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miércoles, mayo 03, 2006

LOS CALL CENTER.

Salvador García Soto en el Universal:


La moda de los call center.

Pocos saben dónde se ubican y cómo operan; ni siquiera el IFE los sigue en sus monitoreos ni fiscaliza el oneroso gasto que representan, pero su influencia y eficacia los ha convertido en uno de los instrumentos más utilizados por los candidatos presidenciales.

Son los llamados call center o centros de llamadas telefónicas, que lo mismo sirven para bombardear e intimidar a comentaristas y opinadores críticos en la radio que para hacer labor de convencimiento e inducción del voto a favor del candidato que los contrate.

Ideados como instrumento de mercadotecnia directa, que llegó a México en la última década para ayudar a empresas privadas a ubicar sus públicos y definir clientes potenciales, los call center se empezaron a utilizar en la mercadotecnia política en los últimos años y han tenido tal éxito que en las actuales campañas por la Presidencia, prácticamente no hay partido ni candidato que no tenga contratado su centro de llamadas.

Felipe Calderón tiene contratados a tres call center en su campaña. Uno opera para la zona norte del país y se ubica en Tijuana; el otro actúa en los estados del centro occidente y está ubicado en Guadalajara, y uno más opera en la región del sureste, desde Mérida.

Roberto Madrazo maneja dos centros de llamadas cuyo control recae sobre César Augusto Santiago . Uno opera en el Distrito Federal y el otro en Nuevo León. Y en la campaña de Andrés Manuel López Obrador opera un call center desde el Distrito Federal.

En su operación estos centros utilizan dos bases de datos: la de Telmex y la del padrón electoral. El costo por llamada es en promedio de cuatro pesos y operan de 7 de la mañana a 11 de la noche. Algunos call center llegan a tener hasta 200 operadoras con líneas telefónicas de varios estados y con números no consecutivos para evitar que sean detectados.

Un servicio que ofrecen a los candidatos son las llamadas a programas de radio y televisión, tanto para emitir opiniones de apoyo como para cuestionar a conductores y opinadores que critiquen al candidato que los contrató. Siempre usan identidades falsas, aunque los números telefónicos de donde llaman existen y pueden ser corroborados. En la radio, principalmente, llaman a programas de opinión y noticiarios, mientras que en la televisión se dedican a bombardear las encuestas telefónicas para favorecer a sus contratantes.

Otra función para los candidatos es el envío de correos electrónicos a usuarios de internet, mensajes que lo mismo pueden ser de promoción de su cliente, que de contracampaña o de desprestigio a los adversarios.

Pero la función más importante de los call center y que más sirve a las estrategias de las campañas es llamar a ciudadanos para promover el voto a favor de sus candidatos y hacer labor de inducción electoral.

Eligen a los electores de la base de datos del padrón electoral que les proporciona el partido o candidato que los contrató y, regularmente, se concentran en las secciones electorales más rentables: zonas urbanas de clase media, que no van a mítines, que tienen antecedentes de votos diferenciados y, sobre todo, que forman parte del voto apartidista e indeciso que define las elecciones.

El punto negro de los call center tiene que ver con su alto costo y con el hecho de que ese gasto no es reportado por los partidos al IFE y, en la mayoría de los casos, ese instituto ni siquiera está al tanto de este nuevo instrumento de promoción electoral.

El costo para los candidatos llega a ser alto. Después del gasto en la publicidad de radio y televisión, se estima que los call center son el tercer rubro en que más se gasta en las campañas presidenciales.

Un cálculo aproximado, basado en un call center de 100 líneas telefónicas, indica que si de cada línea se hiciera una llamada cada cinco minutos, se podrían hacer en un día hasta 18 mil llamadas. A un costo de cuatro pesos por llamada, se generaría un gasto de 72 mil pesos diarios para el candidato.

En tres meses, ese gasto podría ascender hasta 6 millones 480 mil pesos y el monto puede duplicarse en centros de 200 líneas telefónicas como los que utiliza el PAN. Y si el IFE no fiscaliza ese gasto, nadie lo hace.

Ahí te hablan IFE.

Una razón mas para votar por AMLO y la mayoría perredista al Congreso.

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