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viernes, julio 21, 2006

COLUMNAS DE HOY DE MILENIO

A Carlos Mota la raza se la dejó Irene por la guarrada que escribió ayer contra Elena Poniatowska. Hoy no se si está chillando o si está pidiendo paz, pero igual esta es su columna:

Elenita despierta pasiones desenfrenadas
Carlos Mota

¡Cuántas pasiones despiertan las mujeres! Una de tantas, Elenita Poniatowska, generó muchas esta misma semana, a propósito de la toma que hizo antier de las instalaciones de Banamex (MILENIO, 7-julio-2006). Varios lectores le muestran apasionadamente su veneración.

Mario González dice que a Elenita “le debemos mucho los periodistas, los comunicadores, los comentaristas como usted, los estudiantes; vaya, la sociedad”, y que “ella ha sido un verdadero símbolo del periodismo libre en nuestro país”.

Sonia Bautista señala que Elenita es “una persona que se merece el respeto de todos. Y no por lo que es o hace. Simplemente porque es una persona de la tercera edad que ha tenido la suficiente experiencia para saber lo que hace, (y) no tiene demencia alguna”.

Armando Kiro López, de Zihuatanejo, afirma que para criticar a Elenita “hace falta mucha sabiduría y cultura (…y que eso…) se llama sensibilidad”. Acota que la sensibilidad no se puede pagar con billetes. Se tiene o no se tiene. No se puede “comprar en la esquina, ni en el Oxxo más próximo”.

Pablo Vargas se extiende: “Basta de engaños. Basta de manipulaciones. Acepten que AMLO no era un peligro, que los que rodean a Poniatowska no son animales ponzoñosos o nacos.” Señala que no cabe duda que Elenita “y 15 millones más le entramos a un proyecto legítimo y verdadero. (…eso…) de que ellos no terminan su labor aquí, no termina. Eso es compromiso”. Finalmente, Vargas añade que Elenita “ya puede darse el lujo de hacer y decir genialidades, y de paso luchar por un proyecto legítimo y verdadero”.

Lizzi Frías piensa que Elenita Poniatowska es “la mejor escritora de Mexico”. Se mete conmigo al afirmar que la señora que impidió el acceso a Banamex es “un personaje que ha traspasado fronteras, y no precisamente por escribir mierda como la que tu escribes”.

Alfredo Olvera primero se mete con mi mamá, y luego defiende a Elenita escribiendo que “el derecho a manifestarse es una garantía constitucional”. Se despide con esta consigna: “Ya no nos engañan. La dignidad y libertad no se negocian, y menos con los hipócritas del PAN”. Luego me aconseja: “Ojalá sus hijos no sigan su rumbo, porque entonces sí, México no tendrá remedio”.


Le ha de haber hecho futis el chingamadral de e-mails de los lectores del blog.


Y al parecer otros editorialistas de Milenio también se dieron cuenta de que lo que hizo Mota fue una chingadera. Vean por ejemplo lo que escribe Carlos Marín:

Elenita, una ejemplar protestante
Carlos Marín

El empresariado nacional ha de cruzar los dedos para que la resistencia civil de los seguidores de Andrés Manuel López Obrador sea tan inteligente como la toma de instalaciones de Banamex que encabezó Elenita Poniatowska.

Roberto Hernández, destinatario de la protesta, debe reconocer que la acción estuvo a la altura de la calidad ética y literaria de una de las autoras más brillantes del mundo hispano porque:

a) Elenita se aseguró, antes que nada, de que no se causaran daños al antiguo palacio San Mateo de los condes de Valparaíso; b) los trabajadores gozaron de un recreo tan forzoso como gozoso; c) aunque allí opera también una de las miles de sucursales de la institución en todo el país, al banquero le salió gratis la protesta frente a los 12 mil 500 millones de dólares ¡libres de impuestos! que significó la venta de Banamex a Citigroup, y —lo más importante— d) se refrendó el ejercicio libre del derecho constitucional de manifestación.



Jairo Calixto Albarrán, por su parte, dijo esto:

La Poniatowska, un peligro para México
Jairo Calixto Albarrán, por su parte, dijo esto:

Sólo eso nos faltaba. No es posible que la escritora Elena Poniatowska, tan intimadamente ella, ajena a los verdaderos intereses de la patria, se haya atrevido a cerrar una de las sucursales de Banamex, esa filantrópica institución bancaria, sólo por responder a los espurios intereses del Peje empeñado en que se recuenten hasta los goles del partido Francia-Italia.

No puede ser que esa señora sospechosista, con el armamento de su prestigio literario y el vigor de su disoluta personalidad, se dé a la tarea de impedir que un banco realice sus nobles tareas. ¿Qué sigue, retar al osito Bimbo a luchar en el lodo, sacarle la lengua a los altos funcionarios del Consejo Coordinador Empresarial, escribir un libro infamante que lleve por título Felicísimo, o Hasta no verte, urna mía?

Por Dios, ¿qué país le vamos a dejar a Calderón?

Tenemos que exigirle a los renegados que las inconformidades políticas se resuelvan en el marco de la ley. Ahí tenemos el bonito caso de don Ulises Ruin, perdón, Ruiz, convertido en el apóstol oaxaqueño de la democracia sin adjetivos. O como el affaire Succar Kuri, el amigo de todos los niños, quien gracias al apoyo abogadil, pronto podrá montar un kínder en homenaje al padre Maciel. Y qué decir del maestro Romero Deschamps, prohombre del sindicalismo petrolero, quien gracias al ejemplar trabajo de la PGR, anda libre de polvo y paja como Guido Belssaso y nuestro inolvidable Embajador Dormimundo. Personajes todos merecedores de un estatua en el Paseo de la Reforma, pero de los que nadie se acuerda nomás por estar pensando en exigir que se cuente el botox por botox y revivir la Guelaguetza con la Gordillo bailando la sandunga mamá por Dios.

Quizá haya que darle a la Poniatowska un trato a la kamelnacifiano precioso por ser tan Poniatroska y poner en peligro la estabilidad económica al atreverse a tomar por asalto un admirable establecimiento bancario. Una protesta tan artificial como las playas donde los franceses toman el sol a orillas del Sena, simulando que se encuentran en una paradisiaca isla tropical.

Y luego por qué se espantan los pejistas recalcitrantes de que el capitalismo —que ni es tan salvaje como la superstición y las leyendas izquierdistas afirman— considere a la temible y bárbara Pony un peligro para México.

¡Ay, nanita!



Finalmente, esto es lo que escribe Federico Arreola:

Mota y Poniatowska
Federico Arreola

Carlos Mota es mi amigo; Elena Poniatowska, no. A estas dos personas las admiro. Mota es un muy buen periodista especializado en asuntos de negocios. Poniatowska es una gloria de la literatura mexicana. Desde luego, se trata de dos seres humanos muy distintos entre sí. Se diferencian, sobre todo, en su forma de pensar. No sólo porque Carlos sea un neoliberal apasionado y Elena una mujer de izquierda, sino también (y sobre todo) porque mi amigo periodista es un tipo que ha hecho del más tosco pragmatismo algo así como su religión, mientras que la escritora es, en el mejor sentido de la palabra, una idealista siempre dispuesta a luchar en defensa de sus principios. Poniatowska, el miércoles, participó en una protesta frente a las oficinas de Banamex.

A ella, como a muchos otros ciudadanos, le ha parecido tan lamentable como antidemocrática la actitud exhibida por algunos socios de este banco en el actual proceso electoral. Por eso, la intelectual tomó simbólicamente la sede de la institución bancaria dirigida por el cuestionado empresario Roberto Hernández. Hubo mucha dignidad en la acción encabezada por Elena Poniatowska, una dama ejemplar que, por cierto, nunca ha violado la ley. Pero como a mi amigo Carlos Mota eso le pareció una provocación, utilizó su columna de ayer jueves para agredir a la señora Poniatowska.

Esto me ha dolido mucho, no por el daño que haya podido sufrir Elena Poniatowska, a quien el escrito de Mota le hizo lo que el aire a Juárez, sino por el golpe severo que Carlos se dio a sí mismo. Se trató del clásico autogol. Qué golpazo se dio con su propio puño Carlos Mota. Con el mayor aprecio le deseo que se recupere pronto.


Espero que ahora sí los panistas se den cuenta de que meterse con alguien que no busca un mal para nadie y que, por el contrario, se preocupa por el buien de todos, es una guarrada que molesta a muchísima gente. No por que Elena Poniatowska sea de izquierda, sino por que es una persona de principios.

Una razón más para apoyar al peje en el 2006.

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