Censores |
jueves, 08 de febrero de 2007 | |
Indice Político Francisco Rodríguez Francisco Javier Ramírez Acuña llegó a la Secretaría de Gobernación precedido de una mala fama de intolerante. Sesenta y cinco días después de haber llegado al palacete de los Covián, el jalisciense confirma su ralea. Si ayer fue en contra de los globalifóbicos empleando la violencia y violentando los derechos humanos de éstos, hoy ataca el constitucional principio de libre expresión, aplicando la censura al programa de televisión que, por ley, debió transmitir el Partido de la Revolución Democrática los primeros días de este 2007. La censura, lo definen así las enciclopedias, es el uso del poder para controlar o aniquilar la libertad de expresión. La censura, dicen también, es característica de las dictaduras y de los regímenes autoritarios. ¿Es ese el tipo de gobierno que tenemos en México? Por supuesto que sí. Y es que por más que haya quienes se empleen en barnizar de democracia al garrote del gobierno de derecha que hay en México desde el 2000, el golpe se deja sentir lo mismo sobre periodistas que, en ejercicio de su profesión, señalan los yerros y dislates de quienes ejercen los poderes --políticos, empresariales, sociales, clericales y aún los del narco--, que partidos políticos opositores que "atentan" contra La Verdad del gobernante en turno. Nada de lo anterior es para extrañarse. En México gobierna una clase política ágrafa, semi-analfabeta, formada en dogmas que, por lo mismo, son intocables y por ende inatacables, so pena de ir al infierno de la represión o al limbo del cómplice silencio auto-impuesto. Barnizada de demócrata, la administración del señor Felipe Calderón actúa -no de acción, sino de pretensión- cual si la censura no estuviese institucionalizada, pero al ser los gobernantes en turno producto de una confusa mezcla de dogmas religiosos con discursos políticos, éstos se comportan más como organizaciones cual los Testigos de Jehová o el Opus Dei, que tienen bien ganada fama de represores de la libertad de expresión. En países como México, en apariencia democráticos, existe una censura más sutil, aunque no por ello menos efectiva: se utilizan medios de presión para eliminar programas críticos con el gobierno ya sea directamente de las televisiones o radios públicas, o a través de presiones políticas y económicas a los órganos de dirección de las privadas. Hay todavía otras más sofisticadas. La propaganda, por ejemplo, que de tan reiterativa y repetitiva trata de desdibujar a la crítica. El ejemplo local es la campaña "Para que vivamos mejor", frente al incremento de todos los productos de consumo básico, a partir de la especulación con el maíz. La manipulación de los medios, es otro tipo de censura con el que se trata de ahogar versiones contestatarias. Aquí el ejemplo sería el dar a conocer una encuesta, de dudosa metodología, que da al Ejecutivo 58% de popularidad. Información engañosa, pues, difundida con amplitud mediante el uso de recursos públicos. Pero Ramírez Acuña, el censor, no actúa autónomamente. Recibe órdenes. Por ende, Felipe Calderón acaba de ganarse un nuevo título: Censor. |
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