DEL UNIVERSAL:

OMAR:SE NOS VIENE EL MUNDO ENCIMA

CARREÑO :DE PESOS Y CENTAVOS

BOLIGAN EL BUEN VECINO

El riesgoso continuismo
Rosa Albina Garavito
21 de octubre de 2006

L a decisión del Senado de la República de no declarar la desaparición de poderes en Oaxaca, y la presentación del equipo de transición de Felipe Calderón son dos hechos que dibujan con claridad lo que nos espera el próximo sexenio. Evidentemente el Congreso de la Unión será el espacio en el que se materialice la alianza política PAN-PRI, misma que se fortaleció al calor de la pasada campaña presidencial mediante la puesta al día de las redituables complicidades entre ambas fuerzas políticas, complicidades que abarcan casi dos décadas. Por su parte, las decisiones económicas del Poder Ejecutivo se moverán al son que le toque el próximo secretario de Hacienda, Agustín Carstens; de la misma manera que ha sucedido durante el último cuarto de siglo. Porque efectivamente en el gabinete presidencial quien tiene el verdadero poder es quien manda en las finanzas públicas.

Y si bien ambos pronósticos significan el continuismo político y económico, lo novedoso es que los márgenes de libertad para lograr gobernabilidad mediante esa perversa combinación cada día se estrechan más. Y esos estrechos márgenes se explican no sólo por el deterioro acumulado en las condiciones de vida de la población, sino de manera muy importante por la debilidad política con la cual asumirá el gobierno Felipe Calderón.

No fue el caso de Carlos Salinas a pesar de la sorpresiva rebelión ciudadana en las urnas del 6 de julio de 1988. En ese sexenio varios factores jugaron a favor de la gobernabilidad en condiciones de ilegitimidad: el primero de ellos la alianza histórica con el PAN que entre otras cosas le permitió mantener el control de los procesos electorales, y la permanencia de los "fraudes patrióticos"; el segundo, la incipiente organización del movimiento democrático que cristalizó en la formación del PRD, iniciativa que por un lado mantuvo la movilización opositora en los cauces de la legalidad, y cuyo carácter incipiente le permitió al gobierno hostilizarlo y tratarlo bajo la consigna de "ni los veo ni los oigo"; tercero, el apoyo de EU a cambio de enganchar a la economía mexicana en la órbita de ese país con la fuerza institucional del TLCAN, y convertirla en cabeza de playa de la Iniciativa de las Américas de George Bush padre. Estos y otros factores le permitieron a Salinas lograr gobernabilidad y además implantar su "revolución estructural", por cierto desde entonces estancada.

Por su parte, a pesar de que Ernesto Zedillo heredó las secuelas políticas del crítico 1994 y que la bomba económica le estalló en las manos a unos días de iniciado su mandato, el rescate financiero más grande de la historia por parte del presidente Clinton (52 mil millones de dólares disponibles), sacó a flote la estabilidad de la economía nacional; si bien los salarios reales y el empleo aún no recuperan el nivel previo a 1995 y el patrimonio de los pequeños deudores se esfumó en manos de los bancos. A pesar de ello el gobierno se mantuvo, también y entre otras cosas porque la izquierda ya había sido inoculada con el virus del pragmatismo electoral. Por supuesto el PAN continuó su papel de oposición funcional al sistema.

La historia de Fox aún está fresca: llegó con un gran bono democrático, mismo que dilapidó en el trueque Amigos de Fox-Pemexgate, en su complicidad con los banqueros, en el desafuero de López Obrador; y en la campaña contra éste, sólo para citar algunos dislates. La economía creció apenas 2% promedio anual, pero las remesas de los migrantes y los altos precios del petróleo la mantuvieron a flote. Además del bono democrático dilapidó estos magníficos dones económicos. En el camino, a Fox no le quedó más remedio que aceptar la candidatura de Calderón, a quien hereda un país con los caciques priístas más engallados que nunca, con el poder del capital financiero más hegemónico aún, con abismos sociales más hondos, con las finanzas públicas opacas y en ruina; y lo peor, con un proceso electoral seriamente cuestionado. Sin bono democrático y con la economía prendida de alfileres. Efectivamente, un continuismo político y económico cuyos peligros se ciernen sobre la cabeza del próximo gobierno.

Consejera nacional emérita del PRD