No es lo mismo reprimir a la APPO que a narcos
Por: Julio Pomar (Fecha publicación:20/12/2006)
Donde las “ejecuciones” de los narcos avanzan, significa sólo dos cosas: O que los lugares donde ocurren están en las rutas básicas del narcotráfico hacia los Estados Unidos, y por ello es feroz y sin cuartel la lucha entre los “cárteles”; o que en la región o ciudad donde ocurren tales “ajusticiamientos” hay gobiernos débiles y mucha miseria, que son unos de los acicates más poderosos para la acción del crimen organizado. Esto nos lo dicen los lugares hasta hoy más recurridos para esas “ejecuciones”:
Guerrero, donde la miseria es ancestral, con violencia acumulada sempiterna, y a lo que se suma la incapacidad operativa del actual gobernador, el empresario Zeferino Torreblanca, que de perredista sólo tuvo el apoyo electoral.
Michoacán, cuya migración hacia los Estados Unidos u otras partes de México siempre ha sido una de las más altas y donde se aposenta un gobernador perredista, Lázaro Cárdenas Batel, pero sumamente débil de carácter y de fuerza institucional.
Tamaulipas, Baja California, Coahuila, Chihuahua (Cd. Juárez específicamente), Quintana Roo, Nayarit, además de tener comprobadamente gobiernos locales débiles (como Baja California, gobernada ya durante tres sexenios por políticos ineptos del derechista PAN), están en las rutas más ambicionadas del tráfico de drogas, por su cercanía a los centros de consumo norteamericanos o por su “viabilidad” como rutas seguras.
Con sólo estos ejemplos basta para verificar que los grupos del crimen organizado son muy sensibles a las fallas del poder, sea nacional, sea local, y muy pragmáticos para escoger esos lugares. De ahí que la narco-geografía esté situada más acentuadamente en los lugares señalados, aunque eso no signifique que las bandas delincuenciales no actúen en otras partes del país, en casi todas, como por ejemplo, en ciudades muy pobladas y, por eso, sustraídas al orden legal, donde los rastros de las acciones del tráfico de drogas tienden a perderse en una suerte de anonimato y clandestinaje impunes. Tales serían los casos de Guadalajara, del DF, de Monterrey, de Villahermosa y de otras.
Las continuas “ejecuciones” entre narcos, que han rebasado desde los tiempos priístas toda capacidad de respuesta de las autoridades encargadas de perseguir esos delitos, pero que se agudizan en los tiempos de Salinas, Zedillo y sobre todo Fox (periodo que arranca en 1988 y culmina en 2006, o sea, tres sexenios y ya casi 20 años) van al parejo con las crecientemente deprimidas situaciones sociales y económicas lugareñas, pero también, en las diversas épocas, con la vigencia del llamado “mercado libre” (si se abre el mercado a las mercaderías comunes y corrientes, ¿por qué razón no lo iba a hacer para el tráfico de estupefacientes, que también son mercancías y por añadidura de alto rendimiento pecuniario?). Y tanto Salinas, como Zedillo y como Fox son campeones del “mercado libre”, lo cual da un indicio de la posibilidad de lucha real contra el narco del nuevo “campeón” neoliberal encaramado en el poder, Calderón.
Si a esto se agregan las múltiples y endémicas complicidades y corrupciones en las filas oficiales, tenemos un país más que “colombianizado”, al grado que ya se podría hablar de que otros países se “mexicanizan” cuando alcanzan la alta incidencia de las luchas intestinas entre bandas de crimen organizado que se está registrando en nuestro país.
El operativo de Michoacán (federal y local) contra el narcotráfico, primero que emprende la administración impuesta de Calderón Hinojosa, no dio hasta hoy los resultados que de ella balandronearon que se tendrían. Ningún asunto destacable hubo en este operativo, anunciado a bombo y platillo días atrás. Y es que de seguro el propio anuncio previo de esta acción dio pie a los supuestos perseguidos para escabullirse, atrincherarse o cesar acciones mientras no se calmase la acción represiva.
Ya se ve que no es lo mismo que las fuerzas del orden se enfrenten a masas que protestan pacíficamente por motivos sociales o políticos (Oaxaca), donde las llamadas fuerzas del orden hacen y deshacen casi a placer, que a forajidos acostumbrados a andar a salto de mata, bien armados y dispuestos a todo. No significa lo mismo reprimir a militantes de la APPO o a mineros de Lázaro Cárdenas-Las Truchas (Michoacán), o a indígenas desarmados (Acteal, Aguas Blancas), que a narcotraficantes que no se enfrentan, sino que se escabullen, y cuando se enfrentan, ellos eligen el momento y el campo de batalla y la sorpresa. Todo parece indicar hasta hoy que este de la persecución del crimen organizado se trata de otro paso perdido de Felipe Calderón, pese s los decomisos de drogas por valor de 6 mil 740 millones de pesos, que son bicocas en el universo de ese tráfico ilegal.
Telecracia en aprietos
Por: Eduardo Ibarra Aguirre (Fecha publicación:20/12/2006)
Resulta tan avasallante el poder político y financiero del duopolio televisivo, que con frecuencia se da por hecho que su eficacia mediática y mediatizadora está fuera de toda discusión.
En un país de predominio de los monopolios, en contraposición con el rumbo antinacional abierto en 1982 por la tecnocracia presuntamente neoliberal, no es extraño que el poderío individual de estos gigantes con frecuencia trasnacionales, se sobreponga al de un Estado cada vez más acotado y débil para desempeñar la rectoría constitucional en los procesos económicos y en materia de telecomunicaciones.
Durante el sexenio de Vicente Fox Quesada y Martha María Sahagún Jiménez, los autodenominados “Soldados del PRI” –Emilio Azcárraga Milmo dixit--, se transformaron en generales de división de la política y los negocios, la desinformación y el entretenimiento.
Recibieron el decretazo del 12 de octubre de 2002 que eliminó el 12.5 por ciento de los tiempos fiscales y lo redujo al 1.5 por ciento --lo que equivalía a 13 mil millones de pesos anuales--, la ley Televisa para garantizar jurídicamente la reproducción de la hegemonía del duopolio durante tres sexenios, además de 130 permisos para que Televisa opere centros de apuestas.
Recibieron todo. Y aún reciben más. Incluido el espaldarazo de Luis Téllez Kuenzler para que no se forme una tercera cadena televisora, como la que proyectan General Electric y el Grupo Saba.
Pero a cambio de qué. Porque pareciera que no están resultando tan eficaces pagadores de las prebendas otorgadas por el anterior y actual grupo gobernantes a Emilio Azcárraga Jean y Ricardo Salinas Pliego, cuando el candidato presidencial con el que cerraron filas sin ningún recato ganó con muchos apuros la Presidencia de la República, de acuerdo al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, tantos que en sus primeros 20 días de gobierno el Ejército y la Armada resultaron el aliado principal. De esta manera menos diluirá el estigma de la ilegitimidad.
No aprenden. Se tropiezan con la misma piedra. En esencia es la misma historia del 6 de julio de 1988, cuando Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, con el vacío absoluto de la entonces televisión monopólica, puso en graves aprietos a Carlos Salinas de Gortari. O más recientemente, en que el desafuero de Andrés Manuel López Obrador fue tratado por las dos televisoras como si no existiera.
La salida de Bernardo Gómez de la vicepresidencia ejecutiva de Televisa, el principal operador político de Azcárraga Jean, y los severos ajustes que se producirán las próximas semanas en los segmentos informativos y en programas denominados de análisis y debate políticos, es inevitable asociarlos con la pérdida de credibilidad de los principales conductores por la notable parcialidad con que se condujeron antes, durante y después de las elecciones presidenciales.
Credibilidad que se ha visto reflejada en una severa pérdida de televidentes durante octubre respecto a los meses anteriores, de acuerdo al reporte comparativo mensual de IBOPE. Pérdida que necesariamente restringe la eficacia de las dos empresas que pese a tener monopolizado el mercado, o precisamente por ello, muestran serias limitaciones como instrumentos propagandísticos y publicitarios del gobierno de Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa, quien desde ya revela grandes aptitudes y, sobre todo, necesidades de superar a la autodenominada pareja presidencial en el multimillonario gasto, directo e indirecto, en los canales del duopolio.
El uso y el abuso que está haciendo Calderón Hinojosa del instrumental de Televisa y de Tv Azteca al tomar posesión desde Los Pinos la medianoche del 30, al organizar un acto en familia alternativo al del Palacio Legislativo de San Lázaro, al informarnos la súper obviedad de que él es el presidente de la República y al ostentar hasta la saciedad que gobernará con y junto las fuerzas armadas, podrían servir para mantener agradables niveles de aceptación ciudadana, siempre y cuando la tenacidad mediática no mengüe, pero difícilmente para conquistar voluntades que no se originaron en las urnas.
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miércoles, diciembre 20, 2006
DE REPRESIÓN Y MONOPOLIOS TELEVISIVOS
Publicadas por malquis a la/s 10:12 p.m.
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