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lunes, julio 17, 2006

EL DESPERTAR DE MEXICO BIEN VALE LA PENA.

Gabriel Székely escribe en el Universal:

Despierta, México!.

Vicente Fox Quesada comenzó con esta frase su discurso de cierre de campaña en junio del 2000. Era un llamado a participar, a tomar el destino en nuestras manos y a comenzar la aventura de crear un México democrático. El reto era emocionante, ganarle al sistema con sus propias e inequitativas reglas, y por eso el triunfo supo a gloria. Lo que fue menos evidente o pasó inadvertido para la mayoría de los ciudadanos es que el sistema funcionó en la lógica del régimen político de la época, el priísta. Enterrado el autoritarismo, urgían nuevos partidos y un nuevo sistema electoral acorde con el país que había nacido el domingo 2 de julio, pero de eso sólo nos percatamos seis años más tarde.

El despertar ha sido como el de una mañana fresca de verano, con algunos buenos momentos en mente y a la vez con cierto resquemor de lo que nos depara el nuevo día. Pregúntenle a los jóvenes que por primera vez votaron, que están contentos con la experiencia pero que a la vez les dirán la lista completa de lo que falta por hacer.

Aprovechen su frescura y sus ganas de participar, y recordemos que ellos van a hacer en unos años lo que nuestros dirigentes están mostrando que son incapaces e insensibles para llevar a cabo. Los jóvenes no les dirán los detalles técnicos de las reformas necesarias, pero expresarán lo que vieron y no les gustó en estos comicios, así como lo que esperaban y que quisieran ver en los procesos que vengan. Estemos a la altura de lo que demandan, seamos generosos y comencemos la tarea.

El primer tema con el que tenemos que lidiar los mexicanos es la polarización y el encono que derivó de las campañas sucias. No pensamos que estas serían un rasgo tan importante en nuestra vida política, menos aún cuando el candidato ganador en el 2000 lo hizo con seis puntos de ventaja.

Pero la realidad que ha impuesto esta elección, con apenas medio punto de diferencia sobre el segundo lugar y el incierto futuro del PRI, es que está de regreso el tan temido binomio blanco negro de nuestro pasado. Tendremos que aprender a vivir con el hecho de que la mitad de México no piensa como nosotros, haya o no recuento de votos, gane quien gane.

Atrás debe quedar el odio al adversario ¿cómo hacerlo cuando apenas hace unos días nos irritaron la television y la radio, así como recibir correos electronicos interminables que sólo buscaban polarizar? Ahora los jóvenes y el país nos exigen construir una nueva cultura que enfatice la búsqueda de puntos de encuentro y de consenso, para funcionar como la nación moderna que somos y que tenemos que asumir con plenitud.

El segundo tema es contar con partidos políticos respetables, y quizá será la tarea más difícil a juzgar por lo que observamos en la última campaña. Sin embargo, como se ha argumentado de manera incansable en este espacio, de esta contienda electoral saldrían mortalmente lastimados al menos dos partidos del viejo régimen; ahora pienso que los tres están urgidos de una refundación y de un renacimiento de pies a cabeza.

De nuevo la clave nos la dan nuestros jóvenes votantes, quieren conocer las propuestas de los partidos e identificar sin rodeos qué los diferencia en el fondo para ubicarse ellos mismos en el espectro político mexicano ¿Acaso es un reclamo desmedido, al que los partidos se mostrarán incapaces de responder?

El tercer punto de una larga lista, con el que hoy concluyo, son las críticas directas que hacen los jóvenes a diversos aspectos del proceso electoral: el dispendio de recursos es lo primero que citan, millones de pesos en un país pobre tirados por la ventana al inundar a los partidos con dinero; al pagar sueldos exagerados a funcionarios electorales cuya efectividad resulta que está a discusión; al pagar spots en los medios que irritan al más ecuánime durante un excesivo período de tiempo; y millones más a la basura en propaganda en plástico, que destruye el mísero medio ambiente en el que les tocará vivir. Son fuertes las fibras que les tocamos con la pregunta.
Esta conversación con los nuevos votantes sugiere que son altos los costos a pagar por el despertar de México, y que bien valen la pena.

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