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miércoles, enero 31, 2007

ESPURIO ENTREGUISTA.

Política Exterior al servicio del gran capital PDF Imprimir E-Mail
miércoles, 31 de enero de 2007

Julio Pimentel Ramírez

Durante la gira que realiza Felipe Calderón Hinojosa por Europa se ha puesto de manifiesto la continuidad en la política exterior de la administración panista, entregada a los intereses de las transnacionales y del gobierno estadounidense y alejada de los países latinoamericanos con regímenes de centro izquierda.
A lo largo de su periplo por el llamado Viejo Continente, en diversas declaraciones el presidente de facto reiteró el carácter neoliberal de su política económica al quemar incienso por el acatamiento irrestricto a las reglas del mercado, a pesar de los resultados del Tratado de Libre Comercio (TLC), que si bien ha beneficiado a grandes capitalistas ha quebrado la industria y el campo nacionales, sumiendo en la pobreza a millones de mexicanos.

La autodeterminación y no intervención en los asuntos internos de las naciones, principios constitucionales en materia de política exterior, no han sido respetados por el mandatario mexicano, que con tal de atraer inversión extranjera al país se muestra imprudente y sin compostura diplomática, abriendo heridas producidas por su antecesor al enfrentarse nuevamente a los gobiernos de Venezuela y Bolivia.

Más allá de los aspectos formales y superficiales de este nuevo "affaire" diplomático, lo que se confronta en nuestro continente son dos posiciones con diferentes programas de gobierno, estrategias de desarrollo, posiciones ideológicas, en fin estamos ante distintos proyectos de nación, uno que intenta abrir nuevos cauces a la dignidad, identidad y soberanía de nuestros pueblos y otro que pretende profundizar el proceso desnacionalizador y antipopular al servicio del amo del Norte, pregonado por los tecnócratas al servicio del capital transnacional.

En las últimas once elecciones efectuadas en América Latina, siete han sido ganadas por candidatos de centro izquierda que con diversos matices y distintas estrategias, derivadas de las condiciones particulares de cada uno de sus países, se plantean un desarrollo económico sustentado en recuperar recursos naturales y económicos de la nación, poniendo coto al libre mercado impulsado a conveniencia de las transnacionales, al tiempo que ponen énfasis en la alianza de las repúblicas latinoamericanas sobre bases de igualdad y cooperación mutua.

La confrontación no es entre el pasado autoritario al que no hay que retornar, y el futuro promisorio sustentado en el libre mercado, como dice Felipe Calderón, sino entre posiciones de izquierda y derecha, que siguen existiendo a pesar de lo que digan los modernos analistas del "fin de la historia".

Mientras que los gobiernos de centro izquierda, como son Venezuela, Bolivia, Brasil, Argentina, Chile, Uruguay y Ecuador, se proponen modificar, a favor de sus pueblos, las relaciones con los grandes centros de poder, la segunda administración del PAN en el gobierno de la República se decide por profundizar su política de supeditación a las llamadas reglas del mercado, que en las actuales condiciones del mundo no es otra cosa más que ahondar la dependencia mexicana respecto a Estados Unidos, con el consabido costo social que eso conlleva.

Al tiempo que Calderón criticaba fuertemente a países como Venezuela y Bolivia e incluso Argentina, por atreverse a nacionalizar recursos naturales en manos de empresas transnacionales, en México la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA), presidida por el yunquista presidente del PAN Manuel Espino, anunciaba su cruzada en contra del "peligro comunista" que se extiende por nuestro Continente.

Las contradicciones entre el presidente espurio y el desbocado dirigente blanquiazul, adquieren el lugar secundario que tienen ante las coincidencias de fondo entre ambos adalides de la "democracia" y de los "principios cristianos", quienes prometen luchar en forma denodada por que no se regrese al pasado autoritario y se abra camino el futuro, al que por cierto entienden como una apertura incondicional a una globalización al servicio y en beneficio, por supuesto, de unos cuantos "triunfadores" que no son otros que la oligarquía financiera internacional y sus supeditados socios nacionales.

Cabe no olvidar de qué "democracia" habla quien surgió de un proceso electoral plagado de irregularidades, cuyo partido comete fraude a sus propios militantes. Como botón de muestra se tiene la elección de Estado que en Yucatán impuso a Xavier Abreu Sierra, candidato del (des)gobernador Patricio Patrón Laviada, en detrimento de Ana Rosa Payán Cervera.

Tampoco hay que mandar al rincón del olvido, lo referente a los "principios cristianos" que el PAN y la ODCA presumen tener. Es proverbial la doble moral panista, pletórica de ejemplos contundentes como el de Diego Fernández de Cevallos enriquecido al amparo de puestos públicos, litigando en contra del Estado al que al mismo tiempo representa. Además está presente la despiadada lucha interna por el poder, que incluso se ha teñido de sangre, como es el caso del homicidio del diputado local panista en Guerrero, en el que se encuentran involucrados militantes del PAN, lo que niega los auténticos principios del cristianismo.

Espino Barrientos, anunció que la ODCA, integrada por 35 partidos de 25 países del hemisferio, irá con todo para recuperar los gobiernos de América Latina ahora en poder de la izquierda y que apoyará las iniciativas de la oposición cubana -la que mayoritariamente es financiada por el gobierno de Estados Unidos-, particularmente aquellas que promueven el movimiento democrático y la libertad de los "presos políticos".

De esta manera el PAN devuelve el favor recibido de parte de organizaciones de la contrarrevolución cubana que, según diversas fuentes, apoyaron la campaña presidencial de Felipe Calderón, al tiempo que se pone al servicio de la política imperial de mister Bush.

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