Discurso del presidente legítimo de México, Andrés Manuel López Obrador,
durante la Tercera Asamblea Informativa de la Convención Nacional
Democrática, en el Zócalo de la Ciudad de México
Amigas y amigos;
Representantes del Gobierno Legítimo de México;
Dirigentes, militantes y simpatizantes de los partidos del FAP;
Miembros de organizaciones sociales;
Ciudadanos todos:
Agradezco sinceramente su participación en esta Tercera Asamblea de la
Convención Nacional Democrática.
Celebro que a más de un año del fraude electoral del 2 de julio, se
mantenga vigente el espíritu de lucha y la decisión inquebrantable de
abolir el régimen de corrupción y privilegios para construir, desde abajo
y con la gente, una nueva República, donde lo fundamental sea la felicidad
y el bienestar del pueblo y no domine el poder del dinero sobre la
dignidad de los mexicanos.
Hoy reitero, aún con mayor firmeza, que las instituciones están
secuestradas y al servicio de una minoría rapaz; que la Constitución se
viola flagrantemente; que impera la impunidad; que la llamada sociedad
política está podrida y que sólo el pueblo puede salvar a la nación.
Para quienes piensan que exageramos, basta recordarles la forma tan cínica
en que el presidente espurio ha venido pagando favores y facturas a
quienes le ayudaron a cometer el fraude electoral y lo impusieron.
Allí está el caso de la alianza que mantiene Calderón con las cúpulas del
PRI a cambio de la impunidad de los gobernadores de Puebla y de Oaxaca; o
su contubernio con Elba Esther Gordillo, a quien le entregó prácticamente
la Secretaría de Educación Pública, la Lotería Nacional, el ISSSTE y el
manejo de los fondos de pensiones de los Trabajadores al Servicio del
Estado; o el reciente remate de la empresa pública, Aeroméxico, para
beneficiar a José Luis Barraza, expresidente del Consejo Coordinador
Empresarial y al grupo de Banamex de Roberto Hernández.
Pero lo que mejor describe a Calderón es su sometimiento servil a quienes,
desde el extranjero, imponen la actual política económica que ha llevado a
la ruina al país; que ha obligado a millones de mexicanos a emigrar y que
mantiene a la mayoría de la población en la pobreza.
La política del gobierno usurpador se orienta exclusivamente a cumplir la
agenda del Fondo Monetario Internacional. Por eso se llevó a cabo la
reforma a la Ley del ISSSTE, se impuso la llamada reforma fiscal, que no
es más que aumentar impuestos a trabajadores, comerciantes y pequeños y
medianos empresarios. Y ahora con la llamada reforma energética, se
pretende profundizar en la privatización de la industria eléctrica y,
sobre todo, lo que más ambicionan: apoderarse del petróleo, que es
propiedad del pueblo y de la nación. Como es obvio, es ésta voracidad la
que los llevó a consumar el fraude en 2006, a violar el orden
constitucional y a dar el golpe de Estado.
De ahí la importancia de haber resuelto entre todos, desde la primera
Convención Nacional Democrática, que serían dos las tareas fundamentales
de nuestro movimiento: defender la economía popular y el patrimonio de la
nación y, al mismo tiempo, trabajar en la organización de la gente para
transformar la vida pública del país.
En este marco, les informo que hemos hecho todo lo posible por denunciar y
contener la actual política económica antipopular y entreguista.
Constantemente hemos señalado que, mientras en lo que va del año, el
salario mínimo aumentó en 4 por ciento, los precios, desde la tortilla
hasta el pan, pasando por el gas, la gasolina, la luz, el pollo, la leche,
la carne y el huevo, se han incrementado en 35 por ciento en promedio. Es
decir, los precios de la canasta básica han aumentado 7 veces más que el
salario.
Hemos participado en manifestaciones en contra del alza de precios y para
exigir un aumento salarial de emergencia; nos opusimos a la reforma a la
Ley del ISSSTE y promovimos que se interpusieran alrededor de medio millón
de amparos en contra de dicha reforma; estamos participando en la campaña
para impedir que se lleve a cabo la entrada en vigor de la cláusula del
Tratado de Libre Comercio, que dejará abierta la importación de maíz y
frijol del extranjero.
Nuestros legisladores del Frente Amplio Progresista, consiguieron que se
apoyara a adultos mayores del país con una pensión alimentaria de 500
pesos mensuales que, aunque todavía es insuficiente, en algo ayuda ante la
difícil situación económica y social que se está padeciendo. También,
contra el afán de seguir asfixiando económicamente a las universidades
públicas, se han conseguido para estas instituciones, donde estudian los
más pobres, aumentos presupuestales considerables.
Aquí quiero destacar la actitud consecuente del Jefe de Gobierno de la
Ciudad de México, Marcelo Ebrard Casaubon, quien no sólo ha continuado con
la política social de apoyo a los adultos mayores; a madres solteras; a
personas con discapacidad; con los programas de atención médica y
medicamentos gratuitos; con el establecimiento de escuelas preparatorias;
con el apoyo a la Universidad Autónoma de la Ciudad de México; con la
entrega gratuita de útiles escolares; si no que ha resuelto no aumentar el
precio del transporte público; ni de la leche Liconsa, y ha llevado a la
práctica nuevas acciones como la entrega gratuita de uniformes escolares,
el otorgamiento de becas para todos los estudiantes de preparatoria del
Distrito Federal y el establecimiento del Seguro del Desempleo.
En contraste, el gobierno usurpador, además de permitir la escalada de
precios en los artículos básicos, promovió que los diputados del PRI y del
PAN, aprobaran el aumento a la gasolina y al diesel, que originalmente
entraría en vigor a partir del mes de octubre, pero que ante las protestas
generalizadas, tuvo que posponerse su aplicación para enero próximo.
Aquí aprovecho para exponer que enero será, si no lo impedimos, un mes
negro, de carestía, muy difícil para la economía popular, porque se
pretenden dar tres golpes al mismo tiempo: el aumento a las gasolinas y al
diesel; los aumentos de impuestos por la llamada reforma fiscal y la
apertura de las fronteras para la importación de maíz y de frijol que
afectará a los productores nacionales.
En consecuencia, les propongo que a partir de ahora, todos expresemos
nuestro rechazo por éstas medidas injustas, inmorales y antipopulares,
llevando a cabo las acciones acordadas en ésta Asamblea.
Ahora bien, amigas y amigos asambleístas, nuestro movimiento está obligado
a jugar un papel de suma importancia ante la inminente decisión, del
gobierno usurpador y de sus aliados, de entregar el petróleo a
extranjeros. Este propósito entreguista viene de tiempo atrás y explica el
por qué, desde 1983, en vez de modernizar la industria petrolera y
convertirla en palanca del desarrollo nacional, han optado deliberadamente
por arruinarla y tener el pretexto para venderla y convertirla en un
negocio privado.
Recordemos que el 18 de marzo de 1938, el presidente Lázaro Cárdenas del
Río, llevó a cabo la expropiación del petróleo, para devolver al pueblo de
México, esta riqueza que estaba en manos de compañías extranjeras.
Con esta decisión histórica, ese gran estadista, ese presidente patriota,
no sólo hizo valer la soberanía nacional, sino que abrió el horizonte a la
economía del país. Baste decir que actualmente, a pesar de la corrupción y
el mal manejo de la industria petrolera, de cada peso del presupuesto
público, 40 centavos provienen del petróleo.
A casi siete décadas de la expropiación, en buena medida, el país se ha
desarrollado por el dominio que la nación ejerce sobre el petróleo y de
eso depende, en mucho, el futuro de nuestro pueblo.
Sin embargo, en los últimos 25 años, los gobiernos neoliberales, han
tratado con saña a las empresas públicas del sector energético, porque
reitero, siempre han buscado justificar o tener el pretexto para
privatizar la industria eléctrica y el petróleo.
Durante este periodo, la política energética ha sido manejada con
perversidad y de manera irresponsable. Lo único que les ha importado es
vender cada vez más petróleo crudo al extranjero, haciendo a un lado la
exploración de nuevos yacimientos y, sobre todo, dejando en el abandono la
refinación y la industria petroquímica.
Por más de dos décadas, la exploración de nuevas reservas se redujo a la
nada. Desde entonces, prácticamente toda la producción ha dependido de los
campos descubiertos en los años 70, sobre todo, del yacimiento de
Cantarell en el mar de Campeche y de los pozos en Chiapas y Tabasco.
Con respecto al gas, los tecnócratas nunca vieron la importancia
estratégica que llegaría a tener este energético. De 1983 a la fecha, la
producción de gas sólo aumentó el 2 por ciento anual; mientras que durante
el mismo periodo, la demanda interna por este producto creció a una tasa
de más del 4 por ciento. La peor parte de esta absurda política
tecnocrática la han resentido la refinación y la petroquímica. A las
empresas vinculadas a estas actividades se les privó de recursos para su
expansión y modernización. Desde hace 25 años no se construye una nueva
refinería y por eso estamos importando 300 mil barriles diarios de
gasolina, que podríamos estar produciendo en nuestro país, generando
empleos para los mexicanos. Es más, es tan absurdo lo que han hecho que
este año vamos a comprar gasolina en el extranjero con un valor de 10 mil
millones dólares, exactamente lo que costarían las tres refinerías que
necesita el país para ser autosuficientes en este combustible.
En suma, el sector energético no ha tenido prioridad en los planes
gubernamentales y México se ha convertido en exportador de crudo e
importador de productos con mayor valor agregado. Todo esto nos ha llevado
a una gravísima situación de dependencia. Estamos comprando en el exterior
la cuarta parte del gas que necesitamos en el país y el 40 por ciento de
la gasolina que consumimos.
Por si fuera poco, en México, la electricidad y el gas, le cuestan más al
consumidor y al empresario, que en Estados Unidos y que en otros países
del mundo.
Ante este panorama y esgrimiendo la falta de recursos económicos para
sacar adelante la industria petrolera, y curiosamente ahora, en que el
precio del petróleo se acerca a 100 dólares por barril, el gobierno
usurpador pretende consumar la fechoría de entregar a extranjeros ésta
riqueza de la nación.
Este gran atraco significaría no sólo dejar a México sin la posibilidad de
desarrollo futuro, sino perder, tal vez para siempre, nuestra soberanía
como país libre e independiente. Para decirlo históricamente: la derecha y
sus aliados del PRI nos quieren regresar al porfiriato.
Por ésta razón, informo a ustedes y al pueblo de México, que el día de
mañana daremos a conocer un proyecto alternativo para evitar la entrega
del petróleo al extranjero y, al mismo tiempo, rescatar y desarrollar esta
industria nacional, para convertir a México en una potencia energética.
Estamos en uno de los momentos más críticos para la nación y convoco a
todos a reflexionar y a unirnos en el proyecto alternativo para el rescate
del sector energético. El gobierno espurio ha emprendido una ofensiva para
desacreditar a Pemex, diciendo que pierde dinero y que no tiene ni
recursos ni tecnología para las tareas que enfrenta. Esto es rotundamente
falso. Pemex, a pesar de la corrupción y del mal manejo, genera cada año
un gran superávit, antes de impuestos, de 60 mil millones de dólares, más
del 6 por ciento del producto interno bruto. Es la empresa más rentable
del país (extraer un barril de petróleo nos cuesta 4 dólares y se vende en
70 dólares, fundamentalmente porque no se le paga renta a la naturaleza).
Además, Pemex es la segunda petrolera con mayor flujo de efectivo del
mundo.
Los impuestos que pagó el año pasado fueron de 60 mil millones de
dólares, equivalentes al 38 por ciento del presupuesto del gobierno
federal y a más de tres veces, lo que pagaron de impuestos sobre la renta
todas las empresas privadas del país.
Si Pemex no invierte lo suficiente, es porque el gobierno se lo confisca
todo. En cuanto a la tecnología, es falso que no se pueda contratar, y lo
más importante es que tenemos los técnicos mexicanos para asimilarla y
desarrollarla tal como se hizo desde 1938, hasta principios de los años
80. No olvidemos que, contra todos los pronósticos de las compañías
extranjeras, Petróleos Mexicanos, en 1938, salió adelante en sus
operaciones, como puede lograrlo, con más razón ahora, con casi 70 años de
experiencia de nuestros trabajadores y técnicos. Sólo los tecnócratas
acomplejados y vende patrias, pueden argumentar que hoy Pemex no puede y
que su entrega al sector privado, nacional o extranjero, es la única
salvación.
La política de fortalecimiento energético que proponemos, sin apertura al
capital privado, ni nacional ni extranjero, implicaría en una primera
etapa, invertir con carácter de urgente, 400 mil millones de pesos que se
destinarían a la exploración de nuevos campos, al desarrollo de los
yacimientos de gas natural, a la perforación de nuevos pozos, a la
construcción de tres nuevas refinerías, a la modernización y ampliación de
plantas petroquímicas, y al mantenimiento de las instalaciones petroleras.
Como es lógico, la pregunta obligada es ¿de dónde saldría tanto dinero? La
propuesta que hacemos es que estos fondos se obtengan de dos maneras: por
un lado, proponemos que se reduzca el gasto corriente y de operación del
gobierno en 200 mil millones de pesos, en una primera instancia. Esto
implica, entre otras cosas, reducir a la mitad el sueldo de los altos
funcionarios públicos de los tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y
Judicial.
Significaría también suprimir las partidas para el fondo de ahorro
especial; gastos médicos mayores; pensiones a expresidentes y bonos
discrecionales para los altos funcionarios públicos; así como muchos otros
privilegios con que cuenta la alta burocracia que se ha convertido en una
de las castas más favorecidas del mundo.
Aclaro que no proponemos reducir el gasto en inversión, en obra pública,
en educación y salud, ni en programas de apoyo a los más desprotegidos;
sino reducir el gasto burocrático y el destinado a la operación del sector
público, donde se ha registrado el incremento más cuantioso en los años
recientes.
Conviene decir que el gasto corriente del sector público, del año 2000
hasta la actualidad, subió de 714 mil millones de pesos a un billón 466
mil millones; es decir, se duplicó. Tengamos en cuenta que el presupuesto
aprobado para el año próximo será de 2 billones 569 mil millones de pesos.
Y nosotros estamos proponiendo un ajuste en el gasto corriente y de
operación de 200 mil millones de pesos, que sólo representa el 8 por
ciento, monto que se destinaría al fortalecimiento del sector energético.
Por otro lado, proponemos que todo el excedente que se obtenga por encima
del precio del petróleo aprobado por la Cámara de Diputados, se invierta
en el desarrollo del sector energético.
Para tener una idea del potencial de esta medida, si se mantuviera el
precio internacional actual del petróleo por un año, este excedente sería
de más de 200 mil millones de pesos. Al respecto conviene recordar que,
como nunca en la historia, durante el gobierno de Fox, el sector público
recibió recursos presupuestales del petróleo del orden de 335 mil millones
de dólares y tan sólo de excedentes por los precios altos del petróleo, se
recibieron 10 mil millones de dólares por año en el trienio de 2004 a
2006. Y la desgracia fue y sigue siendo, que todo ese dinero, en vez de
destinarse a modernizar a Pemex, a promover el desarrollo de México y a
garantizar el bienestar del pueblo, se derrochó en beneficio de la alta
burocracia o se fue por el caño de la corrupción.
De modo que sí se puede, que sí hay forma de contar con recursos sin
cometer la gran traición de entregar el patrimonio del pueblo y de la
nación a extranjeros. Sí hay de otra, sí tenemos un proyecto alternativo.
Mañana los secretarios y técnicos del gobierno legítimo darán a conocer
nuestra propuesta y sus detalles.
De todas maneras, amigas y amigos, no podemos ser ingenuos ante el desafío
que tenemos por delante. No podemos atenernos. No podemos atenernos y
esperar a que el gobierno usurpador actúe con responsabilidad y anteponga
el interés nacional ante las ambiciones de las minorías. Es más, a estas
alturas ya resulta evidente que Calderón se ha comprometido a cumplirles a
quienes ambicionan el negocio del petróleo y ya están, como siempre,
poniéndose de acuerdo las cúpulas del PRI y el PAN para dar línea a sus
diputados y senadores, con el propósito de reformar la Constitución o las
leyes secundarias que permitan esta felonía, este acto de traición a la
patria.
Por eso, les convoco a que desde ahora iniciemos una campaña nacional de
información, pueblo por pueblo, colonia por colonia, barrio por barrio,
casa por casa y que al mismo tiempo, empecemos a organizar círculos de
reflexión y análisis y a recoger propuestas de acciones para la
resistencia civil pacífica que impidan cualquier reforma o cualquier
maniobra que signifique la entrega del petróleo.
Preparémonos para llevar a cabo acciones de resistencia civil pacífica en
todo el país, bajo tres criterios básicos: la no violencia, el no afectar
a terceros y poner en práctica medidas eficaces que realmente cumplan con
el propósito de mantener el petróleo bajo el dominio de la nación.
Les propongo que se integre la Comisión Coordinadora para la Defensa del
Petróleo encargada de organizar todo este proceso. Les propongo a las
siguientes personas: la maestra Ifigenia Martínez, Claudia Sheinbaum,
Jesusa Rodríguez, la diputada por Campeche, Layda Sansores, la senadora
por Tabasco, Rosalinda López, Bertha Maldonado y Alfredo Jalife ¿Están de
acuerdo?
Estemos atentos y empecemos a trabajar en esta histórica tarea. La
comisión nos presentará en esta plaza pública, un informe de las
propuestas que haga la gente y aquí entre todos decidiremos. Si antes no
hay necesidad, les propongo que nos volvamos a reunir el 18 de marzo, en
la conmemoración del 70 aniversario de la Expropiación Petrolera; pero si
las circunstancias lo exigen, les llamaría con carácter urgente para
emprender de inmediato la movilización contra la entrega del petróleo.
Amigas y amigos:
Quiero agradecer a ustedes y a muchos mexicanos más, el apoyo y la
solidaridad con el pueblo de Tabasco. Gracias a la generosidad de la
gente, se han enviado víveres y ayuda a los damnificados, pero hace falta
más. Por eso los convoco a que sigamos apoyando en la medida de nuestras
posibilidades.
También les informo que hace tres días presenté una demanda penal para que
se castigue a los responsables de esta tragedia y se reparen los daños de
los afectados. Tenemos todas las pruebas de que estos lamentables hechos
ocurrieron, precisamente, por la política privatizadora de la industria
eléctrica que sólo busca el afán de lucro sin tomar en cuenta la seguridad
de la gente.
Es cierto que llovió bastante y que había luna llena, pero lo que inundó a
Villahermosa y a otras partes del estado, fue que abrieron las compuertas
de la presa Peñitas y dejaron caer 2 millones de litros cúbicos por
segundo, durante tres días consecutivos. Todo ello por no generar energía
y mantener lleno el embalse para dar preferencia a las plantas privadas
extranjeras, las cuales ya le venden a la Comisión Federal de
Electricidad, el 31 por ciento de la energía que consumimos en el país.
Que quede claro: la tragedia de Tabasco pudo evitarse y aunque sabemos que
en México impera la impunidad, estamos decididos a acudir a instancias
internacionales para exigir justicia.
Asimismo les informo que nuestro movimiento siempre ha estado atento a la
violación de los derechos humanos y defendiendo a las víctimas. Y nos
hemos sumado al Frente Nacional contra la Represión que promueve, entre
otros, la muy querida y admirada, doña Rosario Ibarra de Piedra.
Como ustedes saben he continuado con mi recorrido por todo el país. Hasta
ahora he visitado y llevado a cabo asambleas en mil 9 municipios. Les
informo que han aceptado el compromiso de formar parte de este gobierno
del pueblo más de un millón 700 mil ciudadanos. A finales del año próximo,
terminaré de recorrer los 2 mil 500 municipios del país y esperamos contar
para entonces con la participación de 5 millones de representantes del
Gobierno Legítimo de México.
Amigas y amigos:
De mis reflexiones íntimas, quiero compartir con ustedes mi optimismo:
estoy seguro que con perseverancia y organización, vamos a poder cambiar
este país de manera pacífica. Sí podemos sacar a México del atraso en que
se encuentra y mejorar las condiciones de vida y de trabajo de nuestro
pueblo.
Tenemos dos recursos fundamentales: en primer término, contamos con un
pueblo extraordinario, generoso, noble, trabajador, no enfermo ni de
codicia ni de odio. Un pueblo que no busca venganza, si no justicia.
Un pueblo con una cultura excepcional que viene de lejos y de la cual se
desprende su enorme vocación de trabajo. Ahí está el ejemplo de los
migrantes, de los que por necesidad se han visto obligados a abandonar el
país. Allá, a pesar de todo han podido salir adelante y ya están enviando,
cada año, remesas a sus familiares por 25 mil millones de dólares. De modo
que la pregunta que debemos hacernos es: ¿por qué aquí, esos mexicanos, en
su tierra, en su patria, no tienen oportunidades? Esto es inaceptable y es
motivo de vergüenza.
Esta es una razón más para rebelarnos ante la opresión a la que está
sometido nuestro pueblo y liberar su fuerza creadora y su talento para
engrandecer a México.
El otro importante recurso son nuestras extraordinarias riquezas
naturales. A pesar de que nos han saqueado por siglos, todavía tenemos con
que desarrollar al país. Hay petróleo, gas, buenas tierras para la
producción agropecuaria, agua, litorales, bosques, selvas y un invaluable
patrimonio histórico y cultural. Todo es cuestión de que estos bienes de
la nación no se queden en unas cuantas manos, sino que se utilicen de
manera racional y los beneficios se distribuyan con justicia.
Es inadmisible que, teniendo un pueblo trabajador y valiosos recursos
naturales que muchos envidiarían, México sea hoy el país con menos
crecimiento económico en toda América Latina y uno de los países con mayor
pobreza y desigualdad en el mundo.
Por eso no debemos rendirnos. Debemos seguir insistiendo en la
transformación del país para sacar a nuestro pueblo de la pobreza y la
marginación.
Cuando logremos esta hazaña, ningún mexicano tendrá la necesidad de
emigrar. Aquí podrán trabajar, progresar, ser felices, aquí donde están
sus familias, sus costumbres y sus tradiciones, y nadie, como ahora
sucede, verá cancelado su futuro. El hijo del indígena, el hijo del
campesino, el hijo del obrero, el hijo del productor, el hijo del
comerciante, el hijo del profesionista, podrá ascender en la escala social
y todos tendremos nuevas, importantes y poderosas razones para vivir, para
soñar y para triunfar en este país generoso y fraterno.
¡Viva la Convención Nacional Democrática!
¡Viva el pueblo de México!
¡Viva la nación mexicana!
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