Ricardo Andrade Jardí El atentado en Progreso, que coincide con las peligrosas declaraciones de Manuel Espino, en las que nos advierte, a todos los latinoamericanos, que la meta de la derecha es recuperar todos los gobiernos de la región, inspirados en Calderón, quien, por cierto, se ostenta como "presidente constitucional", pero el legítimo es otro, de México, luego de que él y su partido se negaran a recontar los votos de una jornada electoral, que hasta los mismos jueces han calificado como plagada de inconsistencias e irregularidades, empezando con el hecho de que los "resultados oficiales" fueran los que dio a conocer el programa de cómputo suministrado, al IFE, ni más ni menos que por el cuñado del que hoy debe ser "admirado" como derechista y promotor del FOBAPRA, Fecal. El atentado en Progreso, que coincide con las peligrosas declaraciones de Manuel Espino, en las que nos advierte, a todos los latinoamericanos, que la meta de la derecha es recuperar todos los gobiernos de la región, inspirados en Calderón, quien, por cierto, se ostenta como "presidente constitucional", pero el legítimo es otro, de México, luego de que él y su partido se negaran a recontar los votos de una jornada electoral, que hasta los mismos jueces han calificado como plagada de inconsistencias e irregularidades, empezando con el hecho de que los "resultados oficiales" fueran los que dio a conocer el programa de cómputo suministrado, al IFE, ni más ni menos que por el cuñado del que hoy debe ser "admirado" como derechista y promotor del FOBAPRA, Fecal. El atentado en Progreso es un atentado político porque el narcotráfico, la prostitución y el fraude son también decisiones políticas. El atentado en Progreso es la consecuencia lógica de la impunidad estatal y federal, es la consecuencia de no esclarecer los atentados cometidos contra los periódicos POR ESTO! que se esconden en el archivero olvidado de la PGR y demás autoridades. Es también, no un intento de desestabilizar la contienda electoral próxima en el Estado, la de dejar claro que los que mandan son, presumiblemente, los mismos que nos desgobiernan. Las declaraciones chocarreras de nuestro alto y vacío gobernador exculpando rápidamente a sus presumibles financiadores y aliados (crimen organizado) en tiempos electorales son al mismo tiempo las señales represivas de lo que viene, y no tardaremos en escuchar y leer los sesudos análisis políticos de las voces a modo que nos harán ver la necesidad urgente de que los operativos militares, que se están implementando en el resto del país, lleguen a Yucatán lo más pronto posible, esas declaraciones, las del alto vacío, dejando entrever que se trata más bien de una campaña mediática con tintes electorales, son la mecha en polvorín para desatar la represión contra las voces disidentes de estudiantes, de ejidatarios, de maestros, de intelectuales, campesinos, burócratas, artistas y los "renegados" de siempre, que desde sus micropolíticas de resistencia empiezan a sumar esfuerzos comunes hacia nuevos imaginarios que rompan con los mecanismos de control y opresión que hasta ahora nos mantienen desorganizados y explotados. Las razones del atentado en Progreso por supuesto que son políticas, como lo es el narcotráfico o como lo son las redes de pederastas presumiblemente protegidas desde el gobierno de Patrón Laviada, pero nada tienen que ver con la organización social que ha empezado a gestarse y promete iniciar la demanda de juicio político contra una administración que se ha caracterizado por su cínica violación a las más elementales normas de legalidad jurídica, por no hablar de ética, que es precisamente lo que el prianismo local perdió cuando le apostó a la impunidad que permitió la llegada del narcotráfico al Estado con la violencia que lo caracteriza. Si las autoridades estatales y federales hubieran hecho lo que les corresponde a cambio de los ostentosos salarios públicos, cuando un grupo de sicario atacó al periódico POR ESTO! el atentado de Progreso, que es el primer aviso de la violencia desmedida, no habría sido posible. La impunidad imperó y los ciudadanos conoceremos sus nefastas consecuencias. |
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