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lunes, octubre 09, 2006

ASÍ ANDAN LAS COSAS POR EL IMPERIO.

Ley fascista.

Víctor Flores Olea.
09 de octubre de 2006.

Ya no se discute si el gobierno de George W. Bush es una versión siglo XXI del nazifascismo. No es el pueblo de Estados Unidos sino su versión gubernamental, con las "culpas" que merezca la ciudadanía que lo eligió en dos ocasiones cabeza del Ejecutivo. Con el agravante de que la "Ley de Comisiones Militares" fue azuzada en el Legislativo por Bush, dado que sería favorable para su partido en la elección de representantes el próximo noviembre.

Tal ley confirma que la democracia es pateada hoy hasta en sus "clásicas cunas", "pasando" leyes fascistas con tal de obtener mayor número de votos. Los principios de la democracia son violentados por quienes se jactan de hacer guerras para "ampliarla" en el mundo. Su objetivo se concentra en unas cuantas palabras: mayores ganancias, dominación.

Se ha informado: el Senado de Estados Unidos aprobó, por 65 votos contra 34, una ley que autoriza la tortura (se le llama pudorosamente "técnicas de interrogación"), que anula el derecho de los detenidos a conocer las razones de su encarcelamiento, que cancela además las obligaciones de ese país con las Convenciones de Ginebra (sobre la guerra), eliminando para los extranjeros (también los inmigrantes legales) el habeas corpus, antecedente del juicio de amparo.

Estas normas déspotas se aplicarán a quien el presidente de Estados Unidos declare "combatiente enemigo ilegal", pudiendo ser detenido indefinidamente sin acceso a un tribunal.
Todavía: la ley otorga una suerte de amnistía al personal militar estadounidense que haya cometido crímenes de guerra en los últimos años (tortura, encarcelamiento clandestino, desapariciones, etc), lo que redefine por primera vez las Convenciones de Ginebra.

El gobierno de Bush practica, desde el 11 de septiembre de 2001, esta violencia ilegal e inmoral, pero ahora presionó al Congreso para que lo cubriera por dos razones: una decisión de la Suprema Corte declarando ilegales las cárceles clandestinas de "la lucha antiterror", condenando la tortura y ordenando que todos los detenidos que no habían sido sometidos a juicio fueran llevados a tribunales. La otra razón: las próximas elecciones y el "mensaje" a la opinión pública de que el partido republicano mantiene su firmeza en "la lucha antiterror".

El escándalo ha sido denunciado por prestigiadas voces estadounidenses, como el director ejecutivo del Centro de Derechos Constitucionales, Vincent Warren, para quien esta legislación "otorga al presidente un privilegio de reyes, permitiéndole encarcelar a cualquier crítico como supuesto ´combatiente enemigo´, que jamás será llevado a un tribunal o tendrá la oportunidad de cuestionar su detención. ¿Qué diríamos si otro país aprobara una ley haciendo legal el secuestro de un ciudadano estadounidense y su detención indefinida?".

Otras severas opiniones en contra: Molly Ivins, comentarista política, afirma que "la ley desecha limitaciones legales y morales cuando el presidente decida que es necesario (hacerlo); hablamos de principios fundamentales de decencia básica, y de la ley. Solicito a los que la apoyaron que me ahorren una aflicción: que no se sorprendan cuando el mundo nos compare con los nazis".

En The Washington Post, Ariel Dorfman publicó un artículo en que se pregunta cómo es posible que ahora se considere oficial la tortura política en Estados Unidos.

"¿Estamos tan moralmente enfermos, sordos, mudos y ciegos que no entendemos que la tortura significa la última corrupción moral y legal? ¿Estamos tan destruidos que ahora aceptamos que la gente sea torturada en nombre de Estados Unidos?".

Ex abogados militares de alto rango fueron al Congreso para repudiar la ley, advirtiendo de sus graves consecuencias. El almirante John Hutson, quien fue el abogado militar de mayor rango en la marina, declaró que sin la protección del habeas corpus "seremos nada más que otra república bananera".

The New York Times , en su editorial "Una tiránica ley antiterror", sostiene que "nuestra democracia es la gran perdedora", y que los estadounidenses recordarán en el futuro que "en 2006 el Congreso aprobó una ley que será vista como uno de los momentos más bajos de nuestra democracia."

Es un escándalo que el gobierno de George W. Bush, después de señalado oficialmente como mentiroso por pretender que Irak disponía de "armas de destrucción masiva" y cómplice de Al- Qaeda, para justificar su invasión, se atreva ahora a implantar una ley tiránica y fascista como la descrita.

Estos son los tiempos que vivimos, que nos llegan también en su peor versión con el muro ignominioso que se construye para separarnos.

Escritor y analista político

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