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miércoles, julio 12, 2006

LA REIVINDICACIÓN DE LA ENTREVISTA DEL PEJE

Nos llega el siguiente e-mail que, me parece, es muy bueno. Y digo que es bueno por que los primeros e-mails que recibí por la entrevista del peje con López DóriPAN eran de lectores encabronadísimos. PESTES y más PESTES por e-mail--vaya, hubo e-mails en los que de plano balconeaban que López Dóriga tenia departamentos en otros países, que era drogo de jóven, y quien sabe que más que no publicamos por que no tenemos manera de verificarlo.

Pero a mi en lo personal me pareció que con esta entrevista el peje nos reivindica a todos. Y eso es precisamente lo que expresa este e-mail:

Les suplico hagan el esfuerzo de leer completo este mail. No me interesa que lo publiquen pero tampoco me opongo. No importa.

Hoy me quedó claro, más que nunca, por qué apoyo a Andrés Manuel. Hace 18 años, en el zócalo, descubrí que mi visión del mundo era de izquierda, y poco a poco lo fui confirmando. A veces he sido radical en algunos aspectos, y no falta quién me llame soberbio.

Crecí en una familia de clase media que tenía que aparentar estabilidad, posición, etc. Aunque en las condiciones en que vivía era imposible, pues sólo eran apariencias, y la situación financiera de casa se tornó más y más dura, y la fachada social más y más ficticia. Soy un hijo de la crisis de los 80s.

Y fue exactamente durante la "Guerra" del Golfo que comencé a darme cuenta (ya lo intuía) que en general la televisión era un divertimento sin sentido. Es cierto que pueden haber cosas en la telera que tengan un cierto valor, pero en particular los noticieros me impactaron, sobre todo las imágenes de los bombardeos. Es decir, estaba yo ahí, a mis 18 años, viendo de reojo los bombazos mientras me arreglaba para ir a trabajar. De la bocina emanaban la insoportable voz de Zabludovsky, y las frenéticas intervenciones de Erika Vexler (se acordarán de "la respuesta será nu-clear, Jacobo, nu-clear").

Todo ese aparato de histeria empezó a despertarme tantas, tantas sospechas, que como una disciplina y una búsqueda, comencé por aquella época a leer La Jornada (fin de 1990, principios de 1991).

El caso es que fui más lejos y dejé de ver la tele, poco a poco. Me dije: "no la necesitas". Así que rara vez (por un partido de fútbol, o por las bellas gimnastas de las olimpiadas) estaría yo frente a un aparato tal. Empecé a descubrir no sólo que el ser humano puede vivir bastante bien sin la tele, sino que además vive MEJOR. Se necesita de una cierta tendencia o resistencia al aislamiento, pero se resiste bien. El insoportable silencio y la machacona soledad se volvieron más tolerables y hasta entrañables, y me alié a algunos libros, a la música (mi salvadora y mi razón principal de estar vivo) y a algunas disciplinas no religiosas de oriente. Pero más transcurría el tiempo, y más me daba cuenta de cómo me parecía menos a la gente que sí veía la tele. Y despotricaba contra ellos.

Mi decepción mayor fue al terminar la final del mundial de 1998, en la que estoy seguro que los franceses se arreglaron con Zagallo o por lo menos con Ronaldo para que el anfitrión ganara. Entonces, decidí no ver ni siquiera el pambol. Pensé, "si esto pasa en el mundial, ¿para qué carajo ver la liguilla o la Copa América? Un poco radical, aunque de repente veía fragmentos de programas. Empecé a luchar por demostrar que las tendencias eran inducidas, y recuerdo haber ido al cine casi obligado por mi novia a ver "El Titanic", y les eché a perder la función a varios. De plano ya en mis últimas dos mudanzas decidí no conectarme a ninguna antena y no ver tele para nada. Sólo películas en DVD. Incluso "Amores Perros" despertó enormes sospechas en mí cuando la lanzaron; temía que la exagerada popularidad de la película fuera producto de la mercadotecnia, y no de la calidad del trabajo de Alejandro González Iñárritu y sus actores. La ví hace apenas dos años y tuve que morderme la lengua, pues me gustó mucho.

Poco a poco empecé a vivir en un mundo apropiado para mí, sin tele ni radio... pero con periódicos e Internet: Descubrí que éste último incita a buscar, a investigar, a remover y comparar; mientras que la tele hacía más inútil a la gente. Pero con todo, tomé de una entrevista radial una frase de Silvio Rodríguez: "yo no quiero que la gente sea como yo, no quiero que hagan o piensen lo mismo que yo". Y así me fue más fácil entender la decisión de los otros de ver la tele.

PERO HOY LA HISTORIA HIZO JUSTICIA, HOY, JUSTAMENTE HOY...

...no tienen idea de cómo me reivindicó la "entrevista" de AMLO con López Dóriga (después de ver eso, pónganle el adjetivo que crean que merezca y sientan compasión por él). Hoy comprendí lo que es ser feliz, lo que significaron todos estos años de rebeldía contra los medios, los "hit parades", las tendencias, los rumores, etc.

Hoy vi a un sólo hombre, entero, oportuno, inteligente y fuerte, acudir a una trampa sin precedentes en la historia de la televisión mexicana. No había nadie más, tan sólo el murmullo terco, indecente y monocorde que insistía en "acabar con él de una vez por todas", hasta tratando de burlarse. Pero no era nadie. Era un fantasma, el ectoplasma de una consigna recibida esta misma tarde en una junta con el consejo de administración de Televisa. Lo que antes había sido un trabajador de la comunicación, se diluyó día con día, mes con año, y hoy desapareció ante la presencia de un líder con personalidad, que supo imponerse con la razón en un lugar en donde no circulaba la razón.

Hoy vi una vez más derrumbarse los planes de un grupo de gente inmoral, que no puede creer lo que está pasando, que pensó que nunca nadie iba a defender sus ideas y sus acciones tan contundentemente, que pensó que todo el mundo debía plegarse a sus caprichos e intereses. Hoy confirmé lo débil e inútil que puede ser esa mentira electrónica que tanto miedo me causaba al leer las distopías "1984", "Fahrenheit 451" y "Un mundo feliz". Hoy comprendí que sí, tienen miedo, mucho miedo. Este movimiento, como bien dijeron ustedes en el blog, ya rebasó los intereses políticos del país.

Esta "caída del sistema" que vi hoy en el blog (por supuesto no en la tele) me reconfortó tanto, que estuve a punto de olvidar lo que me pasó ayer.

Ayer terminé una amistad de 15 años con un compañero de trabajo - amigo, a fin de cuentas. Me insultó por Internet, primero como "en broma", por enviarle información sobre la realidad del proceso electoral del que aún no salimos. Trató de burlarse. Yo intenté hacerle entender que sólo eran trozos de información diferentes a lo que él veía en la tele, incluso le dije que ya no mandaría más si le molestaba. Pero él insistió en atacar, denigrar, insultar lo que no conoce, al grado de decir que todos los que seguíamos a AMLO en su lucha, somos pendejos. "¿Mi familia, que votó por él, también?". Insistió en insultar, y me di cuenta de que había confiado mi amistad a una persona incapaz de sustentar un punto de vista con razones o ideas claras. Decliné intercambiar más opiniones y sólo le pedí que no me escribiera más, debido a su poco respeto por los demás. Luego me escribió para justificarse (disculparse no, por supuesto) por "la confianza" que nos tenemos para hablar abiertamente y "echar desmadre". Sí, abiertamente, insultando detrás de un correo electrónico, sin ideas ni argumentos. Sólo vocablos torpemente hilados.

Eso es para el cobarde "hablar de frente". Apenas la semana pasada me rayaron con una llave el costado de mi coche por traer una calcomanía de "SONRÍE, VAMOS A GANAR". Fue EN LA COCHERA DE MI EDIFICIO. Es el colmo. Pero ahora ya sabemos a quiénes nos enfrentamos. A gente como Fox, que les tuvo miedo a los macheteros de Atenco cuando lo del nuevo aeropuerto. Por desgracia, hace poco el gobierno del Estado de México le hizo el favor de la venganza sin tener que ensuciarse las manos.

Duele, sí. Pero eso no detiene nada.

Hay que seguir. Nada vale tanto, ni una falsa amistad, ni un ídolo caído, ni un coche rayado, ni una cadena de miedo por Internet. Nada vale tanto como dar un paso adelante a la vez, y ninguno hacia atrás. Nada vale lo suficiente como para cambiarlo por este momento histórico que estamos viviendo. La democracia no se compra ni se recibe como regalo gratuito, se gana actuando y luchando con cerebro y corazón.


Una razón más para apoyar al peje en el 2006.

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