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lunes, abril 17, 2006

BERLUSCONERÍA AZURRA DE JICAMA Y HORCHATA.

Este articulo de Roberto Zamarripa en el Reforma está de pelos:

Roberto Zamarripa.

¿Arepa o pizza?.

"En este momento existe un abuso de poder dominante que no puede ser tolerado en ningún país democrático. Hacen falta reglas, debemos crear una competencia abierta, que ahora no existe, en el mercado televisivo.
Cuando hay dos grupos que acaparan más del 90 por ciento del mercado y cuando la contratación de publicidad está tan concentrada como ahora, resulta difícil decir que existe libertad de mercado".

No son palabras de los senadores Dulce María Sauri o Javier Corral. No. Es la explicación de Romano Prodi, el nuevo primer ministro italiano, tras su triunfo electoral en Italia. Es el trazo del mapa, hecho el pasado miércoles 12, de cómo levantar el tiradero que le dejó un lustro de gobierno de Silvio Berlusconi.

Un tufo de berlusconería ronda el ambiente y empequeñece las comparaciones de Andrés Manuel López Obrador con Hugo Chávez.La simplificación del discurso político que quiere exasperar y crispar el ambiente recuerda la última fase de la campaña electoral italiana, donde Silvio Berlusconi -candidato de la coalición de derecha Forza Italia- atacó directamente a los votantes de la centro izquierda llamándolos "coglionis" (idiotas), algo muy parecido a la ofensa de Manuel Espino y Felipe Calderón contra la escritora Elena Poniatowska.

La berlusconería tiene que ver con la descalificación del entorno y de las entidades participantes que pueden ejercer alguna autoridad en el curso de la política. Calderón igual que Berlusconi, lanzó acusaciones contra la prensa porque no se fija en sus propuestas sino sólo en el escándalo como si atrás de la propaganda negriazul estuviera algo más que una ocurrencia.

Berlusconi, como primer ministro, siempre tuvo la tentación de controlar al Banco Central. En México, del fanatismo por la autonomía de los organismos financieros rápidamente se pasa a la misma tentación del control. Calderón dijo en León hace unos días que usaría la fuerza del gobierno para intervenir en el Banco de México y eliminar los "cortos" en la política monetaria. ¿Y la autonomía? Bien, gracias.


Silvio Berlusconi y José María Aznar compartieron gobiernos y decisiones. El español califica a Berlusconi como un hombre "hecho a sí mismo, que debe su éxito únicamente a su talento y a su esfuerzo". No repara, ni por equivocación, sobre cómo Berlusconi construyó su poder ni sobre los sobornos en el Poder Judicial o al uso del gobierno -del poder público- para fortalecer los monopolios privados.

Aznar vino a solicitar el voto de los mexicanos en favor de Calderón, de similar manera como respaldó las políticas corruptas de Berlusconi. Dios los hace y ellos conspiran.

El discurso de Berlusconi está muy bien fraseado por los distintos voceros mexicanos. Si pierdo, decía Berlusconi, llegarán los comunistas y vendrá el desastre. Si pierdo, dice Vicente Fox o las versiones similares de Madrazo, Calderón y Espino, llegará el populismo y vendrá el desastre.

La berlusconería mexicana -Forza México- también se bate en campaña en defensa de intereses específicos. Es irónico cómo los voceros de Forza México alegan que en Venezuela hay control monopólico de los medios de comunicación, cuando en una decisión electoral fortalecieron el duopolio televisivo y un despojo de bienes de la nación en materia de espectro radioeléctrico al aprobar la Ley Televisa.

La berlusconería italiana significó un lustro de gobierno donde de las expectativas de crecimiento económico pasaron a la frustración por la parálisis; donde se constituyó un poder omnímodo, que fusionó la política con el emporio mediático y se confundió la pluralidad política con el espectáculo televisivo.
Donde la corrupción fue blindada desde el Poder Legislativo y desde las oficinas del primer ministro.
Así Berlusconi pudo librar una docena de acusaciones por malversación, fraude fiscal, falsificación de balances y cooperación con la mafia.

El riesgo en México de aplicar a pie juntillas el discurso mentiroso de la berlusconería es arrastrar la elección presidencial a una crispación que nuble y haga inentendibles los resultados electorales.Tras su derrota electoral por escaso margen, Berlusconi, como buen tramposo, simplemente dijo: aquí nadie ha ganado. Alegó fraude y promovió la confusión del resultado.

La berlusconería necesita cómplices. Y en ello el IFE parece esmerarse en ser una entidad animadora del enredo.Allá como aquí, se ha diseñado un poder político fundido con el mediático; allá como aquí, quien lleva el segundo lugar de preferencias lanza la propaganda sucia e insulta a los electores. Allá como aquí, la coalición de derecha invoca al desastre en caso de perder.

La berlusconería mexicana se pinta sola. Es azzurra como Berlusconi y tan vulgar como él. Si de comparaciones se trata, hay cosas que saben más a pizza que a arepa... hasta con salsa Tabasco.

Una razón mas pra votar por AMLO y la mayoría perredista al Congreso.


Nota :-Este artículo, pienso, está bueno para enviarlo por Mail. ¿Uds. que opinan?.

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