México SA
La producción de maíz, problema de seguridad nacional
Fomenta el gobierno la concentración, especulación y acaparamiento
Desde la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América de Norte (TLCAN), cuando menos la producción y comercialización del maíz mexicano han ido de más a menos en detrimento de campesinos y consumidores, lo que ha facilitado el trabajo y las ganancias a los grandes consorcios nacionales y extranjeros que del país han hecho su gran negocio. En resumidas cuentas, del monopolio del Estado (Conasupo) se pasó al monopolio privado (Maseca, la mayor tajada, Minsa y Cargill).
Y en el centro de la concentración, la especulación, el acaparamiento y el desbarajuste (como en tantas otras actividades y sectores económicos del país), el indefenso consumidor, con un gobierno que fomenta y defiende el monopolio, pero ahora privado.
México no puede correr riesgos de escasez de alimentos, y la producción doméstica de maíz constituye un problema de seguridad nacional, por lo que habrá que movilizar todos los recursos humanos, financieros y de infraestructura, así como los técnicos y científicos para generar un entorno propicio para el desarrollo de este grano.
La anterior es la conclusión de un detallado estudio de la Universidad Autónoma de Chapingo (Situación y perspectivas del maíz en México; Dixia Dania Vega Valdivia Pablo Ramírez Moreno), que si bien data de 2004 traza lo que hoy acontece, entre otros elementos que el gobierno mexicano consistentemente ha permitido que las importaciones de maíz blanco de Estados Unidos sobrepasen las cuotas libres de arancel, sin aplicar los altos aranceles para el volumen fuera de cuota. El crecimiento de las exportaciones estadunidenses de maíz a México se debe, además del TLCAN, a otros factores como las reformas al sector agropecuario, las cuales se han orientado hacia la liberalización de la agricultura, reforzándose mutuamente.
Detalla que desde la entrada en vigor del TLCAN, México ha sido el principal mercado para el maíz (amarillo y blanco) estadunidense, con poca o ninguna importación de otros países, amén de que se han rebasado, permanentemente, las cuotas de importación establecidas para el maíz blanco procedente de Estados Unidos, lo que sin duda afecta a los productores nacionales de dicho grano.
La comercialización de la producción nacional de maíz (blanco y amarillo) en el mercado interno enfrenta serias dificultades por la competencia con las importaciones procedentes de Estados Unidos, las cuales han sido controladas en su mayoría por grandes empresas privadas, que desde 1999 son los únicos importadores, después de que el gobierno eliminó a la Conasupo.
Las importaciones presionan los precios domésticos a la baja, al nivel de los precios internacionales. Es decir, los principales importadores de maíz en México son a la vez los más importantes compradores de granos en el país y muchos son empresas trasnacionales de capital nacional o extranjero.
Los importadores mexicanos de maíz (ganaderos, fabricantes de alimentos balanceados, harineros y comercializadoras) reciben del gobierno mexicano la autorización para importar maíz de Estados Unidos sin el pago de aranceles, utilizando además créditos blandos, garantizados por el gobierno de Estados Unidos. Este financiamiento a tasas por debajo de las de mercado con plazos de pago hasta de dos años, es utilizado para comprar maíz mexicano.
El gobierno mexicano, al eliminar unilateralmente la protección, colocó a los productores nacionales en el mercado abierto sin ningún periodo de transición. Si respetara los cupos de importación de maíz, e incluso adecuara los calendarios de importación para evitar que se sobrepusieran a las cosechas nacionales, los precios a los productores en México se regirían por la oferta y la demanda interna, y el precio máximo del maíz blanco y amarillo tendría como tope el precio del maíz internacional más el arancel. Con ello, los productores mexicanos podrían impulsar sistemas de "administración de la oferta" que les permitieran mejores precios que los del mercado internacional.
Ante la imposibilidad de aumentar aranceles para el maíz y el frijol dentro de los acuerdos comerciales que tiene suscritos México, y considerando que en el caso del TLCAN prácticamente se ha desgravado totalmente la mayoría de productos agropecuarios, y otros como el maíz y el frijol lo harán en 2008, es impostergable que el gobierno mexicano respete los cupos de importación para dichos cultivos, e incluso adecue los calendarios de importación para evitar que se sobrepongan a las cosechas nacionales, lo que permitiría que los precios a los productores domésticos se rijan por la oferta y la demanda interna, mejorando con ello los precios en el mercado interno e incentivando la producción.
Además, la superficie sembrada de maíz ha crecido muy poco en las últimas dos décadas. No se ha fomentado la expansión del área maicera en México. Por el contrario, en especial después de la firma del TLCAN, se ha intentado en forma recurrente la reconversión productiva de las áreas maiceras de menores rendimientos, o con sistemas de producción que no son competitivos.
Y 2008, a la vuelta de la esquina.
Las rebanadas del pastel:
El presidente Vicenlipe Foxderón ofreció ayer su primera conferencia de prensa (sólo seis preguntas): "....Honestamente me siento muy contento, muy satisfecho con lo que hemos logrado... si se echa uno la mirada hacia atrás y mira el panorama que se vislumbraba para mi gobierno hace 50 días, hace dos meses, poco menos, incluso, pues era terriblemente más sombrío y desalentador de lo que ha resultado... hoy México vive con más tranquilidad y certidumbre de la que había al inicio del mandato y eso me llena de satisfacción... a pesar de los problemas de coyuntura (por coyuntura léase: pobreza, desempleo, narco, pérdida de poder adquisitivo, deuda social y lo que guste agregar) que estamos enfrentando, tenemos enormes posibilidades de avanzar... México está en orden y en paz...". Todo, en 45 días (sólo le faltó el ya clásico "me van a extrañar").
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