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lunes, mayo 08, 2006

LA HISTERIA PRESIDENCIAL.

Denise Dresser en el Reforma:


Denise Dresser.
Leña al fuego.

Alimentando la ira. Elevando el encono. Montándose sobre la polarización y profundizándola. Así va por la política el Presidente del país. Así se comporta quien debería ser árbitro neutral pero prefiere ser participante parcial. Vicente Fox convertido en porrista, cuando debería evitar serlo e incluso parecerlo. Vicente Fox metiendo las manos en la contienda electoral, cuando debería mantenerlas fuera de ella. Vicente Fox en campaña, cuando debería limitarse a contemplarla.

Y generando con ello la acusación de una elección de Estado, de una elección inequitativa, de una elección amañada que después podría ser cuestionada.

Palabra tras palabra, el Presidente tira leña al fuego y amenaza con incendiar la casa de todos.Quizás ya no debería sorprender el mal uso de la institución presidencial. Desde el inicio de su sexenio, Vicente Fox se ha especializado en ponerla al servicio de las decisiones más cuestionables. La popularidad como método para asegurar la gobernabilidad.

La ambición política de su esposa. La búsqueda de consensos con la parte más podrida del PRI. El desafuero. La candidatura de Santiago Creel. La Ley de Radio y Televisión. La demanda a la revista Proceso. El "y yo por qué", ante circunstancias complejas que requerían decisiones difíciles. La silla presidencial utilizada para ignorar, para evadir, para crear problemas en vez de resolverlos.Pero ahora -más que nunca- los peores instintos podrían sabotear los buenos desenlaces. Los prejuicios presidenciales podrían fomentar la posibilidad de un conflicto post-electoral. Los temores del hombre que habita Los Pinos podrían minar la transición pacífica que debería darse allí.

El odio de Vicente Fox a AMLO se ha vuelto una obsesión. Algo que por primera vez le quita el sueño. Algo que va más allá de la actitud confrontacional e impide una respuesta racional. Otra vez el país presencia al Vicente Fox del desafuero. Otra vez México padece al Vicente Fox empeñado en aniquilar al adversario. Al Presidente rijoso. Al Presidente descalificador. Al líder faccioso que usa a las instituciones para polarizar en vez de gobernar.

Porque cada vez que Vicente Fox usa el peso de la Presidencia para determinar quién debe ganarla el 2 de julio, pone en riesgo el 3 de julio. Porque cada vez que Vicente Fox lanza diatribas contra AMLO, le da armas a quienes quisieran salir a las calles a defenderlo. Porque cada vez que el Presidente habla de mantener el mismo caballo, sugiere que estaría dispuesto a cualquier cosa para evitar el triunfo de otro jinete. Y esa actitud podría ser letal para un país que necesita apostarle a la vía institucional. A la equidad incuestionable. A la elección impoluta que nadie trata de amarrar a priori y nadie trata de cuestionar a posteriori.

Al actuar como lo hace, Vicente Fox crea la impresión de una elección del establishment. De una elección de Estado contra quienes han sido sus víctimas. De un Presidente que dobla las reglas de juego para asegurar su resultado. Lo que unos celebran como el derecho legítimo del Presidente a pronunciarse, otros critican como el derecho ilegítimo del Presidente a involucrarse. Lo que unos celebran como un avance de la libertad de expresión, otros critican como un retroceso que facilitará la impugnación.

Y a pesar de que la Suprema Corte le pidió al Presidente prudencia, ha decidido no ejercerla. Hablando del "tendedero" en el que se convertiría la residencia presidencial de arribar un "populista" allí. Demostrando cuánto está dispuesto a luchar para evitarlo.

Y sí, AMLO ha contribuido a polarizar a la población. Pero ahora el Presidente también lo hace. Y sí, AMLO habla de los ricos y los pobres. Pero ahora el Presidente se posiciona del lado de los primeros y manda a la policía tras los segundos. Porque lo que muchos mexicanos perciben como la preservación del "Estado de Derecho" en Atenco, muchos condenan como simple represión. Lo que ciertos sectores perciben como el monopolio legítimo de la violencia, otros denuncian como puro linchamiento.

Brote de violencia tras brote de violencia -a lo largo y a lo ancho del país-, el reto de la gobernabilidad se hace presente. El problema de las divisiones de raza y clase se hace evidente. El enfrentamiento entre los diferentes Méxicos que forman parte del mismo país se hace cada día más obvio.Y ése seguirá siendo el caso, gane quien gane.

El próximo Presidente se enfrentará al clima de confrontación que todos los candidatos han colaborado para crear. El próximo Presidente tendrá que lidiar con el ambiente tenso que Vicente Fox, al vivir con la boca abierta, ha ayudado a encrispar.

Los zapatistas y los macheteros y los floricultores y los mineros y los miembros del Comité de Huelga de la UNAM y los pobres seguirán allí. Exigiendo, demandando, bloqueando, insultando, vociferando. Frente a ellos, la tarea del vencedor será desarmar. Concertar. Dialogar. Incluir. Apaciguar. Ofrecer opciones. Ofrecer rutas institucionales en lugar de gases lacrimógenos. Usar la autoridad del Estado cuando sea posible y la fuerza pública sólo cuando sea necesario. Reconciliar al país consigo mismo.

Eso es algo que Vicente Fox debería recordar cada vez que descalifica de tajo a AMLO. Cada vez que habla de populistas peligrosos y por qué es necesario aniquilarlos. Con esas palabras rabiosas, el Presidente está cerrando puertas. Bloqueando salidas. Mandando el mensaje de que cualquier candidato que no sea el suyo no tiene derecho a ser escuchado. Mandando el mensaje de que no será posible dirimir los conflictos en las urnas y que será necesario hacerlo en las calles.

El Presidente está promoviendo una causa que inevitablemente producirá efectos: el cuestionamiento a la imparcialidad; la duda con respecto a la institucionalidad; el riesgo de una elección definida no con votos sino con golpes.

Al hablar de "la patria en peligro" el Presidente contribuye a volverla así. La histeria presidencial contribuye a la endeblez institucional.Y por ello, el comportamiento del hombre que ganó gracias a la equidad que promovió Ernesto Zedillo deberá cambiar.

Y por ello, es tiempo de exigirle a Vicente Fox que gobierne para todos los mexicanos y no sólo para quienes saldrán a votar por el PAN. Es momento de demandarle que asuma las obligaciones de jefe de Estado y no sólo administrador del gobierno. Es tiempo de exigirle que guarde silencio en vez de gritar consignas. Es momento de demandarle que use la autoridad que tiene para asumir la responsabilidad que le fue encomendada. Es tiempo de pedirle que apague fuegos, en vez de apilar leña frente a ellos.

Una razón mas para votar por AMLO y la mayoría perredista al Congreso.

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