DEMOCRACIA BALBUCEANTE.

Modesto Suarez escribe en el Reforma:


Modesto Suárez.

Estrategias de campaña.

Los creativos de las campañas reconocen que las imágenes dicen más que muchas palabras, sobre todo en países como el nuestro.

Pero es necesario saber colorear bien esta naturaleza y ser un gran simulador y disimulador...Maquiavelo, El Príncipe.

Uno de los rasgos más importantes de un Estado democrático es la realización de elecciones libres. Elegir a los gobernantes es el punto de partida del ciclo de la democracia.

Ésta incluye desde luego otros elementos, como el derecho de los gobernados -titulares de la soberanía nacional- a decidir su propio destino y el respeto a la libertad de los individuos y de las minorías.En México tenemos una democracia en formación.

Los rasgos antes mencionados no se dan de manera plena; hasta ahora, equivalen a los balbuceos propios de un bebé y no a la conducta de un individuo ya maduro.

Para muchos mexicanos, votar sigue siendo un acto irreflexivo, no el resultado de un proceso mental que valore los pros y los contras de las propuestas de los candidatos electorales; para otros es todavía un acto de clientelismo político mediante el cual intercambian su voto por una ganancia raquítica pero inmediata.

Ni qué decir del derecho a decidir su destino por parte de quienes son los titulares de la soberanía nacional; en la vida real este derecho es casi inexistente: una vez elegidos, "los representantes populares" velan más por sus intereses que por los de la nación.

Para influir en el sentido del voto, los candidatos en campaña siguen determinadas estrategias. En ellas se privilegia la presentación de imágenes, no de pensamientos. El juego de imágenes ha sido parte tradicional de la lucha por el poder.

Baste recordar las obras escritas por Nicolás Maquiavelo, Baltasar Gracián o Azorín con el propósito de guiar la conducta del político ante los demás.

Todas ellas coinciden en algo fundamental: la relevancia de la imagen.El mundo actual está dominado por imágenes; una imagen, decimos, expresa más que mil palabras. Por esta razón, las campañas políticas son campañas de imagen hechas principalmente a través de la televisión.

En el presente proceso electoral distinguimos dos tipos de campañas. Una, seguida sobre todo por el Partido Acción Nacional, cuyo modelo es la política estadounidense, con comerciales en los cuales se presenta una imagen muy negativa de su principal competidor.

Acusaciones sin fundamento, abstractas, repetición de cosas que ya se han dicho anteriormente, son reiteradas una y otra vez con el propósito de generar miedo entre un cierto sector de la población.

De acuerdo con los resultados de varias encuestas, esta campaña negativa parece estar arrojando resultados favorables a sus creadores.

El segundo tipo de campaña es el seguido por López Obrador, basada en el carisma del candidato, en mítines masivos, en pocos comerciales de televisión y en la popularidad generada por el juicio de procedencia o desafuero, campaña más bien pasiva que dio buenos resultados durante una buena parte de la campaña electoral.

Sin embargo, ante el cambio de estrategia adoptado por Felipe Calderón, López Obrador ha mantenido el mismo perfil pasivo: no ha respondido a los ataques negativos en su contra y no ha atacado a su principal contrincante como podría hacerlo.

Mientras que Calderón contrata creadores -y destructores- de imágenes, López Obrador dirige su propia campaña, aferrado a su convicción de ser invulnerable -esto es, que nada ni nadie le harán mella-, sin disposición a reconsiderar decisiones anteriores -como la de no asistir al debate- tomadas bajo condiciones políticas distintas a las generadas por la nueva estrategia panista.

Mantenerse exclusivamente dentro del marco de una estrategia tradicional frente a ataques diseñados técnicamente para producir un efecto masivo, tiene un precio, sobre todo en una democracia balbuciente -y por lo tanto más vulnerable al poder de las imágenes- como la nuestra.

Una razón mas para votar por AMLO y la mayoría perredista al Congreso.