TU PUEDES SER DIFUSOR DE LA JUSTICIA
Lleva este documento de petición de justicia ante las autoridades locales, estatales y federales,
de igual manera con las Comisiones Estatales de Derechos Humanos, y las Organizaciones Civiles
de Defensa de los Derechos Humanos, de entre otros.
Hay que procurar que reciban el documento de petición de justicia, sellen y firmen.
Después , escanea el documento con sellos y firmas, y enviarlo al sendero defecal.
¡NO A LA IMPUNIDAD!
DE LA JORNADA DOS NOTAS SOBRE EL CASO:
Ahora no sostienen su dicho sobre la agresión a la anciana Ernestina Ascención
"Todo apunta hacia el Ejército", decían visitadores de la CNDH: líder indígena
Experta en delitos sexuales dictaminó "esfínter anal con desgarro reciente" y otras lesiones
Tetlatzinga, Sierra Zongolica, Ver., 9 de abril. Entre los pinos, sobre la tierra cubierta de musgo, la ofrenda de flores silvestres que pusieron los hermanos Inés Ascención en el lugar donde cayó su madre ya se ha secado. Francisco, el menor de los varones, baja por la empinada ladera para señalar el lugar exacto, a unos 20 metros de un pequeño claro y a tiro de piedra del lugar donde levantaron sus lonas los soldados de la base de operaciones "García", del 63 Batallón de Infantería, 26 Zona Militar. Se coloca sobre las rodillas y las manos: "Así encontramos a mi mamacita; trataba de pararse, pero ya no podía".
Pastora, tejedora, abuela de 28
Soledad Atzompa, Ver. Ernestina Ascención solía levantarse, enrollar su petate y salir al patio antes de la salida del sol. Le bastaba caminar unos pasos hacia la vereda para contemplar un paisaje espectacular. A sus pies se extiende su pueblo, como un nacimiento. Más abajo se vislumbra el caserío de Soledad y, a lo lejos, el verde valle de Orizaba. Al fondo, el gigante Pico de Orizaba, con su ropaje de nieve teñido de rosa con los primeros rayos solares.
La señora Ascención enviudó muy joven. Julio, su primogénito, tenía apenas 11 años y Marta, la menor, era una nena de pecho. Sacó adelante a sus cinco hijos con maíz, frijol y a veces papas. Julio y ella sembraban y cosechaban, hacían sillas, urdían la lana de sus ovejas y hacían mantas y cotones para venderlos. Los últimos cobertores que tejió, gruesos y acogedores, quedaron en una esquina de su choza.
En su mísero cuarto de piso de tierra quedaron, en un rincón, unas cestas llenas de mazorcas. En una repisa siguen sus santos, sus veladoras encendidas y varios dibujos infantiles de flores y árboles de Navidad, regalos de sus nietas Silvia y Olivia. Tuvo 28 nietos.
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