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jueves, febrero 08, 2007

RICARDO MONREAL-

Censura PDF Imprimir E-Mail
jueves, 08 de febrero de 2007

Ricardo Monreal Avila

Frente a la guillotina francesa, descendiente indirecta de "el potro" --célebre instrumento de tortura utilizado para arrancar confesiones y dar muerte a los condenados por la "Santa Inquisición" española--, el escritor y autor de célebres máximas francesas, Francois de la Rochefoucauld, escribió el siguiente pensamiento sobre los motivos más profundos de la censura: "los espíritus mediocres censuran generalmente todo aquello que no está a su alcance".
La decisión de la Secretaría de Gobernación de no permitir la transmisión de un programa especial de televisión y radio del PRD, donde se difunde el evento de toma de posesión de AMLO como "presidente legítimo" en el zócalo, el pasado 20 de noviembre, es un acto de censura inadmisible, que evidencia ignorancia jurídica, autoritarismo político y un miedo profundo a lo que significa la lucha de millones de mexicanos que siguen apoyando a López Obrador, al Frente Amplio Progresista y a la izquierda mexicana. O, por lo menos, una falta de respeto a los millones de mexicanos que, con independencia de su filiación política, creen en la libertad de expresión y exigen ser ellos, no un burócrata de Gobernación, quienes decidan qué ver y qué rechazar en cuestiones políticas.
La censura que pretende imponer la Secretaría de Gobernación es inconstitucional. Atenta contra la libertad de expresión y el derecho a la información, consagrados ambos en el artículo sexto de la Constitución. "La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral, los derechos de terceros, provoque algún delito o perturbe el orden público; el derecho a la información será garantizado por el Estado".
Al no existir una ley reglamentaria de este artículo ni criterios definitivos de la Suprema Corte de Justicia sobre lo que debe considerarse "ataque a la moral", "derechos de terceros" y "perturbación del orden público", en relación a la libertad de expresión y al derecho a la información, la SEGOB se está excediendo en sus facultades, competencias y atribuciones al censurar y evitar la difusión de este programa especial, que además es una prerrogativa de los partidos protegida por el COFIPE.
Los criterios que hasta ahora han argumentado la dirección de RTC y el subsecretario de de derechos humanos de la SEGOB (a saber, desconocimiento de las instituciones electorales, violación de los símbolos patrios, perturbación del orden público y ataques de derechos de terceras personas), son interpretaciones subjetivas, unilaterales y discrecionales, cuyo sustento no es otro que el personalísimo sentir, arbitrio y voluntad de estos burócratas de la censura. La SEGOB está actuando como juez y parte en este asunto, y esa es la más clara prueba de su actuación ilegal y autoritaria.
Hay que preguntarse: ¿qué moral resulta agraviada con la transmisión de este programa, cuando vemos que en horarios para niños esa misma autoridad permite la transmisión de programas de contenido sexual o de apología de la violencia? ¿Quiénes son los "terceros" que resultan perjudicados en sus derechos que no sean los directamente aludidos en la transmisión, que actúan como juez y parte y que no constituyen la opinión pública de este país? ¿Qué delito comete quien se proclama "Presidente Legítimo" en un país donde no se apercibe ni se amonesta la ignorancia y la confusión que genera un expresidente que cambia los apellidos, los títulos de las obras y las nacionalidades de los premios Nobel de Literatura? ¿Qué mayor perturbación del orden público puede generar un programa de televisión en un país donde los primeros dos meses del nuevo gobierno reporta 120 narcoejecuciones y un ascenso de la espiral de violencia a pesar de los megaoperativos policiacos?
El poder ejecutivo federal, que este año dispondrá de más de 700 mil horas en radio y televisión (por concepto de tiempos oficiales), para presumir sus logros de gobierno, y hacer alarde de su legitimidad y legalidad, tiembla y se enfurece frente a un programa de cinco minutos donde AMLO se coloca una banda presidencial y rinde protesta como "presidente legítimo" de México, teniendo por fondo un águila juarista.
Siguiendo a Rochefaucold, ¿qué es lo que no está al alcance de los censores del actual gobierno y que sí tiene AMLO? ¿Por qué molesta tanto un "candidato perdedor", que presuntamente "perdió sus casillas" y que "no volverá a levantar cabeza"? Sólo tengo dos explicaciones a la mano. El actual gobierno censura irracionalmente por dos resortes de "la condición humana": la duda y la envidia.
El gobierno duda de su legitimidad, por ello tiembla ante alguien que le disputa ese bien político escaso. El gobierno duda de su fortaleza, por eso teme a la precariedad de un programa de cinco minutos. El gobierno duda hasta de su sombra, por lo mismo repele a quien advirtió que sería su espectro y que lo traería "a mecate corto". El gobierno duda de que haya ganado la elección, por ello no quiere que le recuerden la disputa poselectoral. En suma, el gobierno que trae por todo el país un ejército de siete mil efectivos para proyectar seguridad, y el gobernante que se fotografía con casaca y quepí militares para presumir que la fuerza está de su lado, ambos se muestran inseguros y, por ello, censuran.
De la duda de sí mismo, nace la envidia al otro. Es muy probable que la censura obedezca también a la envidia de una toma de protesta masiva, popular, en medio de vítores, porras y proclamas muy sentidas como la que tuvo AMLO en el corazón histórico de México, el zócalo de la capital del país. Una toma de protesta "ficticiamente" real frente a la realmente ficticia que se vivió en San Lázaro el 1 de diciembre: rodeado de militares vestidos de civil, entrando furtivamente por la puerta de atrás, sin poder leer un discurso inaugural, con un estado de sitio real en un país democrático virtual, en medio de arcos de seguridad y no de arcos de triunfo.
Dejemos que la ciudadanía realice su propio juicio sobre lo que puede ver y no. Es increíble que en plena era de Internet, donde la libertad de expresión no tiene fronteras, Gobernación busque revivir en cuerpo y alma las acciones de Tomás de Torquemada, el Santo Inquisidor, el gran celador, el gran censor, no del Estado de Derecho, sino del Estado de derecha.

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