Villacero, ulraderecha y Vamos México

Villacero:
Asesinatos de mineros y donativos a Martha Sahagún
Edgar González Ruiz

La represión sangrienta que ha costado la vida de por lo menos tres personas en las instalaciones de Sicartsa, en Michoacán, tiene como premisa el contubernio de la ultraderecha enquistada en el gobierno de Fox con poderosos sectores empresariales.
Los principales personajes del Gobierno que tienen injerencia en este y otros episodios contra los trabajadores tienen en común su militancia en grupos extremistas, tanto públicos como secretos, de la extrema derecha, así como su identificación con poderosos intereses empresariales.
En la STPS, Carlos Abascal y Salazar Sáenz se dedicaron a golpear a los trabajadores y a promover el adoctrinamiento religioso en esa dependencia. Abascal inclusó nombró como directora general de “equidad y género” a Osiris Reyes, exdirigente de Provida en Ciudad Nezahualcóyotl y vinculada al grupo internacional proBush, Vida Humana Internacional, que tiene sede en Miami.
Salazar Sáenz, viejo miembro de grupos agresivos de la ultraderecha ha sido muy activo también en la promoción de los proyectos confesionales y en la represión de los obreros. Como ilustra este personaje, los viejos militantes del anticomunismo furibundo de la época de la guerra fría, ahora que están en el poder recurren al asesinato para acallar las expresiones que amenazan los intereses del capitalismo.
Gerardo Mosqueda, subsecretario de la STPS a quien el gobierno ha confiado la información sobre el problema de Sicartsa, al igual que los dos anteriores, ha militado en el Yunque y en membretes públicos como A Favor de lo Mejor, grupo dedicado a la censura en los medios, auspiciado por el empresario conservador Lorenzo Servitje.
Siendo el gobierno foxista un instrumento al servicio de los empresarios más poderosos y del gobierno de Bush, no sorprende la trágica situación, difundida ampliamente en los medios de comunicación, de que los directivos del grupo Villacero pidieron directamente a las autoridades la represión de los huelguistas.
Desde su punto de vista, político empresarial, vale más el dinero que la vida humana, por lo que con tal de no perder ingresos han insistido incluso, según declaraciones del representante legal de la empresa, Alejandro González, en tratar a los huelguistas como si fueran “terroristas”, con lo cual evocan los tiempos ya lejanos de la llamada ley de disolución social, así como la repulsiva política de Bush, de usar el “terrorismo” como argumento para masacrar a sus adversarios.
Como muchos otros empresarios, los de Sicartsa son avaros con las necesidades mínimas de sus empleados, pero generosos para granjearse los favores y amistad de los poderosos.
Beneficiados de la privatización salinista de las minas, los hermanos Villarreal Guajardo manejan el grupo Villacero, mismo que a través de la Fundación Cívica Cultural Villacero ha estado financiando a Vamos México, a la que donaron en 2003 la cantidad de 500 mil pesos, de acuerdo con las listas difundidas por la cuestionada organización de Martha Sahagún (www.vamosmexico.org.mx/FVM_Archivo/ FVM/Portal/donativos%20recibidos.doc).
Otro de los promotores de la masacre de mineros, Ignacio Treviño Camelo, director financiero de Villacero, ha sido presidente del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF), asociación que ha expresado su apoyo decidido por el candidato derechista Felipe Calderón. A principios de 2004, Treviño Camelo, consideraba como titular del IMEF, que era “correcto el despido de hasta 50 mil empleados del sector público, pues optimar los gastos”. Es la misma lógica con la que ahora consideran recomendable el asesinato de mineros: les ahorra gastos.
Pese a las evidencias del carácter criminal de la ultraderecha predominante en el gobierno foxista y en el PAN, hay quienes piden a Calderón simplemente que se “deslinde” de Fox y de Espino para demostrar que puede ser una buena opción de gobierno. Esta ilusión está fuera de lugar, si Calderón quisiera deslindarse de ellos y no compartiera su forma de pensar simplemente no militaría en el PAN, pero independientemente de ello han sido claras y abiertas sus tendencias derechistas, su apego a la visión de los más ricos y a un estilo de gobierno que descansa en el nepotismo, en la mercadotecnia, plagada de autoelogios así como de insultos a los adversarios, y en la represión contra la izquierda.