Carlos Salinas de Gortari. Reportaje Formado en el equipo de Carlos Salinas de Gortari y cuajado en el gobierno de Ernesto Zedillo, fogueado en el sector de la hacienda pública como un soldado del neoliberalismo, Luis Téllez Kuenzler forma parte del gabinete calderonista con dos particularidades: el hecho de que, como pocos, conoce los entresijos de ese sector y el de las finanzas públicas, y los fuertes intereses que compartió hasta hace muy poco tiempo en negocios internacionales dentro del campo de las telecomunicaciones... precisamente el que controlará ahora como titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes Hombre cercanísimo a Carlos Salinas de Gortari, a quien sirvió de puente con Ernesto Zedillo en los candentes días de la aprehensión del hermano incómodo de aquél por su presunta autoría intelectual en el asesinato de Francisco Ruiz Massieu, el secretario de Comunicaciones y Transportes, Luis Téllez Kuenzler, transitó por la administración pública federal durante 21 años, de 1979 al 2000, tiempo en el que conoció las entrañas del gobierno y acopió información económica y política que luego puso al servicio de grandes empresas nacionales y extranjeras.
Aún no concluía su licenciatura en economía en el ITAM, carrera que cursó simultáneamente con la de derecho en la UNAM, cuando, a la edad de 21 años, se incorporó como analista en la Secretaría de Hacienda -primero bajo el mando de David Ibarra Muñoz y luego, en el último año, de Jesús Silva Herzog- en el gobierno de José López Portillo, cargo en el que estuvo hasta 1982.
Al gobierno de Miguel de la Madrid entró hasta 1986, pues en los años permaneció en Estados Unidos, en donde cursó el doctorado en el MIT (Massachussets Institute of Technology), cuna académica de muchos quienes luego formaron los equipos económicos de los siguientes sexenios. En esa administración se incorporó al equipo de Salinas, entonces secretario de Programación y Presupuesto y, desde esa época, feroz contrincante de Jesús Silva Herzog, secretario de Hacienda, por la candidatura priísta a la Presidencia de la República.
Téllez llegó como asesor de Pedro Aspe -también egresado del MIT y subsecretario de Programación y Presupuesto- en 1986. Al año siguiente Aspe lo ascendió a director de área, y una vez destapado Salinas como candidato presidencial, Aspe quedó como titular de la SPP y se llevó a Téllez como su coordinador de asesores. En diciembre de 1988, Salinas, presidente ya, nombró a Pedro Aspe secretario de Hacienda, y éste se designó a Téllez director general de Planeación Hacendaria, cargo en el que duró hasta 1990.
Y si ya llevaba casi diez años conociendo las entrañas del sector financiero, en ese cargo le tocó a Téllez allegarse y manejar información clave sobre el desempeño económico del país. él lideraba la operación de todo el sistema de movimiento de fondos del gobierno federal; llevaba el registro de las cuentas corrientes de depósito, en dinero y valores, y de todas las operaciones crediticias de las dependencias federales; controlaba el sistema de información hacendaria de los estados y municipios, y también todo el sistema de información económica, financiera y fiscal de la secretaría, en el que incorporaba la información sobre las principales variables financieras y hacendarias del gobierno federal, del Departamento del Distrito Federal y de las empresas paraestatales.
De su despacho como director general de Planeación Hacendaria salían las propuestas de política financiera y crediticia del gobierno federal, que luego aprobaban, primero el subsecretario Guillermo Ortiz, y luego el titular Pedro Aspe. También en su oficina se originaban las propuestas de política bancaria, monetaria y de divisas del gobierno federal, así como las fuentes, montos y objetivos de los programas financieros de las entidades paraestatales.
De hecho, ese puesto fue el que catapultó a Luis Téllez. Fueron tales las prendas que se le reconocieron que el propio presidente Salinas lo nombró, en 1991, subsecretario de Planeación en la entonces Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos -a cargo de Carlos Hank González- desde donde fue artífice de la reforma salinista de 1992 al campo, mediante la cual se liberaban las tierras y se ponían a disposición del mercado. Duró en el cargo hasta marzo de 1994.
Pero no sólo Salinas reconocía el desempeño diligente de Téllez. También Ernesto Zedillo quiso hacerse de sus servicios. A finales de aquel mes, destapado Ernesto Zedillo como candidato sustituto del PRI a la Presidencia de la República tras el asesinato de Luis Donaldo Colosio, invitó a Téllez como su coordinador de asesores. Factor de enlace Cuando Zedillo era ya presidente electo, Luis Téllez coordinaba el equipo económico de la transición y le tocó participar en aquella célebre reunión del 19 de noviembre de 1994, en casa de Salinas, en la que Zedillo pedía que el gobierno saliente devaluara el peso, para que el entrante no iniciara con una medida de esa magnitud y cargara con los costos económicos y políticos y, sobre todo, con la irritación social. En su libro de memorias, Salinas dice que él estaba dispuesto, si era necesario, a devaluar, pero que Pedro Aspe su opuso de manera contundente. Luego vendría el "error de diciembre".
Ya investido presidente, Zedillo invitó a Téllez para hacerse cargo de la -poderosa en tiempos de Salinas- Oficina de la Presidencia, aquella que ocupó el siempre enigmático superasesor presidencial José Córdoba Montoya hasta el 29 de abril de 1994, pues prefirió irse a Washington, tras la muerte de Colosio, para ser representante de México en el Banco Interamericano de Desarrollo.
Y si bien no tenía el aura, la omnipresencia y el poder de Córdoba -aun por sobre todos los secretarios de Estado- como jefe de la Oficina de la Presidencia Téllez concentraba la información más íntima y reservada de la Presidencia de la República. Cualquier decisión de Zedillo no pasaba sin ser conocida por Téllez, a veces afinada o sugerida por él.
En ese cargo, en el que duró de diciembre de 1994 a mediados de 1997, Téllez no sólo fungía como asesor del presidente, sino que vigilaba y daba seguimiento a los acuerdos, programas y órdenes que aquél instruía; coordinaba los gabinetes especializados -el económico, el agropecuario, el de relaciones exteriores, el de desarrollo social y el de seguridad nacional. También atendía, tramitaba y respondía las solicitudes de audiencias con Zedillo, y hacía el seguimiento de las resoluciones adoptadas.
Como jefe de la Oficina de la Presidencia, a Téllez le tocó servir de puente entre Salinas y Zedillo cuando fue aprehendido y encarcelado Raúl Salinas de Gortari, acusado de haber ordenado el asesinato de Francisco Ruiz Massieu. Ya en la cárcel, al "hermano incómodo" se le imputaron otros delitos, como el de enriquecimiento ilícito.
Téllez atendía las llamadas de Salinas desde el extranjero en las que el ex presidente lo reconvenía -para que Téllez se lo hiciera saber a Zedillo- sobre el manejo de prensa que se daba fuera del país, contrario a su persona, en temas como el asesinato de Colosio y la crisis económica propiciada por el error de diciembre. También Téllez fue el encargado de llamar a Salinas al diálogo con Zedillo cuando, ya detenido el hermano Raúl, aquél hizo su "huelga de hambre", bien arropado en una casa pobre de San Bernabé, en Monterrey, y bien hidratado con agua Evian de importación.
Por teléfono, Téllez le informó a Salinas que Zedillo deseaba una reunión con él. Lo convenció. El 3 de marzo de 1995 fue el encuentro, de dos horas -ellos solos-, en casa de Arsenio Farell, reveló Salinas en su libro de memorias.
También en ese cargo, Téllez fue, por instrucciones de Zedillo, el primero en establecer contactos con el gobierno de Estados Unidos para pedirle auxilio ante la hecatombe propiciada por la devaluación de diciembre. El salto A mediados de 1997 Zedillo consideró que el cargo de jefe de la Oficina de la Presidencia le quedaba chico a Téllez, aparte de que pensaba reorganizarla, dividirla. Entonces le dio la oportunidad de dar el salto: lo nombró secretario de Energía en octubre de 1997, en sustitución de Jesús Reyes Heroles González Garza, quien se fue a Washington como embajador de México en Estados Unidos.
Desde esa posición, Téllez le dio rienda suelta a sus ideas económicas, que ya perfilaba desde sus tesis de licenciatura y doctorado, de abrir el país a la competencia, de reducir la presencia del Estado en la economía y darle mucho más juego a la inversión de particulares, aun en áreas estratégicas reservadas al Estado. De hecho pasó lo primeros seis meses, como secretario, recorriendo el mundo en busca de compradores de las plantas petroquímicas mexicanas.
Se enfrentó entonces con legisladores que lo acusaban de hacer "su regalada gana" con el patrimonio de la nación, pues se la había pasado vendiendo petroquímicas, dando concesiones a particulares para distribución y venta de gas y decidiendo nuevos porcentajes de participación extranjera en áreas estratégicas en materia de energía.
En el ámbito petrolero se le reconoció habilidad para hacer coincidir intereses y voluntades de Arabia Saudita, Venezuela y México y lograr la recuperación de los precios del petróleo a mediados de 1999.
Meses antes debió pasar el trago amargo por el fracaso de su reforma constitucional en materia de energía eléctrica para permitir la participación de inversión privada, nacional y extranjera, en ese sector. Perdida la hegemonía del PRI y el gobierno en el Congreso, la iniciativa de Téllez simplemente no pasó, por mucho que Zedillo y el propio Téllez desplegaron una vasta campaña en medios para convencer a la opinión pública de las bondades de la iniciativa.
Cosas del destino: entre los principales opositores a la iniciativa se contaban los diputados del PAN que, instruidos por Felipe Calderón Hinojosa, entonces líder nacional del PAN, rechazaron por "inconstitucional y antinacional" la propuesta presidencial. En el gobierno de Fox, Calderón, como secretario de Energía, reconoció públicamente que fue un error haberse opuesto a esa iniciativa.
Con el fin de la administración de Zedillo, Téllez concluyó también su paso por el gobierno. Decidió incursionar en la iniciativa privada. Muchas empresas se lo peleaban, toda vez que la información privilegiada que poseía, sus enormes conocimientos adquiridos en 20 años en la alta burocracia y toda la red de contactos que estableció en ese tiempo, hacían apetecibles sus servicios.
Nunca estuvo Téllez sin chamba. Apenas dejó el gobierno, el Grupo Desc lo invitó a ser su vicepresidente; también fue socio y miembro del Consejo de Administración de este holding. Desc es uno de los grupos industriales más importantes en México, con ventas de aproximadamente 2 mil 200 millones de dólares y cerca de 14 mil empleados; través de sus subsidiarias participa como líder en los negocios de químicos, alimentos, autopartes y bienes raíces.
También fue consejero de Fomento Económico Mexicano, S.A de C.V. (FEMSA), el consorcio embotellador de productos Coca-Cola más grande de América Latina y la segunda empresa cervecera más grande del país. Entre muchas otras, FEMSA es propietaria de la cadena de tiendas OXXO. Eugenio Garza Sada fue el fundador del grupo, en cuyo consejo de administración abundan los apellidos Garza, Sada, Zambrano y muchos otros de rancio abolengo.
Todavía hasta hace pocas semanas, información de la Bolsa Mexicana de Valores incluía su nombre como consejero propietario de Grupo México, la minera propiedad de la familia Larrea Mota Velasco que compró Cananea y recientemente tuvo responsabilidad en el accidente ocurrido en la mina Pasta de Conchos, en Coahuila, donde perecieron 66 mineros, cuyos cuerpos todavía no han sido rescatados.
También fungió como codirector gerente en México de la división América del Norte del conglomerado estadounidense de inversiones The Carlyle Group, señalado en numerosos países por sus presuntas ligas con las mafias de venta ilícita de armas. Un perfil elaborado por el Consejo Económico y Social de la ONU dice de Carlyle:
"Esta compañía poco conocida se hizo inesperadamente importante después del 11 de septiembre (de 2001), porque comenzó a interesarse en sectores tales como la biodefensa, la seguridad informática y las tecnologías de protección más sofisticadas. Carlyle Group es, en este momento, uno de los fondos de inversiones privados más poderoso del planeta. Realiza 'operaciones con efecto de palanca' (LBO, Leverage Buy-Out), que consisten en comprar sociedades y revenderlas más tarde con una ganancia importante a fin de remunerar a los fondos de pensiones que les confían sus capitales, salvo cuando toma participaciones en la industria de armamentos, pues en ese caso conserva su participación, seguramente porque estima que tiene asegurada una alta rentabilidad.
"Administra 13 mil millones de dólares de activos, participa en 164 empresas y sus beneficios actuales se elevan a 16 mil millones de dólares. Tiene relaciones de negocios con unas 450 instituciones, entre ellas bancos (ingleses, alemanes, franceses, coreanos), compañías de seguros, emires árabes, fondos de pensión públicos y privados..."
Señala que Carlyle, además de ser el undécimo proveedor de armas del Pentágono, se interesa también en las tecnologías de la información, en la biotecnología y en la industria farmacéutica, pero fundamentalmente se concentra en los sectores que con la ola privatizadora mundial han pasado del sector público al sector privado: las industrias de la defensa, aeroespacial y de telecomunicaciones... Justo el área, ésta última, que Luis Téllez empezó a dirigir por encargo de Calderón.
El 21 de noviembre, en una entrevista difundida en Radio Fórmula, Téllez le aseguró a Joaquín López-Dóriga que la noche anterior había suspendido su colaboración como consejero de la iniciativa privada.
(Carlos Acosta Córdova/APRO) |
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