El año pasado escribí un mensaje mucho MUY duro contra Julio Hernández en el que esencialmente le menté la madre por algo que escribió en su columna Astillero respecto a El Sendero del Peje. En ese entonces Julio pensó que Federico Arreola había tomado del Sendero una información para una denuncia penal por la aparición de una página apócrifa donde se pretendía cobrar dinero supuestamente para la campaña del peje. Mi queja principal en ese entonces, y por la cual prácticamente le menté la madre a Julio, fue por que Julio no investigó bien el asunto (Arreola NO tomó la información del Sendero) antes de escribir su columna, lo cual a mi me pareció poco profesional y muy grave siendo Julio colaborador de un medio de izquierda.
Ahora, a poco más de un año de ese incidente, quien merece las mentadas y los regaños por haber hecho lo mismo--escribir sin investigar lo suficiente--soy YO. Explico por qué:
El pasado Miércoles 6 de Diciembre recibí un e-mail en el que Sergio Zermeño se quejaba de había sido despedido de La Jornada por haber publicado un desplegado en el Reforma en contra del fraude electoral. Este es el e-mail de marras:
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Date: Wed, 6 Dec 2006 09:48:16 -0600
From: "Desplegado"
desplegado@cibernetica.fciencias.unam.mx
Subject: EXPULSAN A SERGIO ZERMEÑO DE LA JORNADA
X-Mailer: Microsoft Outlook Express 6.00.2900.2869
EXPULSAN A SERGIO ZERMEÑO DE La Jornada.
A lo largo de los siete años en que colaboré quincenalmente sin falta en este periódico, muchos amigos y otras personas me dejaron saber que apreciaban mis opiniones, incluso si no estaban de acuerdo con esta o aquella idea en particular. Para esas personas y para quienes estén interesados explico en esta carta las razones de mi expulsión, ahora que veo las cosas con más serenidad. Estos son los hechos: el martes 25 de agosto, en una asamblea de académicos y estudiantes, al regreso del periodo vacacional, se me encomendó la tarea de redactar el texto para un desplegado que apareció el viernes 25 de ese mismo mes, dirigido a la consideración del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. En él se pedía, en esencia, la anulación de las elecciones en virtud de que "existen altas probabilidades de que las tendencias aritméticas en la contabilidad de los votos, en lugar de proporcionarnos certezas sobre un claro triunfador, terminen disminuyendo aún más la distancia entre los dos contendientes y la legitimidad de todo el proceso... Debemos alejarnos a toda costa, se concluía, de los escenarios que podrían provocar violencia y sufrimiento a nuestra población". El desplegado lo firmábamos y lo financiábamos un millar de universitarios (a quienes también me dirijo), y el grupo promotor decidió que apareciera en el diario Reforma para propiciar que posiciones políticas de un espectro más amplio pudieran sumarse a la demanda.
Tres días después Luis Hernández Navarro, coordinador de Opinión de la Jornada, se comunicó conmigo para informarme que haber publicado en ese medio era "un acto de traición" y en consecuencia quedaba expulsado del periódico. Ante tan desproporcionado aviso busqué hablar con Carmen Lira, pero se me dejó saber que era con Hernández Navarro con quién debía discutir el asunto. El primer argumento que esgrimió para demostrar mi "traición" fue que el dinero que le habíamos pagado a ese "periódico enemigo" debió haber sido para La Jornada. Cuando argumenté que esa no era una traición sino una estrategia para atraer a otros sectores de la opinión hacia nuestros postulados, su argumento fue que la anulación de las elecciones era "una estupidez". A nadie se le ocurriría decir que La Jornada nos traicionó por haber publicado innumerables desplegados de felicitación a Felipe Calderón al recibir la constancia de presidente electo, porque es obvio que eso se inscribe en la libertad de ese diario para establecer su política financiera.
Pero el verdadero problema es otro: siendo Hernández Navarro uno de los principales asesores del EZLN, pedir que se anularan las elecciones iba en contra de la política anticapitalista de derrocamiento del Estado burgués, como tantas veces lo ha declarado su vocero, y en esa lógica resulta más conveniente generar un periodo de inestabilidad política, de agudización de las contradicciones, con el ascenso de la derecha calderonista al poder. Yo pienso que cada quien tiene derecho a demostrar que la vía del cambio que ha escogido es la correcta, pero a lo que no tenemos derecho es a callar las otras voces recurriendo a "argumentos" pantalla y tampoco a privar del derecho de réplica a esas voces que se ha decidido suprimir, menos aún si se trata de mi periódico, este honorable medio de comunicación progresista y de izquierda, pero que debe mantenerse plural, al que tantos nos hemos esforzado, día con día, en conservar y mejorar.
De no ser corregido este abuso, si no nos alejamos lo más pronto posible de lo que puede terminar siendo un macartismo de izquierda, no creo que pueda ser aceptable que la persona a que me estoy refiriendo tenga derecho a afirmar, como lo hizo el sábado 16 de septiembre en un artículo de plana entera firmado en coautoría con Pablo González Casanova, que "construir la democracia y las autonomías... (exige) el respeto a las distintas religiones, ideologías, civilizaciones, identidades que lleve a la libertad y a la justicia con respeto a los demás". Pero tan importante como eso es que sin el respeto de las otras posiciones no podremos volver a argumentar que los monopolios televisivos y las oligarquías de nuestro país han actuado, en momentos críticos para la nuestra democracia como los que acabamos de vivir, estableciendo grotescos cercos informativos hacia las fuerzas progresistas y democráticas.
Los que han sido lectores de este blog desde hace mucho tiempo saben perfectamente que me ULTRA-RECONTRA-CAGA la censura en cualquiera de sus modalidades. Por consiguiente, este e-mail me precipitó a escribir una crítica a La Jornada--y específicamente a Carmen Lira--en el que solté muchas inconformidades que tengo con La Jornada como lector. Creo firmemente que debe de haber auto-crítica en la izquierda y que la crítica que se hace en este blog HACIA LA IZQUIERDA debe de ser particularmente DURA por que no nos podemos sentar en nuestros laureles y pensar que todo lo hacemos bien simplemente por que somos de izquierda.
Desafortunadamente cometí la PENDEJADA de no investigar el otro lado de la moneda del asunto de Zermeño y me puse a ventilar mis propias inconformidades como lector de La Jornada (esencialmente me quejé de cosas que he notado leyendo La Jornada y nada más).
De lo que me enteraría después con el asunto de Zermeño fue el chango este fue promotor del voto útil; que cierto periódico de derecha (adivinen cual) hizo guerra sucia contra La Jornada regalándole espacio a los patrocinadores de La Jornada por seis meses con la condición de que no se anunciaran en La Jornada; que lo de Zermeño fue más bien encabronamiento y no censura, y cosas por el estilo.
Mi primer reacción al enterarme de todo esto fue: me vale madres que el chango este haya sido promotor de voto útil; A Marco Rascón nunca le cerraron el espacio por atacar al peje en programas de radio. Ni a Magú nunca lo corrieron cuando se puso a darle a Fox el beneficio de la duda en sus cartones--o por los cartones que hace actualmente. ¿Han notado que YO ya no posteo cartones de Magú? Es precisamente por que me parecen lambisconerías veladas a fecal y ataques arteros al peje. Pero NUNCA he pedido que se le despida de La Jornada por eso. Respecto al "encabronamiento" que pudiera tener La Jornada por que Zermeño pagó por un desplegado en el Reforma lo entendería si se hubiera tenido el mismo trato con Julio Hernández por participar en un programa de Televisa, pero si algo quedó demostrado es que Julio logró llegarle a un público que simple y sencillamente no lee La Jornada, y que por lo tanto es válido. A todos nos pareció siempre que el tener una voz de izquierda en Televisa era algo bueno, A PESAR de que en Televisa fue parte del fraude electoral y a pesar de que Televisa también babea por la oportunidad de destruir a los medios de izquierda--o cualquier medio que le haga competencia en general. Y etc, etc.
Es decir, veo el otro lado de la moneda, más no lo veo todavía como justificación para un despido en base a las acciones de un colaborador FUERA de un medio. A lo mejor hay más cosas de las que no me he enterdo, desde luego. Pero a lo que voy es que si no hubiera hecho yo la PENDEJADA de escribir mi nota de crítica a La Jornada sin investigar, no hubiera escrito algo tan excesivo y tan fuerte como lo que escribí. Por que la verdad es que sí fue un exceso. A pesar de que sigo teniendo muchas inconformidades con La Jornada, quien fue protagonista del asunto de Zermeño no fue Carmen Lira, y a ella fue a quien le tocaron practicamente todos los madrazos que salieron en mi crítica a La Jornada. Y vamos, como dije, el e-mail no menciona a Carmen Lira como responsable directa.
Como dije, reconozco que fue una PENDEJADA y un exceso escribir mi crítica sin haber investigado los dos lados de la moneda--aún cuando no considere que el otro lado de la moneda sea justificación suficiente para lo de Zermeño. "Es que Zermeño es un hijo de tal y tal" me dijo alguien. Sí, muy bien. Lo mismo pienso de mucha gente pero no pido que los despidan.
Tabién como dije, no voy a ocultar que tengo muchos y muy fuertes desacuerdos con cosas que veo en La Jornada. Tampoco estoy de acuerdo con que La Jornada sea vista como la solución a todos los problemas de la izquierda. Creo firmemente que se deben de buscar otras tribunas para que más gente que no lee los medios de izquierda sepa lo que al parecer sólo se concentra en un espacio de izquierda importante pero reducido, por que de lo contrario el verdadero enemigo, siempre va a contar con el aislamiento de la información de izquierda (o con su reducción a unas cuantas tribunas) para darnos en la madre.
Y otra cosa: NUNCA me he callado cuando creo que se deben decir verdades. Y le he tirado netas en términos mucho muy fuertes a la presidencia legítima, al GDF, al PRD, etc, etc. Lamento de verdad que mi proclividad a decir lo que veo y lo que siento sea causa de malestar para algunos y que esto, como consecuencia del malestar de algunos, le cause problemas a gente que nada tiene que ver con lo que escribo o con lo que pienso.
En cuatro palabras: reconozco que LA CAGUÉ. Ni hablar, y a lo que sigue.
Una razón más para apoyar al peje en el 2006.
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