Por Enrique Cisneros
Estamos en los días de fiesta guadalupanos, donde según la tradición una mujer, la Vírgen de Guadalupe, redimió al pueblo mexicano. Esta costumbre impuesta por los colonizadores sobre la veneración natural indígena del culto a Tonantzin (nuestra madre tierra), resulta dolorosa con informaciones como la que Teresa Ulloa proporcionó recientemente sobre el tráfico de mujeres y niñas en Latinoamérica: más de cinco millones de mujeres y niñas son víctimas del tráfico de personas en América Latina.
De ellas, el país por eminencia guadalupano, México, tiene medio millón, pues es la nación ideal para la trata de mujeres y niñas debido a sus niveles de corrupción que llegan hasta las más altas esferas de la iglesia católica donde es común el delito de pederastia.
Ulloa, directora en México de la Coalición contra el Tráfico de Mujeres y Niñas, durante su participación en el foro Experiencias exitosas de atención a víctimas, dejó claro que las mujeres y niñas son utilizadas con fines de explotación sexual, pornografía y tráfico de órganos humanos.
Ahora que Felipe Calderón se ufana de ser el paladín de la lucha contra el crimen organizado no se atreve a tocar a los lenones, secuestradores y traficantes de mujeres, pues es una de las industrias ilícitas más poderosas del mundo junto con el tráfico de armas y estupefacientes. Como siempre sucede en este tipo de negocios, están involucrados potentes empresarios, políticos y gansgters.
Gracias a la corrupción gubernamental y la impunidad legaloide mexicana se tiene el vergonzoso título de ser un país de tránsito y destino de trata de mujeres, al grado de que miles de turistas de todo el mundo vienen a México en supuestos viajes turísticos, para violentar a niños y niñas que son prostituidas.
Lo que se ha conocido de las “muertas de Juárez” es tan solo la punta del iceberg de un problema mucho más profundo en el que autoridades de todo el país, no sólo de esa entidad, están embarradas de la sangre de miles de víctimas.
De acuerdo con Teresa Ulloa el 87 por ciento de las mujeres vejadas son objeto de explotación sexual con fines comerciales y un 13 % es con fines de explotación laboral y para tráfico de órganos.
Si la Vírgen de Guadalupe bajara a México no solo se avergonzaría por esta situación sino que tendría vergüenza de todos hijos e hijas que permanecen calladas ante esta realidad.
Estamos en los días de fiesta guadalupanos, donde según la tradición una mujer, la Vírgen de Guadalupe, redimió al pueblo mexicano. Esta costumbre impuesta por los colonizadores sobre la veneración natural indígena del culto a Tonantzin (nuestra madre tierra), resulta dolorosa con informaciones como la que Teresa Ulloa proporcionó recientemente sobre el tráfico de mujeres y niñas en Latinoamérica: más de cinco millones de mujeres y niñas son víctimas del tráfico de personas en América Latina.
De ellas, el país por eminencia guadalupano, México, tiene medio millón, pues es la nación ideal para la trata de mujeres y niñas debido a sus niveles de corrupción que llegan hasta las más altas esferas de la iglesia católica donde es común el delito de pederastia.
Ulloa, directora en México de la Coalición contra el Tráfico de Mujeres y Niñas, durante su participación en el foro Experiencias exitosas de atención a víctimas, dejó claro que las mujeres y niñas son utilizadas con fines de explotación sexual, pornografía y tráfico de órganos humanos.
Ahora que Felipe Calderón se ufana de ser el paladín de la lucha contra el crimen organizado no se atreve a tocar a los lenones, secuestradores y traficantes de mujeres, pues es una de las industrias ilícitas más poderosas del mundo junto con el tráfico de armas y estupefacientes. Como siempre sucede en este tipo de negocios, están involucrados potentes empresarios, políticos y gansgters.
Gracias a la corrupción gubernamental y la impunidad legaloide mexicana se tiene el vergonzoso título de ser un país de tránsito y destino de trata de mujeres, al grado de que miles de turistas de todo el mundo vienen a México en supuestos viajes turísticos, para violentar a niños y niñas que son prostituidas.
Lo que se ha conocido de las “muertas de Juárez” es tan solo la punta del iceberg de un problema mucho más profundo en el que autoridades de todo el país, no sólo de esa entidad, están embarradas de la sangre de miles de víctimas.
De acuerdo con Teresa Ulloa el 87 por ciento de las mujeres vejadas son objeto de explotación sexual con fines comerciales y un 13 % es con fines de explotación laboral y para tráfico de órganos.
Si la Vírgen de Guadalupe bajara a México no solo se avergonzaría por esta situación sino que tendría vergüenza de todos hijos e hijas que permanecen calladas ante esta realidad.
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