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jueves, octubre 11, 2007

RUBÉN MARTÍN: TONALÁ Y LAS MAQUINARIAS DE LA CORRUPCIÓN PANISTA

A propósito de la novela negra que está escribiendo el PAN en Tonalá va esta nota de Rubén Martín, que aparece en la edición de hoy de Público Milenio:

Como toda novela negra, la que se está contando en Tonalá tiene un buen capítulo de relaciones entre las mafias de la delincuencia con los grupos de poder. Y por supuesto que la exhibición de estas relaciones tiene consecuencias para los actores involucrados, por ejemplo para el PAN, pero lo que nos debe interesar es qué consecuencias tiene esta trama de asesinato, corrupción y venta de puestos públicos para la sociedad.

Debemos preguntarnos esto porque lo que ocurre en Tonalá y que está saliendo ahora a la luz pública no es un caso aislado, sino la norma en la actuación de los poderes públicos. En el caso Tonalá hay cosas que ya sabemos y otras que conviene explorar y conocer más a fondo.

Una de las cosas que sabemos es que las balas que dos sicarios dispararon contra Carlos Romo Guízar el 24 de abril no sólo mataron al entonces director de Mejoramiento Urbano: esas balas también están matando la credibilidad del PAN.

Después del caso Tonalá será muy difícil que los panistas tengan la desfachatez de presentarse en campaña como el partido de la honestidad y como abanderados de la lucha contra la impunidad.

La trama de asesinato, corrupción y venalidad en Tonalá afecta a todo el sistema político profesional, puesto que mina la credibilidad de los ciudadanos en los políticos y erosiona la legitimidad de las instituciones liberales. Todo el discurso de la alternancia en el poder y de la necesidad de la transición a la democracia como un proceso paulatino, gradual y complejo de cambios políticos se va al bote de la basura con evidencias tan tangibles como las de Tonalá.

Para una buena parte de la sociedad, ahora no hay ninguna diferencia entre los anteriores políticos priistas y la clase política panista. Y no sólo eso. A ojos de una buena cantidad de electores, los políticos del PAN han resultado peores.

En Tonalá se está cavando también la tumba de los esfuerzos para hacer un cambio social significativo a través de la supuesta transición a la democracia. Hace quince años, muchos ciudadanos, activistas sociales y militantes políticos creían que los problemas del país se llamaban PRI y que bastaba quitar del poder al viejo partido tricolor para que las cosas mejoraran para la mayoría de la población. Los panistas en Jalisco (como los perredistas en otros estados) se han encargado de demostrar que esto era falso.

El caso de Tonalá revela más aristas del funcionamiento del poder que conviene resaltar. Revela que los niveles de corrupción y los negocios ilícitos vinculados a los aparatos públicos están más extendidos y arraigados de lo que hemos supuesto y de lo que los políticos venden en sus discursos.

Durante muchos años, los políticos profesionales vendieron el discurso de que con la alternancia se terminarían la corrupción en el poder público y la impunidad. Ni una cosa ni la otra han ocurrido. La lección que nos dejan doce años de transición en Jalisco es que esas actividades ilícitas que tienen como propósito amasar capitales al amparo del poder público, no solo siguen funcionando sino que la nueva clase gobernante le encontró el modo de participar en esas maquinarias de corrupción.

Los panistas no sólo no han acabado con estas redes de corrupción, sino que las han cobijado y propiciado y usan una parte de esos recursos para financiar sus actividades políticas. Otra parte sirve simple y llanamente para enriquecer funcionarios.

Una lección que nos enseña Tonalá (y que antes ya se había manifestado en Guadalajara y en Zapopan) es que hay algunas áreas de los gobiernos municipales que, en esencia, son máquinas corruptas que reportan beneficios millonarios a quienes las controlan. Es el caso de las direcciones de Seguridad Pública y las áreas de Inspección y Vigilancia, engranajes perfectamente aceitados de extorsión a los ciudadanos.

Ya estamos conociendo los detalles de la porquería en Tonalá. Ahora debemos preguntarnos cómo están operando esas áreas en otros gobiernos municipales. Porque no hay duda de que siguen funcionando y alguien se está beneficiando de esos negocios ilegales. No esperemos a que haya un muerto para investigar qué está pasando ahí.


Para completar, su columna de la semana pasada:

LA DECADENCIA PANISTA

Fue en 1996 cuando el PAN enfrentó en Jalisco su primer reto importante como partido en el poder. Daniel Ituarte (nota de Tlan: miembro del grupo de ultraderecha MURO y partícipe de los atentados terroristas de esta organización en los 60's/70's), primer panista que gobernó Zapopan, favoreció a un despacho, del que su hijo era socio, con un negocio de más de un millón de pesos. El reportaje cimbró al panismo. Por primera vez desde que habían llegado al gobierno, en marzo de 1995, enfrentaban un escándalo de corrupción, una crisis política y un dilema ético importante.

A la distancia sorprende la facilidad con la que ese primer escándalo sacudió los cimientos del panismo local, a partir de un simple dilema ético: “Uno de nuestros gobernantes cometió un acto indebido, eso va en contra de todo lo que hemos pregonado durante 57 años, no podemos hacer en el gobierno una cosa distinta a la que decíamos como oposición”.

Este dilema funcionó. Días después, el comité estatal que presidía Herbert Taylor convocó a una sesión donde se decidió pedirle a Ituarte la licencia a su cargo. El panismo se conmovió, incluso con llanto, enfrentó un dilema ético y actuó en consecuencia.

Estoy seguro de que quienes leen este artículo siguen mi argumento. Qué lejos estamos en 2007 con lo que ocurre en Tonalá, respecto al caso Zapopan en 1996.

En Tonalá 2007 estamos en una trama de novela negra en la que dos funcionarios cercanos al presidente Jorge Vizcarra, ordenaron el asesinato de otro tercer funcionario porque supuestamente los iba a denunciar como parte de una red de corrupción que, según los avances de la investigación, podría llegar al alcalde.

¿Qué hace la clase política panista? Mira las encuestas, mide el terreno, calcula la maniobra que les permita seguir en el poder, a cualquier costo. Ya no se conmueven, ya no se cimbran ante estas noticias, ya no enfrentan un dilema ético. Ya no le piden la renuncia al servidor público que claramente es una contradicción entre la doctrina panista y su realidad como hombre del poder.

Demasiados electores ven esta creciente contradicción, la creciente distancia que hay entre lo que dicen ser (honestos, respetuosos de la doctrina y de la ley) y lo que son en realidad (una clase política que busca ante todo y por cualquier medio permanecer en el poder, sin principios, ambiciosos…). Las mieles del poder los corrompieron.

Creo que se trata de un análisis equivocado. Parte de una noción idealista de la política, de matriz liberal. Parten de los tipos ideales de lo que debería ser el orden político, sus procedimientos e instituciones. Se cree que este orden político nació para servir a la sociedad. Según este esquema de interpretación predominante, los partidos son entidades de interés público que permiten a la sociedad organizarse para llegar al poder público; y los políticos sirven a la sociedad.

El problema con esta concepción es que no resiste la prueba de los hechos. Por eso los analistas y periodistas que siguen a pie juntillas esta versión liberal de la política se hacen bolas y no atinan a explicar qué ocurre.

Si aplicamos este a la crisis panista, se llega a una conclusión voluntarista de la política. La doctrina y la institución panista están bien; son las “malas personas” las que las corrompen. Alberto Cárdenas llevó al extremo esta versión simplona diciendo que el panismo fue “penetrado por prácticas priistas”. Este análisis es insostenible. Necesitamos otro marco interpretativo que permita entender mejor lo que está atravesando el panismo en Jalisco, y todos los partidos, así como las instituciones y los procedimientos políticos.

Ese marco debe partir no del deber ser de las instituciones, sino lo que realmente son. En realidad dichas instituciones y prácticas se crearon para ser lo que son: instrumentos políticos en manos de camarillas que buscan permanecer en el poder; y la clase política debe verse como un grupo de profesionales que se dedican ante todo a permanecer en el poder, sin importar principios y compromiso con los electores. Es insuficiente el espacio aquí para desarrollar este análisis crítico del liberalismo. Pero es necesario hacerlo si se quiere salir del simplismo de decir que el panismo atraviesa su decadencia. El panismo actual es lo que realmente podían ser.

Un análisis crítico de la política en Jalisco (y por supuesto en el mundo) debe considerar en serio que lo que no funciona es el orden político liberal en su conjunto, y no centrarse en las “malas personas” que corrompen las nobles instituciones.



En esta semana, en el programa radiofónico Cosa Pública de Radio Metrópoli / Notisistema, el lunes se reporta la valiente lucha de los ancianos que viven en la zona del Parque Morelos por defender sus hogares, el martes se entrevista a los principales directivos del Tribunal Latinoamericano del Agua, que sesionará por esta semana en el Paraninfo de la Universidad de Guadalajara (que así como les he criticado en otras ocasiones en esta ocasión es digna de reconocimiento su colaboración con el TLA), y el pasado miércoles entrevistaron a Romero Valle, diputado local perredista.

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