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martes, mayo 23, 2006

¿ALIANZAS?: LA DEL PRIAN.

Miguel Angel Granados Chapa escribe en el Reforma:


Miguel Ángel Granados Chapa.

¿Alianza?, la del PriAn.

La supuesta alianza entre el PRI y el PRD no existe, es una invención. Sería imposible que existiera al mismo tiempo que la alianza del PriAn que ha gobernado el país desde 1988, cuando los panistas decidieron legitimar el gobierno de Carlos Salinas de Gortari.

A partir de hechos ciertos, Roberto Madrazo ha generado una falsedad de la que se vale Felipe Calderón para mentir y para pretender ocultar sus vergüenzas (no en el sentido físico, que a nadie importan, sino en el ético-político).

Los hechos ciertos son, por una parte, la descarada injerencia propagandística del presidente Fox a favor del continuismo, la intensa actividad que en la misma dirección le ha sido encomendada al gabinete, la evidencia de que buena parte de la guerra sucia contra Andrés Manuel López Obrador ha surgido o fue difundida desde oficinas gubernamentales, incluida la sede presidencial, y el encuentro de David Penchyna y Manuel Camacho, cercanos a los candidatos Madrazo y López Obrador para intercambiar informaciones sobre esos hechos.

La falsedad generada por Madrazo consiste en hablar de una alianza con el PRD. Su pretensión es darle el beso del diablo. Busca el desprestigio de su adversario histórico presentándolo como capaz de unirse al partido del que se marchó y contra el cual ha combatido de modo congruente.

Tal vez Madrazo ha admitido ya el hecho, que parece inexorable, de que no es un contendiente real por la Presidencia y busca sacar el mayor provecho político de su anticipada derrota. No puede renunciar a su candidatura ni puede pedir a sus votantes que sufraguen en tal o cual dirección. Pero sí puede, o eso intenta, contaminar con su mala fama a la buena de su contrincante verdadero, con ello causarle demérito e influir, por consiguiente, en el incremento de las preferencias por Calderón.

Porque allí radica la verdadera, la única y original alianza.

Cuando Calderón bravuconea sobre su capacidad de derrotar a sus adversarios "uno por uno o en bolita", y cuando recuerda el dicho de que el PRI y el PRD son primos hermanos, según Emilio Chuayffet, intenta esconder el vínculo profundo, actuante, revitalizado entre el gobierno foxista y el PAN, por un lado, y el PRI, por el otro.

Con los diversos PRIs que hoy se desplazan en la escena nacional, diferentes en mucho pero con un dato en común, que es su cercanía y familiaridad con el panismo.Aliados, el PRI y el PAN, el PriAn, han gobernado desde 1988, durante las administraciones de Salinas, Zedillo y Fox. La política económica de esos tres periodos no ha variado, es única y la misma. La encabezan el subsecretario salinista de Hacienda, Francisco Gil hoy titular de esa dependencia, y su antecesor en el cargo, Guillermo Ortiz, hoy gobernador del Banco de México, elegido y reelegido con el voto senatorial del PriAn.

La alianza, fusión en realidad para ciertos efectos, de esos partidos hizo posible el descomunal, incalificable, atraco contra la sociedad mexicana que fue el rescate bancario. El 20 de agosto de 1998 el presidente Zedillo y el líder nacional panista, hoy candidato presidencial Felipe Calderón, convinieron el acto esencial de ese asalto a las finanzas nacionales: la conversión de la deuda del Fobaproa (un fideicomiso interbancario reventado por la crisis de diciembre de 1994) en deuda pública, pagadera a partir del siguiente año por los contribuyentes mexicanos.

Expresiones más recientes de esa alianza histórica -que en los noventa hizo posible la reforma salinista de los artículos básicos de la Constitución- han implicado al propio Madrazo. La reforma fiscal de 2003, que incluía gravar medicamentos y comestibles, fallida a la postre, fue pactada por el entonces líder priista y hoy candidato presidencial, la secretaria general de su partido Elba Esther Gordillo, el secretario Gil y el ex presidente Salinas.

Madrazo había tenido otros acuerdos con Fox y su secretario de Gobernación, como el que permitió que un gobernador interino a modo asegurara en 2001 la elección de Manuel Andrade como gobernador de Tabasco. El desafuero de López Obrador fue votado, anuente entusiasta Madrazo, por los diputados de ambas bancadas.

No se han marchado del PRI los miembros del gobierno de Zedillo que apoyan hoy al candidato panista. Entre ellos cuenta Carlos Ruiz Sacristán, en aquella administración secretario de Comunicaciones y Transportes, cuya actuación se ha recordado ahora que el ex superior de los Legionarios de Cristo fue reducido al ministerio privado y discreto de su sacerdocio: en 1997 intimidó (desde la posición de la autoridad que expide y vigila las concesiones de radio y televisión) al Canal 40 para que se abstuviera de transmitir un programa sobre el abuso sexual denunciado por víctimas del padre Maciel.

Otra manifestación de la alianza de cierto PRI con Calderón consiste en las candidaturas de Diódoro Carrasco y Benjamín González Roaro, presentadas por Acción Nacional. Carrasco fue el último secretario priista de Gobernación. González Roaro fue hasta hace unas semanas el director del ISSSTE, es decir el responsable de la relación política del gobierno con los dirigentes de la burocracia federal, cuya movilización era esencial en el funcionamiento del autoritarismo priista y puede hoy jugar un papel relevante en la era del injerencismo presidencial en las elecciones.

La sola alianza, la fusión del PriAn hace impensable que se pacte otra, hoy, entre el partido de Madrazo y los que apoyan a López Obrador. Acaso habrá acciones de denuncia en que coincidan. Pero habrá otros momentos de gran distancia.

Por ejemplo, cuando en julio el priismo madracista pugne por anular la elección, calificándola como "de Estado", aunque el triunfador del proceso fuera Andrés Manuel López Obrador.

Cajón de Sastre.
Si no hay problema en la legalidad de transferir los tiempos oficiales que corresponde utilizar al Poder Ejecutivo, es encomiable la disposición presidencial de ceder esos lapsos al Instituto Federal Electoral, para que los emplee en difusión que estimule la participación en la jornada del 2 de julio.

Más digno de reconocimiento hubiera sido el compromiso del presidente Fox de disminuir la frecuencia y las intenciones de sus giras, documentadas ayer por Reforma en términos que no dejan lugar a dudas. Fox ha participado en 74 giras durante 64 días de los 120 que comprende el primer cuatrimestre del año.

E invariablemente sus discursos se dedicaron a predicar la necesidad de no mudar de caballo, aunque inevitablemente sí de jinete, y a denostar a los aspirantes a sucederlo que contienden contra el candidato de su partido, que no halló nunca mejor adalid que su antiguo jefe, el que lo forzó a retirarse de la lucha interna por la candidatura presidencial cuando eran otras las preferencias y las necesidades de Fox.


Una razón mas para votar por AMLO y la mayoría perredista al Congreso.

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