Raymundo Rivapalacio en el Universal:
Estrictamente personal.
Raymundo Riva Palacio.
01 de mayo de 2006.
¿Cuántos muertos más?
Aún sin verlo o sin querer darse cuenta, el gobierno de Vicente Fox está creando las condiciones para que venga en México un estallido social.
U na cascada de calificativos -necedad, torpeza, autoritarismo y represión- define la crisis política más profunda causada por el gobierno del presidente Vicente Fox Quesada y que hoy, en el 1 de mayo más caliente en varios lustros, llevará a las calles a decenas de miles de trabajadores para protestar la intromisión gubernamental en la vida interna sindical y exigir la destitución del secretario de Trabajo, Francisco Javier Salazar, símbolo de esta intromisión.
Ubicados en posturas antagónicas autoridades y trabajadores, la ruta que seguirá el conflicto creado absurdamente -a menos que un iluminado bajara a Los Pinos o que la Virgen de Guadalupe asesorara mejor al secretario de Gobernación- es la de mayor polarización y confrontación. La pregunta obligada es cuántos muertos más se necesita para que el gobierno foxista enmiende su error.
Hace unos días, en una operación militar-policial en la Siderúrgica Las Truchas, policías del gobierno perredista de Lázaro Cárdenas dispararon contra decenas de mineros que tenían ilegalmente ocupada la instalación, asesinando a dos de ellos. Como los mineros protestaban de esa forma la destitución, también ilegal, de su líder, Napoleón Gómez Urrutia, el vocero presidencial responsabilizó de la violencia a los propios mineros. Vaya estupidez retórica. La policía dispara a quemarropa, a matar, y quienes reciben los balazos son responsables de la represión.
El uso legítimo de la fuerza por parte de un Estado queda totalmente anulado cuando se utiliza esa fuerza como instrumento de disuasión en primera instancia, sin haber agotado antes todas las posibilidades de negociación. En el gobierno afirman que les dieron suficiente tiempo para el diálogo, pero que no lo aprovecharon. Por tanto, que sufran las consecuencias. ¿Cuál diálogo? El gobierno foxista, en medio de la tragedia de la mina en Pasta de Conchos donde murieron 65 mineros, decidió ajustar cuentas con Gómez Urrutia, quien dejó de serles funcional.
El problema se inicia con el actual titular de Gobernación, a la sazón del Trabajo, Carlos María Abascal Carranza, quien lo reconoció como líder del sindicato de mineros, algo que no hizo el gobierno de Ernesto Zedillo, que nunca dejó de considerar a Gómez Urrutia un líder impostor.
Abascal creó al monstruo y dejó que su relevo, el políticamente incompetente Salazar, tratara de resolver el golpe de mano al sindicato en el marco laboral. Como las peras y las manzanas no son lo mismo, como cree Fox, sindicatos de todo sino, antagónicos entre ellos incluso, se unieron no para defender a Gómez Urrutia, como son los menos, sino para protestar porque la forma como el gobierno lo destituyó fue una intromisión flagrante en la vida sindical. Simple: si no exigen respeto, ¿quién será el siguiente al que le corten ilegalmente la cabeza?
Los sindicatos están viendo que a plomo y sangre este gobierno quiere resolver el problema político que creó, y que el presidente Fox, montado en ese caballo que dice que no hay que cambiar, está empecinado en su línea de acción: mano dura contra los mineros, impunidad para Abascal, quien lo metió en su origen a este problema, y respaldo para Salazar, quien terminó de descomponer el escenario.
Aunque el gobernador Cárdenas lo acompaña en el camino porque fueron sus policías quienes dispararon a matar, Fox se ha llenado las manos de sangre en Las Truchas porque es del gobierno federal la responsabilidad prima de haber escalado el conflicto minero a estos niveles. Tan oportuno como siempre: en medio de una polarizada contienda presidencial, con la creciente molestia por los bajos niveles salariales y el fracaso en la generación de empleo, y la creciente percepción de que en Los Pinos están arrodillados ante los grandes intereses empresariales.
Por si esto no fuera suficiente para la indignación contra el Presidente, su gobierno ha desarrollado una política económica bastante mediocre. Con el blindaje financiero que le dejó el presidente Zedillo -la razón real por la cual no habrá crisis financiera al final del sexenio-, lo que ha hecho es acumular récord en reserva de divisas -invirtiendo poco en infraestructura y financiando la deuda pública privada-, desperdiciar el ingreso por el superávit comercial con Estados Unidos, y utilizar la renta petrolera en nada.
Países con menos recursos naturales que México, sin la ubicación geoestratégica que tiene con Norteamérica, han crecido en estos cinco años a más de 8%; el foxista ha llevado el crecimiento a menos de 3% anual, teniendo una de las tasas reales en los salarios más bajas en América Latina y con crecientes déficit en empleo y calidad salarial. El subempleo se calcula en el orden de 40%, y las remesas de mexicanos que se fueron de su país por falta de oportunidades económicas son la segunda fuente de ingresos nacional. Las bajas tasas de interés, resultado fundamental del comportamiento económico en el mundo, han ayudado a que no estalle una crisis social a este gobierno foxista, que sólo ha dado pruebas contundentes de respaldar hasta la ignominia a los grandes capitales.
Fox ha favorecido los monopolios, se ha puesto de hinojos ante las televisoras y, estirando la ley, permitió que la operación de compra y venta de Banamex y Bital a Citibank y HSBC se bursatilizara para que sus accionistas no pagaran impuestos, del orden respectivo de 4 mil y mil 500 millones de dólares.
Las cuentas foxistas son positivas para los grupos de más ingreso, pero no para la mayoría de los mexicanos, que siguen pauperizándose. Sus datos de reducción del volumen de pobreza son un ajuste contable al haber cambiado simplemente la metodología para contar a los pobres, pero ni ha sacado números significativos de la marginación, ni ha ensanchado la clase media, como pomposamente lo asegura. Su saldo económico es negativo para con la mayoría de los mexicanos, que estaban distraídos en la divertida campaña presidencial. La pésima operación política en contra de Gómez Urrutia, a quien derrocaron mancillando la vida interna sindical, lo ha colocado en la esquina.
Públicamente, la Presidencia sigue mintiendo. Fox sí se involucró en los asuntos internos de los sindicatos. Su gobierno sí dio línea a líderes espurios. Nadie en el gobierno tiene disposición "absoluta" para el diálogo. Son una caterva de mentirosos que no está viendo el terreno minado en el cual se mueven.
Una líder moderada, Elba Esther Gordillo, que fue su aliada desde el magisterio y el Partido Revolucionario Institucional, ya alertó que más torpezas del gobierno foxista están creando las condiciones para un estallamiento social. Este lunes veremos si la violencia política en México avanza un paso más y se coloca en la verja del desbordamiento.
Una razón mas para votar por AMLO y la mayoría perredista al Congreso.
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lunes, mayo 01, 2006
EL SELLO FOXISTA:PUBLICAMENTE SIGUE MINTIENDO.
Publicadas por Armando Garcia Medina a la/s 6:51 p.m.
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