Del blog de Epigmenio Ibarra Vamos sobre Fox:
DE LOS DICHOS A LOS MUERTOS
Era sólo cuestión de tiempo que comenzaran los enfrentamientos formales entre las bandas de narcotraficantes y las tropas del ejército mexicano. Vicente Fox cedió porciones del territorio nacional al crimen organizado. Empeñado en sentar en la silla a su candidato se cruzó de brazos ante los embates del narcotráfico en Michoacán y Guerrero –dos zonas de filiación perredista; cantera natural de votos para la izquierda- y dejó que a punta de terror los capos ganaran, por primera vez en la historia moderna de México, control territorial. Logró su propósito, es cierto, hizo perder a López Obrador un puñado de votos, pero el precio de esa canallada lo pagamos todos.
Antes el narco, una entidad comercial cuyo propósito primordial es la expansión y preservación de sus mercados, dominaba sólo parcialmente pequeñas rancherías aisladas en la sierra. Tenía santuarios para divertirse y garantizar mínimamente su operación. Santuarios que a la menor amenaza y sin dar batalla abandonaba. Enfrentar a las fuerzas federales acarreaba a los narcos daños a su operación; así que en general y salvo en casos de extrema necesidad eludía el combate. Hoy las cosas han cambiado. Gracias al criminal abandono de Fox el narco se hizo del control de municipios enteros, de regiones de importancia estratégica y convirtió la posesión de las mismas en un jugoso negocio que no está dispuesto a perder.
No sólo traicionó Vicente Fox a la democracia al intervenir ilegalmente en el proceso electoral; traicionó también a la Patria (que así se llama entregar parte del territorio nacional) y un día –si queremos vivir una democracia plena- tendrá que dar cuentas de sus tropelías ante un tribunal de justicia. También ante los deudos de esos soldados a los que hoy Calderón llama héroes es que Fox debe responder; esa sangre derramada, el ejército lo sabe muy bien, mancha las manos del ex presidente. (NOTA COMPLETA).
ASESINATO Y OLVIDO
Que la muerte violenta se ha vuelto en este país un hecho trivial; una nota más de páginas interiores en los diarios, una rutina cotidiana, ya no es noticia. Que los propios medios de comunicación y más que eso los mismos periodistas reaccionemos tibiamente ante el asesinato de nuestros compañeros es lo que más debe preocuparnos pues nos da la medida exacta de la gravedad del cáncer que a causa del narcotráfico invade a México.
Vivimos –medios y periodistas- como dice Carlos Payán, inmersos ya en el pernicioso ciclo de asesinato, terror y olvido. Acusamos el golpe; cada golpe. Caemos así en la trampa que el crimen organizado nos ha tendido; por miedo, por impotencia, por indiferencia nos volvemos sus rehenes y al quedar maniatados, al quedarnos mudos dejamos más indefensa aun a la sociedad a la que, con nuestro trabajo informativo, deberíamos fortalecer y servir.
Escribo tardíamente–contagiado quizás por esta costumbre y también por el miedo- sobre el asesinato de Amado Ramírez corresponsal de Televisa en Acapulco. Tuvo que decirme Carlos Payán “no dejes de tocar ese asunto es importante que lo hagas” para que cobrara conciencia de esta imperdonable omisión. Más imperdonable en mi caso y con la experiencia previa en la cobertura en zonas de conflicto donde a veces y más allá de la suerte lo único que te mantiene vivo es el respaldo de tu medio y la solidaridad y capacidad de reacción de tus colegas. (NOTA COMPLETA)
Una razón más para apoyar al peje en el 2007.
DE LOS DICHOS A LOS MUERTOS
Era sólo cuestión de tiempo que comenzaran los enfrentamientos formales entre las bandas de narcotraficantes y las tropas del ejército mexicano. Vicente Fox cedió porciones del territorio nacional al crimen organizado. Empeñado en sentar en la silla a su candidato se cruzó de brazos ante los embates del narcotráfico en Michoacán y Guerrero –dos zonas de filiación perredista; cantera natural de votos para la izquierda- y dejó que a punta de terror los capos ganaran, por primera vez en la historia moderna de México, control territorial. Logró su propósito, es cierto, hizo perder a López Obrador un puñado de votos, pero el precio de esa canallada lo pagamos todos.
Antes el narco, una entidad comercial cuyo propósito primordial es la expansión y preservación de sus mercados, dominaba sólo parcialmente pequeñas rancherías aisladas en la sierra. Tenía santuarios para divertirse y garantizar mínimamente su operación. Santuarios que a la menor amenaza y sin dar batalla abandonaba. Enfrentar a las fuerzas federales acarreaba a los narcos daños a su operación; así que en general y salvo en casos de extrema necesidad eludía el combate. Hoy las cosas han cambiado. Gracias al criminal abandono de Fox el narco se hizo del control de municipios enteros, de regiones de importancia estratégica y convirtió la posesión de las mismas en un jugoso negocio que no está dispuesto a perder.
No sólo traicionó Vicente Fox a la democracia al intervenir ilegalmente en el proceso electoral; traicionó también a la Patria (que así se llama entregar parte del territorio nacional) y un día –si queremos vivir una democracia plena- tendrá que dar cuentas de sus tropelías ante un tribunal de justicia. También ante los deudos de esos soldados a los que hoy Calderón llama héroes es que Fox debe responder; esa sangre derramada, el ejército lo sabe muy bien, mancha las manos del ex presidente. (NOTA COMPLETA).
ASESINATO Y OLVIDO
Que la muerte violenta se ha vuelto en este país un hecho trivial; una nota más de páginas interiores en los diarios, una rutina cotidiana, ya no es noticia. Que los propios medios de comunicación y más que eso los mismos periodistas reaccionemos tibiamente ante el asesinato de nuestros compañeros es lo que más debe preocuparnos pues nos da la medida exacta de la gravedad del cáncer que a causa del narcotráfico invade a México.
Vivimos –medios y periodistas- como dice Carlos Payán, inmersos ya en el pernicioso ciclo de asesinato, terror y olvido. Acusamos el golpe; cada golpe. Caemos así en la trampa que el crimen organizado nos ha tendido; por miedo, por impotencia, por indiferencia nos volvemos sus rehenes y al quedar maniatados, al quedarnos mudos dejamos más indefensa aun a la sociedad a la que, con nuestro trabajo informativo, deberíamos fortalecer y servir.
Escribo tardíamente–contagiado quizás por esta costumbre y también por el miedo- sobre el asesinato de Amado Ramírez corresponsal de Televisa en Acapulco. Tuvo que decirme Carlos Payán “no dejes de tocar ese asunto es importante que lo hagas” para que cobrara conciencia de esta imperdonable omisión. Más imperdonable en mi caso y con la experiencia previa en la cobertura en zonas de conflicto donde a veces y más allá de la suerte lo único que te mantiene vivo es el respaldo de tu medio y la solidaridad y capacidad de reacción de tus colegas. (NOTA COMPLETA)
Una razón más para apoyar al peje en el 2007.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario