O ignorante, o mentiroso |
miércoles, 31 de enero de 2007 | |
Por Juan José Morales
Escrutinio En su empeño por demostrar que él es un auténtico campeón de la libre empresa y el más entusiasta defensor de los intereses de los Estados Unidos y los grandes consorcios norteamericanos, Felipe Calderón arremetió durante su gira por Europa contra las expropiaciones y nacionalizaciones, las cuales -dijo- han causado un "daño terrible y han provocado las peores crisis de América Latina en la historia, que han empobrecido más a la gente más pobre". Semejante aseveración indica una de dos: o el señor Calderón desconoce la historia de su propio país, o no tiene el menor empacho en mentir.
En México hemos tenido una gran expropiación y una gran nacionalización. La primera fue la del petróleo, en 1938, durante el gobierno del Gral. Lázaro Cárdenas. La segunda, la de la industria eléctrica, en 1960, bajo la presidencia del Lic. Adolfo López Mateos. Cada una tuvo características propias y se dio en circunstancias muy diferentes. La primera, en medio de un conflicto frontal, en el cual estaba en juego la propia soberanía nacional, entre el gobierno y las grandes empresas petroleras holandesas, británicas y norteamericanas, que durante medio siglo habían saqueado los yacimientos a cambio de migajas, se comportaban como un poder paralelo al del propio gobierno y llevaron su insolencia al grado de mofarse abiertamente del presidente Cárdenas y desafiar su autoridad. La expropiación valió a México ser objeto de presiones, amenazas y represalias por parte de las grandes potencias. Sin embargo el pueblo y el gobierno, unidos como pocas veces, supieron resistir. La nacionalización eléctrica de López Mateos, un presidente que -al igual que sus antecesores inmediatos, Miguel Alemán y Adolfo Ruiz Cortines- distaba mucho de seguir una política revolucionaria sino más bien actuaba en sentido opuesto, se dio en cambio en condiciones que podrían llamarse amistosas, a través de la compra por parte del Estado de las empresas canadienses y norteamericanas que controlaban la producción de energía eléctrica. Nadie tildó ese acto de confiscatorio, no hubo quejas ni protestas internacionales, ni México padeció represalias por él. Pero ambas acciones -la expropiación petrolera y la nacionalización eléctrica- tuvieron en común haber sido motores del desarrollo económico del país. De no haber tenido México a su disposición esas fuentes de energía y de no haberlas controlado, sencillamente no habríamos podido llegar a los niveles de industrialización y progreso económico actuales. Si el petróleo hubiera seguido en manos extranjeras, probablemente estaríamos produciendo más -porque se exprimirían los yacimientos hasta la última gota sin importar su agotamiento- pero estaríamos también en los niveles de atraso y subdesarrollo de países como Ecuador y Bolivia, ricos en hidrocarburos que han sido explotados por empresas extranjeras sin que el país pudiera aprovecharlos ni se beneficiara con esa riqueza... y justamente por ello sus actuales gobiernos decidieron nacionalizarla. Y si la generación de electricidad continuara -como en 1960- controlada por empresas extranjeras, seguiríamos -como en aquel entonces- pagando tarifas exageradas y padeciendo un abastecimiento insuficiente con los consecuentes apagones, y ni remotamente se habría hecho un esfuerzo como el de la Comisión Federal de Electricidad -otra creación de Cárdenas- por extender las redes de distribución y llevar el fluido hasta poblaciones pequeñas y aisladas donde el consumo es tan reducido que no resulta negocio satisfacerlo. Si Calderón ignora todo eso y por no saberlo se atrevió a afirmar que las expropiaciones y las nacionalizaciones solamente han causado daños a nuestros países, es grave tener un presidente así. Pero si lo sabe y mintió deliberadamente, todavía peor. En el primer caso, simplemente tendríamos a un mandatario ignorante. En el segundo, a un mentiroso. |
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