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miércoles, noviembre 01, 2006

DON BLAS TORILLO: OAXACA... LAS PENAS Y LOS DÍAS

Nota original del blog Politic-ando

La mayoría de los periodistas, analistas, reporteros y opinantes profesionales le echan la culpa de la actual situación de Oaxaca (domingo 29, cuando la PFP está entrando ya a la capital del estado), a Ulises Ruíz, a Vicente Fox, a los presidentes municipales que han o no gobernado y que han permitido y alentado la agresión armada contra los no desarmados (sólo que con resorteras y palos) integrantes de la APPO y de la sección 22 del SNTE.

Quizá debamos pensar en causas más antiguas.

Quizá simplemente se trate de la pobreza.

Cuando la insurrección del EZLN en enero de 1994, casi ya 13 años, los que menciono al principio rápidamente se solidarizaron con los pobres de Chiapas (sobre todo los que no estaban directamente relacionados con el grupo armado), y "entendieron" que la pobreza estaba detrás del levantamiento.

Ahora, en el caso de Oaxaca, se ceban en los personajes criminales, desde Fox hasta el policía que anda disparando hacia las barricadas de la APPO, que desde luego tienen una grave responsabilidad en los hechos coyunturales y deberán enfrentar a la justicia (no a los MP, sino a la justicia, quiero decir), pero pocos han recordado que Oaxaca es un estado pobre, cuya principal actividad económica, en términos de la cantidad de gente involucrada, es la agricultura, no el turismo como dicen ahora, lo que podría aplicar solamente para Valles Centrales y la Costa entre Huatulco y Puerto Escondido.

Como explicaba hace poco, en el país, las condiciones macroeconómicas parecen no tener relación con las economías familiares. El hecho de que la inflación sea más o menos estable y el tipo de cambio también, lo que hace una economía "fuerte", encuentra parte de su explicación en que la gente no tiene dinero para comprar más que lo indispensable y que por supuesto sus transacciones no son en dólares, lo que significa una economía débil.

Así las cosas, cuando una sección completa del SNTE solicita lo que tiene 10 años pidiendo cada año, un aumento de sueldo, no están sorprendiendo a nadie. Los habitantes de la ciudad capital hasta hacían cálculos sobre sus agendas, tomando en cuenta el "tradicional" plantón de los maestros en el zócalo.

Y que la gente que no son maestros se hayan solidarizado con los maestros, ante la sucia agresión de la fuerza pública al mando del "gobierno" del estado tampoco es una sorpresa.

Que Ulises no lo haya entendido o que haya pensado que él podía terminar con esa "tradición" magisterial y que el pueblo no haría nada más que ver, en lugar de intentar solucionar las causas es un asunto de inteligencia política (o su ausencia), que deberá ser analizado en otro texto.

Lo que estaba de fondo, como desde hace años es la injusticia que prevalece en la economía estatal. Quien no haya visto a los habitantes de una comunidad rural de Oaxaca, pero también de Chiapas o de Guerrero o de Puebla, tener que desayunar, comer y cenar solamente y todos los días, café, tortillas, chile, semillas y algunas veces repartirse un pollo entre todos, no entiende qué es la pobreza.

Tuve una alumna que alguna vez, hace casi 20 años dijo que en su familia sí conocían la pobreza porque ese año, por primera vez en su vida, no habían tenido el suficiente dinero para ir de vacaciones de verano a Europa y se habían tenido que conformar con estar dos semanas en Estados Unidos.

Un conocido mío dice que está realmente preocupado por la pobreza que le aqueja, porque ahora ya no pudo cambiar su camioneta por una del año.

Ellos independientemente de que supongo que sufren auténticamente sus respectivas situaciones, NO CONOCEN LA POBREZA.

No es un asunto de percepciones, sino de realidades.

Por ejemplo, es obvio que tanto el rico como el pobre sufren la muerte de un familiar y auténticamente lloran su pérdida.

Pero el pobre tiene además que añadir a su sufrimiento, la evidencia angustiosa de no tener con qué comprar un ataúd y el traslado de su familiar difunto de la sala de su "casa" al cementerio.

El muerto no pagó un seguro de vida, ni pudo solventar en cómodas mensualidades el mini terreno en que deberá ser enterrado. Y ni hablar de una cremación, no por motivos religiosos, sino económicos.

Así que detrás de los terribles eventos actuales en Oaxaca no están solamente los devaneos, errores y crímenes de los actores políticos actuales, sino todos los responsables de la creación de este indignante estado de pobreza: gobernantes con nombre y apellido, empresarios que siguen pensando en cómo explotar mejor a sus trabajadores, instituciones y sus personajes que "jinetean" el dinero que les es asignado para apoyar el desarrollo de las regiones pobres, coyotes y personeros de quienes deberían conseguir créditos o apoyos en fertilizantes, semillas, transporte, comercialización y demás productos y acciones en la cadena productiva agrícola y la actividad artesanal.

Oaxaca, a nivel macroeconómico es tan pobre, por la simple razón de que no produce riqueza económica. El dinero que circula allá, no es producido allá, sino que es llevado por el turismo y las empresas nacionales y transnacionales, que al final, vuelven a llevarse ese dinero, sumado al que los oaxaqueños les dieron a ganar.

El dinero en Oaxaca, circula, no se queda. Entra y se va. Y por lo tanto, la poca inversión que hay, dependiente de los presupuestos gubernamentales, se aplica en lo que las "autoridades" deciden, más de acuerdo a sus intereses políticos y económicos, que a las necesidades de la gente.

No hay una industria productiva local significativa. La vida microeconómica entonces queda amarrada a la producción y comercialización de bienes y enseres de consumo básico y a la economía basada en el valor de uso, que sobreviven gracias a lo que compra el gremio más grande del estado: los maestros.

Los pobres de Oaxaca no tienen acceso al dinero del turismo ni al de las grandes comercializadoras.

Y en esta situación, no hay modo de prender un cerillo sin que crezca la llama. Eso es lo que han hecho los "gobiernos" actuales. Simplemente, encender un cerillo enmedio de los secos sembradíos de la pobreza.

Responsables todos ellos. Culpables todos ellos.

Los oaxaqueños solamente están actuando en consecuencia.

COMENTARIO: Para darse una idea: más de la tercera parte de los hogares oaxaqueños tienen piso de tierra, una mayor proporción no tiene drenaje, el 29% de las casas no tiene agua potable y el 28% de los trabajadores del estado no percibe nada por su labor. La falta de piso, drenaje y agua más la falta de servicios médicos que padecen las tres cuartas partes de la población, nos garantizan que el número de muertes por la estupidez gubernamental son significativamente más altas que las muertes que ha causado el actual conflicto. Son condiciones de pesadilla que sólo podemos imaginar los que tuvimos la suerte de vivir en ciudades menos golpeadas por el priísmo y panismo como Guadalajara, León o Monterrey, pero que aún en estas ciudades la miseria y la marginación están a unos cuantos pasos y los hijos de los desposeídos nos encaran en cada esquina. En las terribles circunstancias de Oaxaca o Chiapas, con su marginación a nivel estatal, se entiende que muchos prefieran morir de pie, con dignidad, antes que resignarse a una vida de opresión y miseria.

Ulises Ruiz dice que su gobierno no tiene la culpa de la miseria en Oaxaca. Aceptando sin conceder su dicho, que él no es culpable, su partido claro que lo es. La tierra que dio a México a dos de sus más grandes presidentes, Benito Juárez que salvó y forjó la nación mexicana, y que seguramente ha inspirado e inspira a millones de niños pobres a superarse en el país con su impresionante biografía, y a Porfirio Díaz que creó la red ferroviaria que todavía se usa hoy en día, que modernizó al país tecnológicamente pero no supo repartir la riqueza ni marcharse cuando su dictadura ya estaba caduca; se mantubo en la miseria durante 80 largos y miserableas años de régimen priísta, y en eso Ulises Ruiz tiene mucho que ver incluso antes de haber sido gobernador.

En los seis años que duró el ahora panista Diódoro Carrasco los niños que nacieron bajo su gobierno debieron de haber crecido como para entrar a la primaria; durante Murat, entrar a la secundaria y durante lo que lleva Ulises Ruiz, ya podrían estar pensando si van a estudiar o trabajar. En cambio, ¿cuantos miles de niños fallecieron con Diódoro Carrasco? ¿cuantos más en los gobiernos siguientes? ¿Cuantos terminaron marchándose a Estados Unidos o a las grandes ciudades de México en busca de sustento? ¿cuantos más terminaron y terminarán tristemente en las filas del crimen organizado? ¿Y esperan que los maestros que conocen a todos esos niños por su nombre se queden de brazos cruzados mientras crecen sin futuro? No hay lugar que haya sufrido más de la incompetencia de los priístas -y ahora de los panistas- que el sureste mexicano. Es el colmo del descaro que todavía pidan por allá el voto de los que se quedaron en su tierra.

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