muy sugerente del fraude ejercido; ellos son Francisco Portillo y Bolívar Huerta. En el conteo preeliminar (el PREP del domingo 2) apareció Calderón siete puntos porcentuales arriba de AMLO, y aunque la distancia entre ambos se acortó al final de dicho PREP, siempre mantuvo a Calderón por encima de López Obrador.

El IFE lo “justificó” diciendo que se contabilizó “lo que primero llegó”, o sea, los datos de los distritos panistas (básicamente del norte del país) ya que ellos tienen mayores y mejores comunicaciones con el centro que los del centro y el sur, cosa que quedó sin comprobación alguna.

Pero fue similar en el conteo de los 300 distritos, efectuado el miércoles 5, nada más que comenzó al revés. Para cubrirse de las sospechas surgidas el domingo 2 con el PREP, empezó el IFE a difundir resultados de los distritos obradoristas. Curiosamente, Calderón fue gradualmente alcanzando a López Obrador y en el momento del cruce o empate, se interrumpió el flujo informativo para reanudarse después con el ascenso inalterable en votos de Calderón y el descenso, también inalterable, de López Obrador.

Lo que los dos jóvenes matemáticos señalan es que en un evento estadístico, tratándose de elecciones no sujetas a patrones de conducta preestablecidos, sino “aleatorios”, azarosos, es muy extraño, o sea, imposible, que una vez reanudada la información del conteo distrital, lo que minuto a minuto “ganaba” en puntos Calderón era exactamente lo mismo que “perdía” López Obrador.

Si en un lapso de diez minutos Calderón “ganaba” 10 centésimas de puntos, eran exactamente 10 centésimas las que “perdía” AMLO. Lo cual no es posible que se dé en un recuento de carácter electoral, donde el registro de cifras es azaroso, no programado.

Para abundamiento, había otros tres candidatos compitiendo y recibiendo resultados del conteo. Pero Madrazo del PRI nunca registró variaciones en todo el recuento distrital según los datos del IFE, y se mantuvo siempre en 22 puntos, sin variaciones, y lo mismo ocurrió con Patricia Mercado, que registró invariablemente 3 puntos, y Roberto Campa, algo menos de 2 puntos, sin variar también.

Lo cual, según Portillo y Huerta, es matemáticamente imposible en un evento estadístico aleatorio. Por todo ello, ambos matemáticos concluyeron: 'Las dudas generan incertidumbre y la incertidumbre en un proceso electoral tan cerrado y competido puede generar tensiones.

De acuerdo al cómputo final de votos presentado por el IFE, la diferencia entre el primer y segundo lugar es menor a 250 mil votos; que significa una diferencia de sólo 2 votos por casilla. Una manipulación de 30 votos en el 10% de las casillas permitiría revertir ese resultado. De igual manera, la manipulación de las cifras en las computadoras del IFE pudo cambiar el resultado final de la votación”. Por ello, ambos matemáticos se pronuncian por un recuento de votos, pero no en las computadoras del IFE.

De todo esto viene el llamado de López Obrador a la “resistencia civil pacífica”. Y porque los conteos del IFE y la campaña calderonista violan el Artículo 41 de la Constitución, que en la parte relativa a la “función estatal” de las elecciones, dice sin taxativas que “en el ejercicio de esa función estatal, la certeza, legalidad, independencia, imparcialidad y objetividad serán principios rectores”. Y están violando también el Artículo 39, que señala: “La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste”. Y no reside en las computadoras arregladas del IFE, ni dimana de estos artilugios.

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