Por María Teresa Jardí
Hace ya casi cinco años, es decir, cuando recién iniciaba el gobierno de Patricio Patrón Laviada, decidí, por razones estrictamente personales, venirme a vivir a Mérida. Buena lectora de novela policíaca que soy empecé a investigar preguntando a propios y a ajenos sobre cómo funcionaban los jueces y magistrados, ministerios públicos y policías, buscando saber cómo funcionaba el Poder Judicial, la Procuraduría General de Justicia del Estado de Yucatán y las distintas policías que entonces existían en este lugar estatal, mientras a la vez hacía mi propia e incipiente investigación con lo que aparecía en la prensa escrita y muy fundamentalmente en el POR ESTO! Tenía por entonces alrededor de un año Patricio Patrón Laviada como gobernador yucateco y no dejaba de ser impactante contemplar a menudo su incapacidad de hilar una frase coherente en los noticieros estatales. Dejo en el tintero a propósito las denuncias del POR ESTO!, aunque eran desde el primer día un dato muy importante para mí y obviamente para la historia lamentable que hoy se escribe de la península y en general del país, particularmente de Yucatán elegido como varias cosas a la vez, narcoestado, casino, prostíbulo, etc.
De manera acelerada se descomponía la situación del país, se le abrían las puertas del narcotráfico con la llegada de Fox al gobierno federal, se convertía en amo del Estado, de la mano de Marta Sahagún, a Roberto Hernández, se llenaba de plazas comerciales a Mérida y empezaban a proliferar las tiendas de Porches, Mercedes y BMW, como si de bicicletas se tratara, mientras se despojaba a los campesinos, comprándoles en diez centavos sus tierras y hoy se llena de casinos que a la vez propiciarán una mayor prostitución y se seguirán instalando OXXOS en cada esquina como signo de la colonización que, de manera clara, pudimos ver consumada con las tiendas de campaña de los soldados del imperio yanqui que tomaron por asalto Mérida para que Fecal, Bush y Hernández se entrevistaran, asesinando incluso a los perros y a los gatos del lugar, criminales que son, porque afeaban el lugar que se obligaba a recibir a tan insignes terroristas.
La primera sensación al hablar con la gente, cuando recién llegué, era de que los jueces eran más o menos, más, más, que menos, buenos administradores de la justicia y las referencias al Procurador de entonces eran en el sentido que era un abogado con prestigio que había aceptado ese cargo en general ingrato desde siempre en nuestro país y se condolían incluso de su mala suerte, al haber tenido que enfrentar el homicidio de Novelo y de quienes le acompañaban, porque la gente, que tonta no es, supo desde el primer momento que era un crimen cometido por el poder y por lo que tocaba al otro asunto que entonces ocupaba el morbo social -el caso Medina-Abraham- las opiniones estaban divididas, pero no porque consideraran inocente al entonces sentenciado ya, que sobre su culpabilidad había consenso. Una batalla contra el Poder Judicial se empezó a librar por los panistas en el Congreso encabezada por otros diarios, aunque la gente también hablaba de lo que se decía sobre el dinero que habría recibido la juez para sentenciarlo. Pero en el acto de liberación, por las pistolas del gobernador estatal, pasando por encima de una resolución judicial, se inició la crónica del Poder Judicial por consigna, como son los de toda dictadura, que exhibe hoy de manera innegable que en el México fecalista los jóvenes están siendo convertidos en presos políticos. Y así lo están entendiendo las instancias internacionales que ya conocen los nombres de los presos y los delitos evidentemente políticos por los que se les acusa. |
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