Pedro Echeverría V.
1. El PRD, aunque no es la única organización de izquierda o centroizquierda de México, es indudablemente la que mayor presencia institucional tiene y donde hay espacios para desarrollar los debates políticos. La confrontación entre la diputada Zavaleta y el vocero Fernández Noroña la semana pasada es importante; no por las personas en pugna sino por las posiciones políticas que están tras ellas. La diputada es figura importante de Nueva Izquierda, corriente socialdemócrata que se ha fortalecido numéricamente y con cargos en el PRD y el vocero Noroña pertenece a la corriente más radicalizada del partido, hoy más cercana a López Obrador y Batres. Y parece que esas posiciones que han dominado y tienden a escindir al PRD, seguirán presente en el futuro. Son posiciones políticas que han subsistido entre las organizaciones de la izquierda mundial y resultan muy difícil superarlas, sino imposibles.
2. Desde hace más de un siglo se ha planteado en la izquierda internacional la necesidad de aprender a caminar en línea correcta para evitar caer en posiciones políticas que han sido conocidas como oportunistas, unas, y sectarias, otras; de tal manera que permitan conservar principios éticos y al mismo tiempo hagan crecer al movimiento. Sin embargo no es nada fácil saber cuál es la posición política “correcta”, sobre todo cuando cada individuo, grupo o partido cree tenerla y la defiende de manera intransigente. Hay quienes tienen intereses económicos y políticos inconfesables, cuya militancia partidaria busca la oportunidad de lograr poder, y hay también quienes adoptan una posición cerrada, de secta, que piensan que bastan las buenas intenciones y los deseos para triunfar. ¿Quién tiene la posición correcta: la organización que crece como esponja en poco tiempo o la que se conserva pura como principista y testimonial?
3. En los años sesenta vivimos con gran intensidad en la izquierda mundial el llamado debate chino/soviético. En vez de enfrentar juntos, unidos, las políticas imperialistas de los gobiernos yanquis que masacraban al pueblo de Vietnam e invadían otros países para someterlos, el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) enfrentaba las acusaciones del Partido Comunista Chino (PCCH). Suena a tontería, pero así fue. El PCUS estaba convencido de una política de competencia económica y coexistencia pacífica con los EEUU para hacer avanzar en el mundo el socialismo; el PCCH, por el contrario, acusaba de “revisionismo y oportunismo” al PCUS por esa posición y proponía extender la revolución en los países explotados y oprimidos del mundo. Por esta posición eran acusados de “dogmáticos y sectarios”. Parecería gratuito decir que los jóvenes izquierdistas apoyamos a los chinos frente a las burocracias rusas.
4. La política es una ciencia social, pero también es un arte. Unos dirían que “es el arte de lo posible”, aunque muchos defendemos que la política “es el arte de hacer posible lo imposible”. Es decir, mientras algunos piensan que la política es saber adaptarse a la realidad, muchos pensamos que no se trata simplemente de explicar la realidad, sino que hay que luchar para transformarla. Cuauhtémoc Cárdenas diría ahora que dado que Calderón en la realidad actúa como presidente hay que reconocerlo como tal. López Obrador dice que Calderón es un presidente espurio, ilegítimo, que no debe ser reconocido porque nunca aceptó que el conteo de los votos que lo legitimara. Pareciera que Cárdenas, Nueva Izquierda y la gobernadora García, se han ubicado en el colaboracionismo y que las corrientes que rodean a López Obrador están adoptando una conducta sectaria por no reconocer a Calderón. ¿Qué pasará en adelante?
5. Sin embargo la realidad es complicada en nuestro país porque hemos tenido una Revolución Mexicana, una reforma agraria, una propiedad estatal de empresas, un antiimperialismo, sindicatos corporativos y varios altos funcionarios que se autodefinieron de izquierda; sobre todo porque un nacionalismo y un populismo ha cobijado la participación de masas. Al contrario de otros países donde las dictaduras militares y gobiernos abiertamente derechistas han simplificado la ubicación del enemigo y provocado la radicalización de las luchas de izquierda. En México es fácil y muy gratificable escalar los cargos políticos institucionales en los partidos y el gobierno, basta con tener disciplina y practicar la sumisión al aparato de poder; por el contrario es harto difícil ser de oposición radical consecuente o dar la lucha de izquierda tratando honestamente y en serio, de transformar las instituciones desde adentro.
6. El problema principal es que cada organización, pequeña o grande debe definir claramente sus objetivos y trazar sus estrategias y tácticas, así como sus políticas de alianzas para conseguirlos. Un sindicato, una organización indígena o campesina, un movimiento ciudadano o estudiantil, tienen objetivos y métodos muy diferentes a los de un partido político u organización guerrillera. Obviamente hay que erradicar nuestras cuadraturas autoritarias y jerárquicas que nos atan y llevan a adoptar posiciones cerradas y dogmáticas, pero debemos ser muy claros en la política como ciencia y como arte. ¿Se lucha por el poder, pero por qué tipo de poder y poder para quién? ¿Puede lograrse éste por la vía electoral desligada del movimiento de masas y por el uso de las instituciones? ¿Qué significado tienen los gobiernos cubano, venezolano, colombiano, ecuatoriano y nicaragüense y qué posibilidades hay de que ese sea en nuevo camino?
7. En México, como ha sucedido en España, Italia, Francia, etcétera, si la izquierda llega al poder por la vía electoral sin la participación directa del movimiento de masas, esa izquierda será más afectiva para modernizar la explotación capitalista. Será aplaudida por los grandes empresarios, por los medios de información y por el capitalismo internacional y nada podrá cambiar en beneficio de los trabajadores. Por el contrario, si su línea política es la movilización y la participación permanente de las masas y la vía electoral es sólo un instrumento para cambiar leyes y artículos constitucionales en beneficio de las mayorías, las cosas pueden cambiar en serio. Si López Obrador hubiese logrado la Presidencia sin cambiar la Constitución y las prácticas institucionales para evitar molestias a empresarios, clero y políticos, hubiera sido igual que cualquier gobernante panista o priísta. Eso ha sido la socialdemocracia a la europea.
8. La mayoría de los gobernadores, senadores, diputados y demás perredistas que gobiernan lo hacen como si fueran del PRI o del PAN, por eso no hay nada que los distinga, son más de lo mismo. Esa es la izquierda socialdemócrata que no necesitamos porque desprestigia la ideología y engaña por un tiempo a las masas. En México tenemos que aglutinar a movimientos sociales, sindicatos, organizaciones indígenas y campesinas, así como partidos políticos dispuestos a fundirse en un movimiento de masas unitario y antijerárquico. De ninguna manera se puede descartar alguna forma de lucha honesta: sea electoral, autogestiva, de masas, guerrillera. Lo importante es que los objetivos y las estrategias estén claros para que nadie sea engañado. Necesitamos al PRD, al FAP, a los zapatistas, al Diálogo Nacional y a la UNT, a la APPO y a la CNTE; al FNCR y a todas las corrientes que desde abajo buscan construir un gran movimiento contra el neoliberalismo y el capitalismo.
pedroe@cablered.net.mx
1. El PRD, aunque no es la única organización de izquierda o centroizquierda de México, es indudablemente la que mayor presencia institucional tiene y donde hay espacios para desarrollar los debates políticos. La confrontación entre la diputada Zavaleta y el vocero Fernández Noroña la semana pasada es importante; no por las personas en pugna sino por las posiciones políticas que están tras ellas. La diputada es figura importante de Nueva Izquierda, corriente socialdemócrata que se ha fortalecido numéricamente y con cargos en el PRD y el vocero Noroña pertenece a la corriente más radicalizada del partido, hoy más cercana a López Obrador y Batres. Y parece que esas posiciones que han dominado y tienden a escindir al PRD, seguirán presente en el futuro. Son posiciones políticas que han subsistido entre las organizaciones de la izquierda mundial y resultan muy difícil superarlas, sino imposibles.
2. Desde hace más de un siglo se ha planteado en la izquierda internacional la necesidad de aprender a caminar en línea correcta para evitar caer en posiciones políticas que han sido conocidas como oportunistas, unas, y sectarias, otras; de tal manera que permitan conservar principios éticos y al mismo tiempo hagan crecer al movimiento. Sin embargo no es nada fácil saber cuál es la posición política “correcta”, sobre todo cuando cada individuo, grupo o partido cree tenerla y la defiende de manera intransigente. Hay quienes tienen intereses económicos y políticos inconfesables, cuya militancia partidaria busca la oportunidad de lograr poder, y hay también quienes adoptan una posición cerrada, de secta, que piensan que bastan las buenas intenciones y los deseos para triunfar. ¿Quién tiene la posición correcta: la organización que crece como esponja en poco tiempo o la que se conserva pura como principista y testimonial?
3. En los años sesenta vivimos con gran intensidad en la izquierda mundial el llamado debate chino/soviético. En vez de enfrentar juntos, unidos, las políticas imperialistas de los gobiernos yanquis que masacraban al pueblo de Vietnam e invadían otros países para someterlos, el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) enfrentaba las acusaciones del Partido Comunista Chino (PCCH). Suena a tontería, pero así fue. El PCUS estaba convencido de una política de competencia económica y coexistencia pacífica con los EEUU para hacer avanzar en el mundo el socialismo; el PCCH, por el contrario, acusaba de “revisionismo y oportunismo” al PCUS por esa posición y proponía extender la revolución en los países explotados y oprimidos del mundo. Por esta posición eran acusados de “dogmáticos y sectarios”. Parecería gratuito decir que los jóvenes izquierdistas apoyamos a los chinos frente a las burocracias rusas.
4. La política es una ciencia social, pero también es un arte. Unos dirían que “es el arte de lo posible”, aunque muchos defendemos que la política “es el arte de hacer posible lo imposible”. Es decir, mientras algunos piensan que la política es saber adaptarse a la realidad, muchos pensamos que no se trata simplemente de explicar la realidad, sino que hay que luchar para transformarla. Cuauhtémoc Cárdenas diría ahora que dado que Calderón en la realidad actúa como presidente hay que reconocerlo como tal. López Obrador dice que Calderón es un presidente espurio, ilegítimo, que no debe ser reconocido porque nunca aceptó que el conteo de los votos que lo legitimara. Pareciera que Cárdenas, Nueva Izquierda y la gobernadora García, se han ubicado en el colaboracionismo y que las corrientes que rodean a López Obrador están adoptando una conducta sectaria por no reconocer a Calderón. ¿Qué pasará en adelante?
5. Sin embargo la realidad es complicada en nuestro país porque hemos tenido una Revolución Mexicana, una reforma agraria, una propiedad estatal de empresas, un antiimperialismo, sindicatos corporativos y varios altos funcionarios que se autodefinieron de izquierda; sobre todo porque un nacionalismo y un populismo ha cobijado la participación de masas. Al contrario de otros países donde las dictaduras militares y gobiernos abiertamente derechistas han simplificado la ubicación del enemigo y provocado la radicalización de las luchas de izquierda. En México es fácil y muy gratificable escalar los cargos políticos institucionales en los partidos y el gobierno, basta con tener disciplina y practicar la sumisión al aparato de poder; por el contrario es harto difícil ser de oposición radical consecuente o dar la lucha de izquierda tratando honestamente y en serio, de transformar las instituciones desde adentro.
6. El problema principal es que cada organización, pequeña o grande debe definir claramente sus objetivos y trazar sus estrategias y tácticas, así como sus políticas de alianzas para conseguirlos. Un sindicato, una organización indígena o campesina, un movimiento ciudadano o estudiantil, tienen objetivos y métodos muy diferentes a los de un partido político u organización guerrillera. Obviamente hay que erradicar nuestras cuadraturas autoritarias y jerárquicas que nos atan y llevan a adoptar posiciones cerradas y dogmáticas, pero debemos ser muy claros en la política como ciencia y como arte. ¿Se lucha por el poder, pero por qué tipo de poder y poder para quién? ¿Puede lograrse éste por la vía electoral desligada del movimiento de masas y por el uso de las instituciones? ¿Qué significado tienen los gobiernos cubano, venezolano, colombiano, ecuatoriano y nicaragüense y qué posibilidades hay de que ese sea en nuevo camino?
7. En México, como ha sucedido en España, Italia, Francia, etcétera, si la izquierda llega al poder por la vía electoral sin la participación directa del movimiento de masas, esa izquierda será más afectiva para modernizar la explotación capitalista. Será aplaudida por los grandes empresarios, por los medios de información y por el capitalismo internacional y nada podrá cambiar en beneficio de los trabajadores. Por el contrario, si su línea política es la movilización y la participación permanente de las masas y la vía electoral es sólo un instrumento para cambiar leyes y artículos constitucionales en beneficio de las mayorías, las cosas pueden cambiar en serio. Si López Obrador hubiese logrado la Presidencia sin cambiar la Constitución y las prácticas institucionales para evitar molestias a empresarios, clero y políticos, hubiera sido igual que cualquier gobernante panista o priísta. Eso ha sido la socialdemocracia a la europea.
8. La mayoría de los gobernadores, senadores, diputados y demás perredistas que gobiernan lo hacen como si fueran del PRI o del PAN, por eso no hay nada que los distinga, son más de lo mismo. Esa es la izquierda socialdemócrata que no necesitamos porque desprestigia la ideología y engaña por un tiempo a las masas. En México tenemos que aglutinar a movimientos sociales, sindicatos, organizaciones indígenas y campesinas, así como partidos políticos dispuestos a fundirse en un movimiento de masas unitario y antijerárquico. De ninguna manera se puede descartar alguna forma de lucha honesta: sea electoral, autogestiva, de masas, guerrillera. Lo importante es que los objetivos y las estrategias estén claros para que nadie sea engañado. Necesitamos al PRD, al FAP, a los zapatistas, al Diálogo Nacional y a la UNT, a la APPO y a la CNTE; al FNCR y a todas las corrientes que desde abajo buscan construir un gran movimiento contra el neoliberalismo y el capitalismo.
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