Miguel Ángel Granados Chapa.
Olvidado Atenco.
Detenido en mayo pasado, en diciembre comenzó de nuevo el proceso penal de un inculpado al que se atribuye, como delito, el formar parte de un "grupo rebelde", el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, y sin que haya una sola prueba en su contra.
La política de represión practicada por órganos gubernamentales cuenta con el transcurso del tiempo y la inacabable sucesión de actos atrabiliarios merecedores de reproche social para aliviarse de la presión, si alguna resiente, que la opinión pública ejerce en defensa de los derechos de las personas agraviadas por la arbitrariedad.
Si se resisten los periodicazos, como con ánimo peyorativo y simplificatorio califican no pocas autoridades a la reacción de la prensa, el asunto se diluye y pronto queda en el olvido.
Las atrocidades cometidas por las policías estatales y federal en Atenco, en mayo pasado, pasaron en el ánimo público a un segundo plano, o se borraron, cuando fueron acumulándose los acontecimientos de Oaxaca, uno de cuyos protagonistas es la misma Policía Federal Preventiva que participó en la violencia gubernamental en el estado de México.
La política de represión, por lo demás, es rentable para quienes la practican. El secretario de Seguridad Pública del sexenio pasado, Eduardo Medina-Mora, que rechazó la recomendación de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y alabó la conducta de la PFP en Atenco, es hoy el procurador general de la República.
El jefe del Estado Mayor de esa corporación, Ardelio Vargas, que no fue ajeno a los hechos en ese municipio y luego encabezó la operación oaxaqueña, cobró los réditos de su actuación: es, en una concentración de poder contraria hasta a reglas administrativas y presupuestarias, el zar de la fuerza ministerial y de seguridad pública federales, pues se le nombró comisionado, es decir director o jefe de la corporación a la que pertenece, la PFP, y director de la Agencia Federal de Investigación.
La convergencia de nombramientos es el preámbulo para la creación de una policía nacional, al mismo tiempo investigadora y de prevención, que debe ser producto de una reforma legislativa derivada de la constitucional que es imprescindible.
Mientras los agresores prosperan, las víctimas padecen su penuria, aumentada por la actuación de los órganos judiciales.
Téngase el caso de Pedro Alvarado Delgado, un promotor de derechos humanos detenido el 4 de mayo en San Salvador Atenco, mientras realizaba observaciones propias de su desempeño. Como a todos los demás detenidos en ese lugar y en esa fecha, se le sometió a mal trato al momento de la captura y durante su traslado a la prisión conocida como Santiaguito en Almoloya de Juárez. Quedó allí incomunicado y se dictó en su contra auto de procesamiento por el delito de ataques a las vías generales de comunicación y medios de transporte.
Alvarado Delgado demandó amparo contra esa decisión del juez segundo penal del distrito judicial de Toluca. Perdió el juicio de garantías en primera instancia, pues un juez federal confirmó el auto de la justicia local. Sin embargo, en revisión el cuarto tribunal colegiado en materia penal del segundo circuito dio la razón al quejoso y ordenó al juez del proceso corregir los errores en que había incurrido.
La defensora de Alvarado, Pilar Noriega, y Carmen Herrera, de Abogados para la Justicia y los Derechos Humanos, examinaron el nuevo auto de procesamiento. "Se trata de un documento de 214 páginas, de las cuales 196 se refieren a consideraciones que hace el juez para afirmar que el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra es una 'agrupación cuya finalidad es la de trastocar el orden social cuando sus pretensiones no se ven favorecidas'...
Dentro de esas 196 hojas se refiere también a los hechos que se imputan a Ignacio del Valle, a su hija y a otros miembros del propio Frente, así como a las declaraciones preparatorias de los demás procesados.
Únicamente en 18 páginas se menciona el nombre de Pedro".Pero en ellas, en vez de describir las pruebas presentadas por el Ministerio Público y valorarlas, el juez que insistió en procesar a Alvarado Delgado estima que "de las constancias procesales en estudio es dable afirmar que... forma parte o es simpatizante del grupo denominado Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra", como si ese hecho, de ser cierto, supusiera una conducta delictuosa.
El juzgador se basó en declaraciones de agentes policiacos donde no aparece ninguna referencia al inculpado, no obstante lo cual concluyó que esas pruebas "son suficientes e idóneas para acreditar todos y cada uno de los elementos objetivos, subjetivos y normativos que exige nuestra legislación penal".
Y atribuye a Alvarado ser parte del "grupo rebelde" (noción ajena al derecho, por lo menos en ese contexto) que llevó a cabo una "conducta de acción material y dolosa que consistió en realizar movimientos corpóreos tendientes a obstaculizar una vía de comunicación".
Contraviniendo el principio de presunción de inocencia, que no requiere ser probada, el juez relapso le reprocha no aportar "ningún medio de prueba idóneo... con lo cual acredite su simple negativa, a la cual hasta el momento sólo se le concede el valor de indicio".
El nuevo auto de procesamiento implica que los siete meses corridos desde la emisión del primero hayan servido sólo para hostigar al inculpado, cuyo calvario recomienza ahora. Volverá a acudir a audiencias que llegan a durar hasta 12 horas y en las que, aunque en actas consta lo contrario, los procesados no están presentes porque el juez los mantiene a las afueras del juzgado. De lo que se trata, dicen con razón las abogadas Noriega y Herrera, es "de sostener el mensaje de poder" enviado por el gobierno mexiquense y avalado por el federal.
Cajón de Sastre.
Presidente de la Confederación Nacional Campesina desde el 5 de enero, en sustitución del senador Heladio Ramírez López, el ingeniero Cruz López Aguilar (que en la legislatura pasada encabezó la Comisión de Agricultura en San Lázaro) precisó que los productores mexicanos de maíz blanco no son responsables del incremento de precio de la tortilla, puesto que entregaron su producto a mil 450 pesos por tonelada, un precio que no propicia el alza causada, que no se justificaría aun si hubiera entrado en vigor el nuevo precio del grano, de 2.20. En algunas ciudades, como Pachuca, la tortilla pasó de costar 6 pesos el kilogramo a 10 pesos, un incremento descomunal. El dirigente cenecista atribuye el desajuste al alza de otros insumos, como los combustibles y la energía eléctrica, que son suministrados por el gobierno federal. Recordó que merced a políticas de esa naturaleza los precios de la canasta básica se incrementaron en 551.7 por ciento desde 1994, mientras que el salario mínimo creció únicamente 28.42 por ciento.
Guadalupe Loaeza.
En la madrugada...
No sé dónde leí que los mexicanos somos muy desvelados, de ahí que suponga que el primer programa titulado La verdad sea dicha haya tenido más rating del que esperaba TV Azteca. Seguramente muchos desvelados y desveladas se encontraban a esas horas de la madrugada zapeando cuando de pronto apareció en su pantalla un personaje que hacía meses no veían en los medios.
Tal vez algunas y algunos de ellos hasta se asustaron y luego luego le cambiaron de canal, pero seguramente hubo muchos televidentes, más de los que se imaginaba la televisora, que se mantuvieron atentos al Canal 13 y escucharon una voz que les resultaba sumamente familiar: "Nos llevó varios meses conseguir este tiempo en la televisión; no es gratis, es pagada. Quisimos que fuera un mejor horario, pero no se pudo; aceptamos (estas condiciones) porque tenemos que romper el cerco informativo".
Sí, allí estaba el líder social, el líder que no se da por vencido y al que muchas y muchos mexicanos reconocen como su "presidente legítimo". Allí estaba sentado a un lado de una mesa de madera color caoba, con una actitud serena y digna. Allí estaba hablando pausadamente, flanqueado con la bandera mexicana y a sus espaldas un enorme grabado en tinta de don Benito Juárez. Allí estaba con su pelo muy blanco, cuyas canas hacían juego con su camisa blanquísima.
Vestido de traje gris oxford, se veía más delgado que de costumbre: "La otra televisión (refiriéndose a Televisa), ni siquiera voy a mencionar su nombre porque no le voy a hacer publicidad, está por entero entregada a la derecha; nada más sacan reportajes, noticias de los hombres del régimen, de los miembros del gobierno usurpador...".
Y al escuchar lo anterior, no ha de haber faltado el televidente memorioso que de repente se acordó de aquella emisión de análisis político de la "otra televisión" que vio a principios del año, cuyos analistas, muy bien vestiditos y como muy contentos, polemizaban sobre el "estilo personal de gobernar del presidente Calderón", como si éste hubiera ganado la Presidencia con el 90 por ciento de los votos.
Ha de haber recordado lo que pensó en esos momentos: "Ya ni la amuelan estos supuestos analistas que ni son politólogos ni nada, sino simples conductores de noticiarios, que hablan del país como si no hubiera pasado nada ni antes ni tampoco después de las elecciones. Ya ni la amuelan porque ya están felicitando las acciones de Calderón cuando no lleva gobernando ni un mes. Claro, es la consigna de la empresa que les paga su cheque, además, qué podrían decir si están frente a su patrón. Ni modo que lo contradigan.
¿Qué no se darán cuenta de que los televidentes nos damos cuenta?
¿Dónde está su ética, su profesionalismo?
¿Por qué a lo largo de todo el programa ninguno de ellos se refirió a un año más de Chiapas sin solución, a la represión que existe en Oaxaca?
No, nada más se refieren al supuesto 'estilo de gobernar de Calderón'.
¿Por qué no habrá otros programas de televisión en donde se nos informe del otro México, el que se quedó colgado de la brocha, por qué a fuerzas nos quieren seguir vendiendo a Foxilandia?", se ha de haber preguntado ese televidente que con avidez se bebía las palabras de López Obrador:
"Ya sería el colmo que a esta hora de la noche quisieran censurarnos, de manera que exijo respeto", seguía diciendo el líder.Supongamos asimismo que algunos corresponsales extranjeros, tal vez no vieron el programa en la tele, dada la hora tan tardía de su trasmisión, pero al otro día entraron a la página www.lopezobrador.org.mx, en la cual pudieron captar y escuchar sin problema los 20 minutos durante los cuales habló Andrés Manuel López Obrador.
¿Qué habrán pensado? Tal vez les llamó la atención el escenario donde se encontraba el líder social, cuya escenografía resultaba muy grata. Una bonita luz que venía de un ventanal cubierto con una cortina de gasa, un espacio agradable en el cual se respiraba un ambiente muy tranquilo.
Seguramente muchos de ellos apreciaron el profesionalismo y el físico muy grato de la actriz Dolores Heredia, quien manifestara que la primera emisión del programa era un "ejercicio de libertad" en el que se tratarán muchos hechos que medios de comunicación y noticiarios "omiten y afectan a las grandes mayorías".
Quizá a algunos de estos corresponsales extranjeros les ha de haber parecido sumamente ridículo el hecho de que el líder social no pudiera expresarse en otros medios y que se viera obligado a hacerlo hasta la madrugada pagando la cantidad de 219 mil pesos más IVA.
No habrá faltado alguno de ellos que se preguntara con qué dinero iría a pagar López Obrador esa cantidad que, aunque pequeña, si realmente su programa se transmitiera semana a semana, representaría un monto ya considerable. Para después descubrir el enigma, ya que al finalizar la emisión leyeron un aviso en donde se solicitaba a los televidentes su cooperación para poder seguir costeándola.
Pero antes de que llegaran al final del programa para confirmar lo anterior, imaginamos que se han de haber reído con los últimos 10 minutos dedicados a una sección muy irónica titulada Noticreas, conducida por "Carlos Loharé de Mole". Acaso algunos de estos corresponsales reconocieron a Jesusa con peluca de calvo y enormes orejas, igualita al ex presidente Carlos Salinas de Gortari.
Pero estos televidentes se han de haber sentido muy indignados cuando en la primera parte de este noticiario tan sui géneris vieron aparecer un número de denuncias de habitantes de Oaxaca en donde se manifestaban las violaciones hechas por los elementos policiacos.
Claro que después se han de haber reído cuando vieron el fragmento de la entrevista que su "tocayo" Carlos Loret de Mola le hiciera hace poco al flamante secretario de Hacienda, Agustín Carstens, donde reconoce públicamente que en el 2007 habrá una reducción en la generación de puestos de trabajo, a pesar de lo prometido por Calderón.
No, definitivamente, estos corresponsales no han de entender para nada lo que sucede en nuestro país en materia política, porque, por un lado, han de haber encontrado interesante la reaparición de López Obrador a través de un canal de televisión, pero, por el otro, no han de haber comprendido nada cuando se enteraron de que esta misma televisora canceló en varios estados el programa La verdad sea dicha, como en los casos de Nuevo León, Tamaulipas, Tlaxcala y Chihuahua.
"Qué bueno que esto no puede suceder con el internet. Basta con entrar a la página de López Obrador para que la verdad sea dicha...", respecto al otro México, del que no hablan en la otra televisión, acaso pensó alguno de los corresponsales extranjeros curioso de saber si el próximo martes a la 1:00 a. m., efectivamente, seguirá pasando la emisión de líder social.
Lorenzo Meyer
Mensaje.
Cuando se decide hacer de una demostración de fuerza el centro del primer gran mensaje a la sociedad, es que se ha decidido poner como primera lo que debiera ser la razón última de la política.
Fuerza.
Iniciar el gobierno de un Presidente débil con un gran despliegue de las Fuerzas Armadas y de la policía federal en Michoacán y Baja California es un arma de doble filo. Por un lado, puede mandar un mensaje de "mano fuerte" tanto al narcotráfico como al resto de la sociedad, en particular a la oposición.
Por el otro, si la situación no se maneja bien, la acción puede resultar contraproducente, pues el gobierno se ha obligado a que su éxito en la lucha contra los cárteles de la droga sea tan espectacular y contundente como el mensaje mismo. Vale aquí el símil con un cuerpo infectado: si el antibiótico no es el apropiado o se usa en dosis o forma erróneas, las bacterias terminarán fortaleciéndose y el mal se agravará.
La razón última en que descansa el poder del Estado, de cualquier Estado, es la fuerza.
Cuando un gobierno decide hacer de esa fuerza la parte central de su primer gran mensaje a la sociedad, significa que se pone lo que debiera ser su razón última como primera.
Una decisión de esa naturaleza -una inversión de prioridades- sólo se explica porque existe una situación de emergencia, porque en el centro del poder se vive una sensación de debilidad e inseguridad o por ambas razones.
Y es que apenas habían transcurrido 35 días del nuevo gobierno éste ya había acumulado 18 eventos públicos donde el jefe del gobierno aparecía relacionándose positivamente con el Ejército, la Armada o una policía federal cuyo origen está en esas dos instituciones (Proceso, 7 de enero, 2007).
Uniforme.
El uso de la fuerza física del Estado es una tarea de cuerpos especializados y que generalmente la ejercen portando un uniforme que los distingue.
Desde tiempos remotos, particularmente desde la época de la Roma imperial, los ejércitos usan uniformes, entre otras razones, como forma de expresar públicamente la naturaleza de su función.
En el caso de las monarquías o dictaduras militares, el mismo jefe de Estado viste ese uniforme, pero en el siglo XX y aunque no eran propiamente militares, Hitler, Stalin o Mao gustaban de atuendos con aire militar para remarcar la importancia de la fuerza en su proyecto.
Sin embargo, en las repúblicas democráticas lo usual es que el Presidente no use atuendo militar, lo que no disminuye sino que da un mejor sentido a su papel de jefe de las Fuerzas Armadas.
El que en situaciones supuestamente normales el líder civil de una república democrática decida presentarse en público vistiendo partes de un uniforme militar es, por decir lo menos, una situación tan fuera de lo común que, de no explicarse como una mera excentricidad, implica un ambiguo mensaje político.
En nuestro pasado, Venustiano Carranza, un civil que actuó como "Primer Jefe del Ejército Constitucionalista" que se enfrentaba a un gobierno de soldados golpistas, decidió portar un atuendo similar al militar pero sin insignias.
Esa decisión se justificó entonces porque el país vivía una situación de guerra civil. Sin embargo, tras el triunfo del carrancismo, los presidentes -hasta 1946 casi todos ellos militares- optaron por aparecer en público como civiles, justamente para hacer gala de una legitimidad supuestamente ganada no con armas sino con votos.
Fotografía.
El 4 de enero, y sin que mediara guerra civil o emergencia nacional alguna sino sólo la operación contra el narcotráfico, todos los medios de comunicación mexicanos difundieron la imagen de un Felipe Calderón portando una gorra y una chamarra verde olivo aunque sobre una camisa, pantalón y calzado de civil.
El conjunto daba la apariencia no de marcialidad sino de lo que hoy se denomina "atuendo casual" y en una talla no apropiada.
La indumentaria en cuestión tenía un águila rodeada de cinco estrellas: el símbolo que corresponde en México al jefe nato de las Fuerzas Armadas ("general de generales"), aunque para identificarlo había que prestar atención, pues águila y estrellas eran obscuras, justo para que pasen desapercibidas a ojos de un posible enemigo.
En suma, la imagen se apartaba, con mucho, de lo que se supone que debe ser la "figura presidencial".
Identificación.
Como ya se advirtió, el esfuerzo de identificación de Calderón con las Fuerzas Armadas es, por ahora, uno de los rasgos más notorios del arranque de su gobierno.
Desde el primer día y hasta culminar en la escena del "semi-uniforme" -que tuvo lugar en la 43° Zona Militar, en Apatzingán, a donde acudió a "rendir tributo" a las Fuerzas Armadas en lucha contra el narcotráfico-, Calderón se ha esforzado por hacer patente que el Ejército está con él y él con el Ejército, al punto que exentó a la dirección de las Fuerzas Armadas de ese modesto gesto de austeridad que fue la disminución en los sueldos de la alta burocracia del 10 por ciento.
El deseo de hacer notoria tanta cercanía con el sector militar ha producido varias explicaciones.
De entrada, está la debilidad electoral. Formalmente y desde que se supone que en México se elige al Presidente por voto directo, ninguno había tenido que aceptar una victoria de apenas poco más de un tercio del total y con sólo medio por ciento por encima de su rival.
Además, enfrenta una oposición que no lo acepta como legítimo porque la naturaleza de la campaña electoral y el conteo de los votos impidieron que la elección cumpliera con los requisitos constitucionales de imparcialidad, equidad, legalidad y certidumbre.
Está, además, el hecho de que las encuestas de opinión han dado por resultado que las Fuerzas Armadas, a ojos del ciudadano, son una institución más confiable que la Presidencia.
En fin, que es casi inevitable concluir que la ostentosa cercanía del jefe del Ejecutivo con el Ejército se origina en un sentimiento de inseguridad y en la decisión de mostrarse como un mandatario dispuesto a usar la fuerza para imponerse sobre quienes le desafíen, como fue ya el caso de las acciones de la policía federal contra la APPO en Oaxaca -acciones donde, por cierto, abundaron abusos e ilegalidades (El Universal y La Jornada, 9 de enero)- y son ahora las emprendidas contra el narcotráfico.
El instrumento y su historia.
William Ralph Inge, escritor inglés del siglo pasado, advirtió lo obvio: "alguien puede construirse un trono de bayonetas, pero no podrá sentarse en él".
Depender de manera abierta del Ejército para mantener el orden institucional no es lo apropiado para democracia alguna en tiempos supuestamente normales, menos para una tan poco asentada y con una historia como la mexicana.
En 1810, la guerra de independencia catapultó de manera inesperada a un Ejército de reciente creación al primer plano de la vida política mexicana.
En 1813, el general Félix María Calleja pasó de salvador militar del orden colonial al derrotar a los insurgentes a desplazar a Francisco Javier Venegas como virrey.
La independencia misma la llevó a cabo un militar criollo -Agustín de Iturbide- que también de improviso cambió de bando y se proclamó emperador.
A partir de entonces y hasta pasado el medio siglo, la figura del general Antonio López de Santa Anna se constituyó en el eje de la política de un Estado fallido, como fue México en sus primeros decenios de vida independiente.
Benito Juárez, un civil, dependió siempre del Ejército para mantenerse en el poder y empezar a dar forma a un Estado digno de tal nombre.
Finalmente, el general Porfirio Díaz fue quien estabilizó la situación a cambio de una dictadura. Tanto Juárez como el propio Díaz, en cuanto pudieron, restaron efectivos y preeminencia a las Fuerzas Armadas.
La Revolución de 1910 fue conducida inicialmente por dos civiles -Francisco I. Madero y Carranza-, pero ambos fueron asesinados por militares traidores y a partir de 1920 y hasta 1946 México fue gobernado por militares (salvo por las breves presidencias de De la Huerta y Portes Gil).
Sin embargo, todavía después, la sombra política del Ejército siguió pesando, como lo indica el número de generales que fueron presidentes del partido oficial o el papel que jugó el Ejército en las crisis políticas del henriquismo, de 1968 y la "guerra sucia".
Tras el fraude de 1988, Carlos Salinas también buscó, al inicio de su gobierno, aparecer repetidas veces arropado por el Ejército y fueron militares los que le sirvieron de instrumento en el golpe espectacular que lo afianzó en el poder: el arresto del líder petrolero Joaquín Hernández Galicia, La Quina.
En suma La simbiosis Calderón-Fuerzas Armadas, más que un mensaje de firmeza, puede interpretarse como inseguridad. Más inquietante aún es el papel del Ejército en la lucha contra el crimen: si falla será un desastre y si triunfa, ¿volverá al discreto segundo plano político del que ha salido?
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jueves, enero 11, 2007
EDITORIALISTAS DEL REFORMA.
Publicadas por Armando Garcia Medina a la/s 1:17 p.m.
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