NOTAS DE ARGENPRESS

Luz en el conflicto minero

Por: Julio Pomar

Fecha publicación: 19/04/2007

Desde que la actual Secretaría del Trabajo, encabezada por Javier Lozano Alarcón, decidió hacer bueno el dictamen de la Procuraduría General de la República sobre la falsificación de firmas en la que por más de un año se pretendió montar el atraco contra la autonomía del Sindicato Minero, y por lo tanto regresarle su registro legal (toma de nota) al comité encabezado por el dirigente depuesto por el foxismo, Napoleón Gómez Urrutia, empezó a abrirse una luz firme y positiva en la suerte del propio sindicato y en la de su dirigente real.

En un ambiente festivo, pero sobre todo de decisión y de lucha, el martes 17 se inició la III Convención Nacional Extraordinaria de este sindicato, en su propio local social de la ciudad de México, la cual sin duda habrá de ratificar el liderazgo de Gómez Urrutia al frente de la agrupación. Es incontestable el apoyo mayoritario que este dirigente tiene en las bases sindicales, para nada enturbiado tras 14 meses de lucha. También es incontestable que el foxismo actuó con trampa y con dolo extremo contra este gremio de trabajadores, y ahora ello se advierte tras la decisión de la actual administración de corregir el desaguisado legal, político y laboral del anterior titular de la STPS, Francisco Salazar Sáenz, quien con su maniobra pretendía tapar el crimen industrial de Pasta de Conchos, en que perdieron la vida 65 mineros del carbón en febrero del 2006.

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Complicidad en la matanza

Por: Gerardo Fernández Casanova

Fecha publicación: 19/04/2007

Hago referencia al excelente artículo de Rolando Cordera, publicado por La Jornada el 15/04/07 bajo el título “Privilegios que matan”, en el que comenta la información surgida de la Auditoría Superior de la Federación relativa al tratamiento de privilegio a los grandes grupos empresariales, nacionales y extranjeros, aplicado por la autoridad fiscal mexicana, que tiene su contraparte en la sistemática discriminación de los más pobres, por lo menos, en lo tocante a la distribución de los recursos públicos. El artículo remata con una conclusión lapidaria: “Caminar hacia la izquierda se vuelve con los días cuestión de supervivencia y de auténtica seguridad nacional, y no estará mal que de ello tomara nota la propia izquierda política”.

Cuando en la palestra la derecha vocifera contra el aborto, bajo el argumento de la defensa de la vida, los hospitales públicos languidecen por falta de recursos y la gente muere por enfermedades curables, o por falta de agua potable, o por hambre o por tantas otras causas propias de la miseria en que se encuentra la mitad de la población, incluidas la “gastritis crónica” de una anciana indígena de la Sierra de Zongolica y la muerte de mujeres por abortos clandestinos. Es indudable que si los recursos públicos, en vez de regalarse a los grandes empresarios, se destinaran a la atención de las necesidades de la gente, se estaría actuando realmente en defensa de la vida.

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