Opinión.
México.
El peligroso odioPor: Eduardo Ibarra Aguirre (Fecha publicación:21/07/2006)
Preocupantes hechos y expresiones de odio político empiezan a cobrar carta de naturalidad en el crispado ambiente poselectoral que sella toda la vida nacional.De acuerdo a la insustituible herramienta de trabajo llamada diccionario, odio es: “1. Sentimiento profundo o intenso de repulsa hacia alguien que provoca el deseo de producirle un daño o de que le ocurra alguna desgracia. 2. Aversión o repugnancia violenta hacia una cosa que provoca su rechazo”.
Fue un sentimiento profundo de repulsa el que llevó a un grupo de señoras vestidas de traje sastre y de jóvenes a hacerle señas obscenas a Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa -nombre completo del candidato-, manotear sobre la camioneta y expresar a gritos el reclamo ciudadano: “¡Voto por voto, casilla por casilla!”.No confundamos. Una cosa es enarbolar la demanda que cruza todos los confines del país. Y otra, muy distinta, los manotazos, así sea sólo uno, y las señas obscenas.No se justifica.
Por grande y profundo que sea el malestar ciudadano, estimulado seguramente por una negra historia electoral que hasta 1988 se reprodujo cíclicamente, y que no desaparece aún del imaginario colectivo. Todavía en 1994, Ernesto Zedillo Ponce de León reconoció que la contienda presidencial no fue equitativa. Y la del 2 de julio pasado se significó por la falta de equidad.
Para decirlo en palabras de Sergio Pitol, nuestro Premio Cervantes, y Carlos Monsiváis, leídas en el Zócalo ante un millón y medio de ciudadanos, adolescentes y niños, por el ilustre nativo y vecino de la Portales: “Si el dinero a raudales decide quién gobierna, el gobierno que llega obedecerá al dinero a raudales. Si así han querido ganar, así inevitablemente querrán gobernar. Tanto gastan, tanto han de recuperar con creces. Mentir para imponerse es ignorar en definitiva la ubicación de la verdad”.
Son más reprobables aún los destrozos causados a 53 de las 150 obras de la exposición de gráfica digital De las obligaciones de la razón (al mayoreo y al menudeo), que reúne cartel urbano y pensamientos de escritores, artistas plásticos y caricaturistas en avenida Juárez, a la altura de la Alameda.
Ambos agravios se produjeron en el Distrito Federal, la ciudad más tolerante y diversa, informada y demandante de nuestra rica pluralidad nacional. Subrayo el hecho sin ser nativo de la capital, sino hijo adoptivo de ella desde 1968, para advertir de los riesgos que se corren en estados y municipios menos proclives a aquellas características
.El profundo disenso electoral con el que cohabitaremos hasta que los siete magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación dicten la última palabra que, todo indica, no establecieron las urnas, no debiera hacernos perder de vista el más común de los sentidos. Para lo cual es preciso no olvidar que lo cortés no quita lo valiente. Ni el tasajeo de obras de nuestros artistas, quita la ignorancia que conduce a destruirlas.
Rob Allyn, Dick Morris y Antonio Solá deben estar muy orgullosos de su obra de confrontación, hasta el odio, de los electores mexicanos. Pero muy frustrados porque después de ella y el dinero a raudales, condujeron a Calderón Hinojosa al peor de los escenarios poselectorales.Si realmente está convencido de que ganó la elección, el michoacano debería esforzarse en transmitir mejor su convicción. Empezando por superar el provocador discurso de “Hacer valer la fuerza de los pacíficos sobre la de los violentos”, elaborado en el cuarto de guerra de los tres mercenarios extranjeros.
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viernes, julio 21, 2006
LOS "PACÍFICOS"?...
Publicadas por Armando Garcia Medina a la/s 9:58 p.m.
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