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lunes, octubre 23, 2006

URGE UN NUEVO PACTO SOCIAL.

Opinión México: En algún lugar…
Crisis Contractual.
Por: Laura M. López Murillo .
(especial para ARGENPRESS.info) .
(Fecha publicación:23/10/2006)

En algún lugar del protocolo, en una ancestral mesa de negociaciones, se firmó con la tinta indeleble de la utopía el pacto social instauraba al pueblo y al estado, y que inauguraba así, los ideales de la paz social y el bien común…

En la percepción social, cuando la realidad configura un entorno violento y la vulnerabilidad es un padecimiento generalizado, cuando la insatisfacción y la frustración suelen esparcirse en todos los estratos sociales, se inicia la reorganización de las prioridades que habrán de negociarse en el nuevo contrato social.

El pacto social, aquel legendario acuerdo que se distanciaba de la fuerza y de la autoridad divina para conferir unidad a los pueblos en torno a la figura jurídica del Estado, pretendía vencer la inherente desigualdad natural para instaurar una auténtica igualdad ética y jurídica; para ello, todos los individuos constituían un cuerpo jurídico que actuaría de forma soberana por medio de la voluntad general, creando sus leyes y buscando siempre el bien común.

Perdidas en el legajo jurídico de la humanidad, entre un infinidad de cláusulas, escritas con letras muy pequeñas, se enumeran las causas por las cuales debería rescindirse el contrato social. Entre ellas, figura la insuficiencia del Estado para garantizar la convivencia pacífica de sus habitantes, para satisfacer las necesidades elementales de la población, para respetar y hacer valer sus derechos humanos.

Ante el incremento alarmante de la violencia en todas las esferas sociales, por la espeluznante clasificación de la pobreza, por los agudos contrastes económicos que polarizan a la población, por las inclemencias de la desigualdad, y por la incertidumbre en que se desenvuelve de vida en la actualidad, el pueblo, como una de las partes que suscribieron aquel pacto social, reaparece nuevamente en la mesa de negociaciones exigiendo al estado el cabal cumplimiento de sus funciones.

La clase política tiene una enorme deuda con la sociedad, cuyo saldo se incrementa por los pésimos resultados en el desarrollo y el bienestar social, y por la impunidad que predomina en la procuración de la justicia; por eso ahora, la sociedad civil empieza a fortalecerse como un contrapeso ante la insuficiencia de las instituciones gubernamentales.

Hoy por hoy, en la sociedad se han configurado asociaciones que trabajan para subsanar los estragos de la pobreza y la desventura. El enfoque humano de estas asociaciones se aleja por completo del concepto aberrante del capital humano como un activo social, y se apoyan en los valores éticos que permanecieron dormidos en una sociedad indiferente.

La participación ciudadana es el único medio válido para exigir a la élite gobernante el cumplimiento de las obligaciones adquiridas en el pacto social; por eso, la denuncia social de los vicios y las ineficiencias del estado es indispensable para la renegociación del contrato social . Las marchas y las movilizaciones son la expresión viva de los pesares y flagelos en una sociedad.

Los logros alcanzados por la Asociación Lazos, por el Consejo Ciudadano de Seguridad Pública en el estado mexicano de Baja California, son el eco de un reclamo que abandonó el silencio individual para integrar la voz, clara y contundente, de la conciencia colectiva.

Otra evidencia de las bondades del concierto de voluntades individuales es el envío de remesas a México de los migrantes en Estados Unidos: el Banco Interamericano de Desarrollo reconoce que esas remesas constituyen el mecanismo social más grande y efectivo de alivio a la pobreza.

Mediante la articulación de las voluntades individuales y solidarias en un reclamo humano y ético, será posible una renegociación justa y equitativa… para firmar con la tinta indeleble de la esperanza un nuevo pacto social que instaure como realidades aquellas utopías legendarias de la paz social y el bien común…

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