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lunes, abril 17, 2006

DE DEROCHOFILICOS Y PROFETAS TERRENOS.

Juan Enriquez Cabot en el Reforma:

Juan Enríquez Cabot.

Profetas...

Acaba semana non-sancta y siguen deambulando por gran desierto político tres profetas, el Cara Dura, el Irónico y el Ilumínati. Después de años de deambular entre tanto espino, entre grandes peñascos llenos de víboras e insectos ponzoñosos, no es sorprendente que muestren ya cierta fatiga, angustia y molestia. Se acercan a la tierra prometida pero cada vez la ven más lejos, el camino más duro...

Quizás por su aversión a todo lo que huela a santo, transparente y democrático, el profeta menor, el Cara Dura, se pasó esta semana atacando a sus propios seguidores. En triste cónclave flagelaba a sus pobres nazarenos gritando, amenazando, maldiciendo. Vaya, ni sus santas madres resultaron inmunes a la furia del Cara Dura. Muchos de sus acólitos, asustados, explicaron repentino ataque de diarrea verbal aduciendo que el profeta sufría revelaciones divinas. Quizás el taco de hongos que se tuvo que comer en el estado de México, o algún guiso tabasqueño, le llenaron la cabeza de demonios alucinógenos que le susurraban a los oídos "vas a tener más poder, vas a tener más poder...".

El hecho es que fulminaba con visiones apocalípticas gritando al cielo "con o sin ustedes yo voy a ser Presidente".Era tal su éxtasis, que el Cara Dura madreaba inocentes mesas por doquier demandando fuero eterno sólo para los suyos. Manotazos retumbaban y el profeta, usando la tremendísima voz del Dios Televiso, anunciaba que todos los seguidores de otros profetas o aun miembros de sus propias sectas serían condenados a un fuego eterno. Acto seguido los monjes del Cara Dura, en solemne sesión, observando al pie de la letra sus votos de silencio, aprobaron la lista completa de candidatos a beatificación en la Santa Iglesia de la Inmunidad Perpetua.

Mientras tanto, el profeta Irónico también sufrió semanita non-sancta ajetreada. Cansado de tanto sufrir en carne propia torturas medievales, este profeta intentó desviar penitencia hacia una linda monjita apodada la Poniatowska.
De pronto, dulce y talentosa musa apareció frente al gran inquisidor Azcárraga quien decretó que se le flagelara en público
.Pero resulta que esta dulce monjita ya se había enfrentado, en 1968, a demonios bastante más peligrosos.

Como unas cuantas flechitas no resultaron gran molestia, tuvo que salir el bufón de la corte, el enano Espino, a ver si podía distraer al público con linda hoguera. Intentó quemar libros, artículos, articulistas, historia y desde luego a la Poniatowska.

Orgulloso declaraba: "Pobre señora, me da pena". "Ya ven cómo es el presidente del PAN, peleonero..." y "Ahí vienen los siguientes spots". Pero siendo bufón, no cuidó detalles y resultó que intentó prender fogata con leña muy húmeda. Flamígeras palabras y spots carecían de credibilidad por lo cual no quemaron a la monjita, más bien acabaron haciendo chicharrón al pobre bufoncito. La última vez que se le vio iba camino al hospital a curarse tremenda quemadota.

Un tanto asustado por la falta de temor de las masas a los inquisidores, el profeta Irónico se refugió tras su ya tradicional rosario: "Yo no sé nada". "Yo no sé nada". "Yo no sé nada". Rosario útil porque de otra manera, si el Irónico se hubiera enterado que el banquero más Fobarpobo del país le financia la campaña, o que su partido le entregó las llaves de las telecomunicaciones a una compañía, o que su gente se divierte quemando monjitas... pues entonces no podría auto-apodarse el "manos limpias". Tendría que quitar aquellos tan acertados pósters donde cubre su propia cara con tremenda manota. Pero por fortuna las realidades terrenales no parecen afectar el estado de ánimo, ni lo que predica, el Irónico.

Finalmente al Ilumínati no le faltan ni adeptos, ni credibilidad. Más bien su problema es al revés. Todos le creen. No tiene que gritar, maldecir, dar madrazos. Cuando deja entrever que va a mandar al infierno a muchos, incluyendo a Roberto Hernández, los banqueros y Televisa le creen. Cuando pregona: primero los pobres, le creen.

Y por tanto, entre las minorías, es decir entre ricos y poderosos, en cena tras cena, de manera callada y cuidadosa, se escuchan ya más y más voces temerosas.Quizás el temor se acentúe porque a lo largo y ancho de América Latina hay mucho profeta que pregona el evangelio de mueran los ricos.

Chávez deshace civilización atacando y atracando no sólo a quienes claramente lo merecían sino a toda una clase social. Lo siguen discípulos en Bolivia, donde nacionalizan con singular felicidad, y en Ecuador, donde arden las calles porque no quieren libre comercio.

Como le creen al Ilumínati muchos empiezan a actuar en consecuencia. Entre ciertos grupos se empieza a escuchar "prepárate". Se posponen o cancelan inversiones. Crece la venta de dólares. Se rumora otra tormenta sexenal. Y es que esto es lo normal. En la última transición hubo respiro. Pero hubo cuatro megamadrazos previos. (Y aquel errorcillo de diciembre nos sigue costando más que cualquier otro programa discrecional del gobierno).

Algunos responsables de las finanzas del país a veces avivan el fuego. Dejan entrever, en privado, dentro y fuera del país, que de llegar un profeta en particular pudiera haber macro-líos. Argumentan que su edificio financiero pudiera tambalearse, pero no por haber escondido dentro de Pemex una deuda mayor a la que contrató directamente este gobierno.

Tampoco tiene que ver el que casi todo el pastel económico se reparte a nivel familiar entre oligopolios.

Y claro, las constantes batallas educativas poco influyen en la mediocridad estudiantil, la falta de empleo y de nuevos negocios. No. La explicación es que un profeta asusta y ahuyenta el crecimiento y el empleo prometidos.

Pero sí es cierto que este profeta atrae tanto fanático que un gran grupo ya decidió que esta vez no va a perder. Y si pierde seguramente se debió a algún complot. La Ley Televisa acentúa y refuerza esta paranoia.

De llegar a perder, habrá quienes se levanten en misión divina para lograr lo justo, lo inevitable. Para muchos seguidores, no hay marcha atrás.

El problema no son tanto las profecías o acciones específicas, hasta ahora, del Ilumínati. El problema es la cantidad de personas que le creen con todo corazón. Hay quienes lo creen capaz de cualquier bondad y hay quienes opinan que pudiera cometer cualquier barbaridad.

Y por eso es tan importante que este profeta, si quiere no sólo ganar sino también gobernar, cuide cada vez más lo que pregona y cómo se entiende lo que ordena. No vaya a ser que diversas profecías se vuelvan realidad...

Lo dicho, muchas voces dan por un hecho que esta ya la ganó el señor López.

Una razón mas para votar por AMLO y la mayoría perredista al Congreso.


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