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lunes, octubre 30, 2006

SALE EL ASTILLERO DE HOY

Después de leer el Astillero de hoy, no puedo hacer menos que sentir escalofríos. Ai les va:

Astillero

Julio Hernández López
Irak de barro negro

Solecito La pírrica toma de Oaxaca
Solecito Raíz popular de la protesta
Solecito Una noche de pesadilla

La estrategia del miedo no funcionó. El gobierno federal creyó que el envío de miles de policías militarizados a Oaxaca desactivaría el problema político y social por el mero efecto de intimidación, pero a pesar del recuerdo inevitable de la última hazaña represiva en San Salvador Atenco hubo suficientes oaxaqueños dispuestos a resistir, sin confrontar, el paso de las botas federales preventivas que entraron a la ciudad pero ahora corren el riesgo de quedar entrampadas y cercadas por una población politizada -un Irak hecho de barro negro- que hasta anoche había demostrado una no muy común mezcla de pasión combativa y astucia táctica.

La pírrica toma de la ciudad de Oaxaca es altamente peligrosa -a pesar de las hipócritas pretensiones abascalinas de que hubiera una operación "quirúrgica" de bajo costo sangriento- porque no hay un control político del inventario explosivo que se ha acumulado a lo largo de meses de abandono institucional y de manoseo a título de arreglos partidistas extraestatales (el apoyo del PRI a la toma de posesión de Calderón a cambio de mantener al gran mapache tricolor que finge como gobernador). En Oaxaca no hay trabajo político de un gobierno federal que como último recurso ha enviado sus cartas represivas a agredir a los ciudadanos y no a quitar o castigar a Ulises Ruiz, que ahora más que nunca, está dispuesto a montar provocaciones y buscar peores descarrilamientos.

Pero, además, hay un elemento que debería quedar claro a los genios del foxismo luego de la jornada de defensa cívica de ayer: el movimiento contra Ulises Ruiz tiene una raíz popular que va más allá de las decisiones de la dirección colectiva de la APPO y de los acuerdos sesudos que se pudiesen tener en salones protocolarios. El gobierno federal se equivoca terriblemente si cree que puede aplastar al movimiento social oaxaqueño mediante órdenes de aprehensión contra ciertos dirigentes más o menos conocidos -informantes confiables aseguraban ayer a esta columna en Oaxaca que ya habían sido expedidas esas órdenes y que su ejecución estaría sujeta a decisiones políticas- o jugando al policía bueno y el malo en materia de negociaciones con la directiva de la APPO.

En Oaxaca hay un hartazgo desbordado contra la institucionalidad putrefacta que el foxismo-abascalismo pretende reconstituir mediante incursiones policiales como la de ayer. La exigencia de que caiga Ulises Ruiz es una forma de decir que debe caer el estilo gubernamental-presidencial que en esa entidad ha sido durante décadas una fuente de corrupción, arbitrariedad e injusticia, y en ese sentido la ejemplar lucha estatal contra Ruiz puede convertirse en una lucha nacional contra el saliente Fox o, en realidad, contra el entrante Calderón que entre sus cartas credenciales lleva la del fraude electoral. El clamor de Oaxaca, la base de su desorganizada organización, el sustento del valor mostrado para enfrentar el ominoso arribo de las fuerzas federales proviene de la convicción de que las cosas deben cambiar ya en Oaxaca (es decir, en México) y que una lucha como la de la sección 22 del SNTE y la APPO no puede y no debe quedar en una simple revuelta apagable a manguerazos provenientes de tanquetas de la PFP.

Las escenas de resistencia civil conocidas ayer deberían ser suficientes para que la mojigata parroquia de Bucareli ordenara un repliegue de sus fuerzas institucionales de provocación. Mucha más gente de la que la prudencia supondría se expuso abiertamente al riesgo de que se repitieran las glorias de Atenco. Familias con niños desfilaron del Monumento a Benito Juárez al Zócalo y algunos de esos pequeños lloraban y se asfixiaban con sus padres ante el gas lacrimógeno rociado desde helicópteros. Centenares de personas, sobre todo mujeres valientes, se habían instalado en un crucero de entrada a las instalaciones de Radio Universidad que durante largas horas habían funcionado bajo amenaza de represión inminente, al grado de que el rector de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, Francisco Martínez Neri, hubo de pronunciar en sus frecuencias un discurso en defensa de la autonomía y contra la presunta intervención policiaca (abierta, o disfrazada de porrismo). Y también quedó atrás el mito del guerrillerismo inserto en el movimiento social oaxaqueño, mito alimentado desde el Cisen mediante "análisis" filtrados a columnas alineadas con esa tarea de "periodismo" justificador de represión. Las armas más peligrosas de la resistencia civil de ayer fueron resorteras, palos, tubos y la máxima creación bélica, las "bazucas" hechizas que consisten en un tubo de PVC en el que se aloja un cohete para darle dirección mediante ese cilindro plástico.

A la hora de cerrar esta columna, a unas cuadras del zócalo oaxaqueño donde la dirección de la APPO ordenaba un retiro estratégico -a pesar de que Gobernación había prometido que respetaría el zócalo como espacio intocable para la expresión de la disidencia política y social-, la estrategia del miedo no había funcionado y, por el contrario, se había potenciado el enojo de la población inconforme con la presencia de la Policía Federal Preventiva y se había producido una oleada nacional e internacional de solidaridad con el pueblo oaxaqueño -en la ciudad de México, la APPO se ha asomado al emblemático hotel Nikko en busca de Ulises, y las manifestaciones de apoyo crecerán. Como en Irak, la resistencia del pueblo ante una invasión puede convertir ese episodio en una noche de pesadilla para quienes sólo tienen el poder de las armas.

Y, mientras este tecleador presenciaba en una funeraria oaxaqueña cómo el cuerpo del documentalista estadunidense de prensa independiente Bradley Roland Will era despedido entre rezos, cantos, discursos y aplausos por oaxaqueños que se asumían como familia de quien murió a causa del salvajismo gubernamental de Oaxaca, y mientras iban corriendo las versiones de nuevos muertos -alguno a causa del disparo de gases lacrimógenos-, ¡hasta mañana, desde Oaxaca, y no dejen de ver los videos de la Otratele, que desde muy temprano o en la madrugada, de ser necesario, tendrá disponible el material de Juan Bautista y este tecleador, según las circunstancias lo requieran!



Fox quiere terminar, sin duda, su mandato como un represor autorista y defendiendo, hasta con la muerte del pueblo, a los que dijo que sacaría circulación. Ah, pero en Foxilandian nunca pasa nada y lo de Oaxaca son sólo maestrillos (sic) pidiendo más dinero, ¿vea?

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