En la noche del 11 de febrero de 1936, el Presidente Lázaro Cárdenas del Río confrontó a los líderes de la mayor asociación de patrones de Monterrey, en una reunión con los Directores del Centro Patronal de Monterrey. Esta confrontación se realizó justo después de varios días de manifestaciones masivas anti-laborales orquestadas por los líderes del segundo centro del país en importancia económica. En juego estaban la capacidad presidencial de Cárdenas y la capacidad del Estado Mexicano de intervenir en la regulación de las relaciones obrero-patronales. Estos sucesos marcaron la consolidación política de los mayores capitalistas de Monterrey como un grupo clave de poder en el México moderno y se le identificó como una fracción distinta de la burguesía Mexicana.
Las circunstancias que propiciaron el viaje presidencial a Nuevo León en 1936 apunta hacia un cambio en el periódico patrón de conflicto que perneaban las relaciones entre los grandes capitanes de industria Regiomontanos y el Gobierno Federal desde la Revolución de 1910. Por casi una semana, la atención nacional se había concentrado crecientemente en la agravación del conflicto laboral en la “Primera Ciudad Industrial” de México. Desde la inauguración en diciembre de 1934 de la Administración de Cárdenas de tendencia pro-laboral, los mexicanos experimentaron un aumento en el número de huelgas. Pero el súbito viaje del Presidente, sin anunciarse a Nuevo León, destacaba la singular importancia de la huelga en la planta de vidrio más grande del país, Vidriera Monterrey.
La Vidriera Monterrey ha pertenecido a una de las familias más prominentes y acaudaladas de Monterrey, la familia «Garza-Sada-Muguerza». Esta industria representaba de varias maneras el poder y prestigio de un grupo excluyente ultra-conservador de hombres de negocios que dominaban la ciudad. La Vidriera que presumía de su moderno equipo y las últimas tecnologías, monopolizaba la producción de vidrio en México, prosperaba sin capital ni mercados extranjeros, además de contar con un sindicato de empresa establecido. Estos elementos caracterizaban a los empresarios predominantes—pero ninguno se distinguía más que los que fundaron la industria “matriz” de Monterrey, la Cervecería Cuauhtémoc constituida en 1890, por la familia «Garza-Sada-Muguerza» también. Por la posición y tamaño de estas empresas en la región y en la economía nacional magnificaba las repercusiones del conflicto.
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