Derechos Humanos
El Presidente Felipe Calderón --a quien millones de sus compatriotas consideran un mandatario espurio por haber sido ungido a resultas de un fraude electoral, aceptado, inclusive, en su dictamen final, por el propio Tribunal Electoral que lo ungió-- pretende reformar ciertos artículos de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos para permitirle intervenir en los asuntos internos de otros países.
Esos asuntos internos son los relacionados con los derechos humanos, su reconocimiento, defensa y vigencia.
Dicho de otro arreo, el señor Calderón pretende convertirse en un Catón mundial de los derechos humanos y, de esa guisa, presionar a otros gobiernos, particularmente los de izquierda en la América indo, afro e ibérica, como son Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Venezuela, Uruguay e inclusive Paraguay, a quienes el poder en Estados Unidos considera "enemigos" o no afines en alguna modalidad.
Pero Rosario Green, quien fue secretaria del despacho de Relaciones Exteriores durante el sexenio de Ernesto Zedillo, y preside ahora la Comisión senatorial en la materia, le enmendó la plana a don Felipe: primero, dijo, hay que respetar los derechos humanos en México.
Y es que nuestro país es uno de los principales violadores y conculcadores de los derechos humanos en el mundo.
Por lo pronto, es el número uno en torturas, el quinto en violaciones a los derechos humanos y el séptimo en secuestros, desapariciones forzadas y asesinatos de periodistas o disidentes políticos.
Con ese historial tan negro, el gobierno mexicano debiera, como bien dice la senadora Green, empezar por su casa, como todo buen juez.
ASIMETRÍAS
Fausto Fernández Ponte
Contra el Pueblo
I
Para millones de mexicanos, la forma de organización económica prevaleciente es ajena a lo planteado por nuestra Carta Magna, promulgada en 1917 a resultas de una guerra fraticida terrible.
Esa guerra --la Revolución Mexicana, épica y, a la vez, epopéyica y poseída, por sus móviles, por una honda mística reivindicatoria social-- costó la vida a un millón de connacionales.
Ese precio fue muy alto, sobre todo si se toma en cuenta que al concluir la década de 1910 a 1920 la población de México era de entre 10 y 15 millones de personas. Pereció, pues, el 10 o casi 8 por ciento de la población.
Para comprender la magnitud de ese sacrificio acuda el caro leyente al método comparativo: el diez por ciento de la población de México hoy sería de más de diez millones de personas.
Desde esta perspectiva que nos ofrece un cotejo comparativo, cualquier mexicano del presente tendría que reflexionar acerca de los motivos de esa lucha tan costosa en sangre de mexicanos.
Esos motivos, sería la reflexión, debieron haber sido muy poderosos, insalvables aun para la vía de la negociación política que no se dio porque los personeros del poder se nutrían de la soberbia.
Cierto. La arrogancia del poder --tanto el formal, emblematizado en Porfirio Díaz, como el fáctico-- se sustentaba sobre la fuerza represiva y la corrupción rampante y la práctica del maiceado. No se hacía política.
El maiceado es un coloquialismo que identifica una institución mexicana. Como si se le diera maíz --acción de maicear-- a un ave, se le da dinero a un político que vendería su voluntad o su lealtad.
II
Si la práctica del maiceado para subordinar voluntades y lealtades fallaba, el poder empleaba otras alternativas: la censura extrema, por ejemplo: el secuestro --o la desaparición forzada--, la tortura y el asesinato.
Como hoy, precisamente. Y, como hoy, existía, asimismo, el cerco mediático: silencio en torno a los opositores y sus actividades. Silencio y, por añadidura, descrédito. La prensa de entonces ignoró a los Serdán y Flores Magón.
Pero ellos no cejaban. ¿Qué los motivaba? ¿Cuáles eran sus razones para oponerse a Díaz, exponiendo con ello sus vidas y las de sus familias? ¿Por qué luchaban contra una dictadura que simulaba la democracia?
Esto nos lleva al fin del periplo reflexivo que concluye con la percepción de que las causas de la Revolución Mexicana debieron haber sido --de hecho-- abrumadoramente poderosas para su realización heroica y accidentada.
Las causales de la Revolución Mexicana fueron miríada. No hubo una causa preponderante sobre las otras aunque así pareciese y todavía parece, a casi un siglo de su inicio convencional --el de 1910--.
Esta Revolución se fue gestando desde fines del siglo antepasado --el XIX--, con sucedidos y ocurrencias no muy diferentes, en lo histórico e historicista, de los registrados hoy. Represión en todas sus formas. Atenco. Oaxaca. Pasta de Conchos.
En 1896, hubo muchos brotes de descontento, movilizaciones sociales. En 1906, lo mismo, estallidos de irritación obrera y campesina. La masa depauperada mostrábase acrecentadamente embravecida.
Se respondía con garrotazos. El poder, sordo e insensible a las demandas populares --como hoy-- e inepto, corrupto e indiferente a las necesidades del pueblo sólo reaccionaba de dos maneras: a palos. O con simulación. Y maiceo.
III
La institución del maiceo tiene un propósito estratégico: cooptar. Y hoy como ayer --en el porfiriato--, el poder formal (y el fáctico también) emblematizado en el partido (de) Acción Nacional coopta al PRI.
Y éste --el PRI-- osténtase, sedicente, como heredero de la Revolución Mexicana, denominándose, inclusive, Partido Revolucionario --sí, revolucionario-- y, como añadido de colmo, hasta Institucional.
La Revolución alcanzó su apogeo ideológico --suma de las reivindicaciones causativas de este movimiento social telúrico-- en un decálogo, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, de enorme trascendencia.
Pero esa trascendencia del decálogo ha sido modificado parcialmente unas 600 veces, para ir desmantelando sus enunciados sociales porque los herederos de la Revolución no son revolucionarios, sino lo opuesto, contrarevolucionarios.
Ese desmantelamiento del entramado social de la Constitución --que dicho sea a la pasada el poder en los hechos no acata y no pocas veces desacata impunemente-- ha tenido un efecto perverso.
Y ese efecto perverso es que se ha vuelto, en un giro macabro del continuum de la historia, a las causales mismas de la Revolución Mexicana y sus manifestaciones iniciales en los siglos XIX y XX.
Véase: la reivindicaciòn axial de este sismo social fue la de recobrar para el pueblo de México la soberanía sobre su patrimonio nacional. Hablamos de petróleo y otros tesauros de importancia estratégica.
Por estos días, el PAN y el PRI --contrarrevolucionarios y antisociales por antonomasia y maiceo oportunista-- intentan revertir esa reivindicaciòn axial. Ceder el control del patrimonio nacional a intereses privados.
Glosario:
Axial: Pivotal. De eje.
Decálogo: Relativo a los 10 mandamientos de la Ley de Dios. Conjunto de normas o consejos que son básicos para el desarrollo de cualquier actividad humana.
Sedicente: Se aplica irónicamente a la persona o institución que se dan asimismas tal o cual nombre o oncidicón, sin convenirle el título o estatus que se atribuye.
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