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sábado, septiembre 02, 2006

FOX Y SALINAS COMEN EN EL MISMO PLATO.

Fox: La reencarnación de Salinas
Benedicto Ruiz Vargas

Hace seis años el país estaba envuelto en una nube de esperanza, expectante por un cambio sustantivo y auténtico, deseoso por inaugurar una etapa distinta después de haber vencido a un grupo político que se había enquistado por más de setenta años en la presidencia. Por fin había llegado la alternancia, y si bien no a todos satisfacía por igual, por lo menos había el beneficio de la duda entre los más escépticos, una pequeña rendija para cambiar. Lo que se dejaba atrás no tenía equivalencia con lo que estaba por delante, a pesar de su carácter incierto.

Hoy, a punto de cerrar el sexenio y el primer gobierno de la alternancia política, el país está al borde del estallido social, polarizado social e ideológicamente, dividido y por lo menos en una parte de la sociedad profundamente agraviado, sin credibilidad en las instituciones y en una legalidad manejada al antojo de los poderosos. Quizás habría que cuidar algunos matices, pero en realidad el país empeoró durante todo este tiempo y lo que debió cambiar como una necesidad urgente, hoy está más consolidado que nunca. En lugar de avances, la presidencia de Fox hizo retroceder al país a etapas que creíamos superadas.

Una parte de la explicación radica en que Fox desde la presidencia siguió meticulosamente los mismos pasos de Salinas de Gortari, de manera más torpe si se quiere, pero adoptando la misma concepción y el mismo papel faccioso del poder presidencial, la misma visión grandilocuente de un país casi en ruinas, así como las mismas prácticas maniqueas emprendidas desde los círculos más altos del poder para anular y excluir a los adversarios políticos.

Cuesta trabajo entenderlo y aceptarlo pero Fox fue simplemente un eslabón en la continuidad del proyecto político y económico inaugurado por Salinas.Salinas de Gortari desarticuló al grupo o la camarilla tradicional que dominaba en el viejo régimen político (los cuadros políticos del PRI con raíces en la ideología de la revolución mexicana), para poder incrustar su proyecto modernizador y neoliberal, ligado a los intereses trasnacionales y acorde con los procesos económicos de la globalización.

Su propósito era poner las riendas del nuevo proyecto en las manos de un nuevo grupo de poder, sin la intermediación del viejo partido y de los cuadros políticos que respondían a otra época. Es decir, poner en las manos el poder en los grupos que realmente lo tenían, los empresarios y otros grupos fácticos que deciden desde la cúspide los destinos del país.Este proyecto suponía enfrentar otro ángulo problemático y espinoso, pero Salinas lo intenta, Zedillo lo continúa con su “sana distancia” del PRI, y Fox trata de consolidarlo pero, hasta donde se puede ver ahora, le ha estallado en las manos.

Es el ángulo que lleva a la exclusión de la oposición y a una fuerte embestida en contra de la izquierda y todos esos grupos de la sociedad que se resisten a aceptar un modelo que profundiza la desigualdad y rompe los hilos de la cohesión social.Salinas masacra literalmente a un gran número de perredistas y busca generar un poder paralelo, o un contrapeso, en la base de la sociedad desde sus programas sociales y asistencialistas, pero dirigidos y controlados desde la presidencia. La idea esencial era aislar a la izquierda, sofocar cualquier brote de rebeldía y allanar el camino de la “modernización” del país. Sus aliados eran los empresarios que buscaban la tajada más grande del pastel, los jerarcas de la iglesia católica, los pulpos de los medios de comunicación y, por supuesto, el PAN o una fracción de su dirigencia. Algunos académicos e intelectuales también formaban parte del coro: ellos eran la fracción “civilizada” de la izquierda.Sin embargo, Salinas fracasa rotundamente y su gobierno termina en una escena tragicómica, con muertos y un país en bancarrota. Zedillo ordena la casa y administra la crisis para entregar luego el poder al Partido Acción Nacional.

Con la presidencia en sus manos Fox sigue, o intenta seguir, los lineamientos fijados por Salinas en dos puntos clave en la nueva reconfiguración del país: el proyecto económico neoliberal que significa privilegiar los intereses de la elite empresarial y, segundo, la exclusión y anulación de las fuerzas de izquierda.Su gobierno es exitoso al terminar de romper el espinazo del viejo núcleo político del PRI liderado por Roberto Madrazo, aunque para ello tuvo que hacer alianzas con otra fracción podrida del mismo partido (la inefable profesora Elba Esther Gordillo); también tuvo éxito al cohesionar a la elite empresarial, más por intereses políticos que por sus logros económicos, pero donde de nuevo ha fracasado es en liquidar y aplastar el abigarrado universo de la izquierda mexicana, cuyo odio y adversión hacia ella es más profundo todavía que el del mismo Salinas.En esto ha fracasado porque tanto Fox como esa elite derechizada y beligerante que pide la acción de la fuerza y el poder policíaco del Estado, no han entendido que en la nueva recomposición económica y política del país, la izquierda o las fuerzas de izquierda tienen un lugar fundamental. No puede haber democracia y estabilidad política en un país donde una minoría utiliza todo su poder político y económico para imponer sus decisiones. No puede haber democracia si la izquierda no participa en la definición del rumbo de México. No puede haber paz si el grupo en el poder la empuja cada vez hacia la violencia. ¿Eso es lo que quieren?

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