En la Hora del Pueblo encontré la referencia a un artículo con este título de la revista Fortuna, de autoría de Marcos Chávez M.* Lo más substancial del artículo (a mi parecer), que será muy útil para debatir con los necios autoengañados panistas, lo presento enseguida:
...Las babeantes fauces de las hienas empresariales locales y foráneas ya se regodean ante los despojos de Petróleos Mexicanos (Pemex), que les serán arrojados por Calderón y los “patrióticos” congresistas con la contrarreforma petrolera, llámese “alianza estratégica” o cualesquier otro nombre que se utilice para justificar la privatización de la paraestatal. Uno de los últimos símbolos paradigmáticos del régimen nacionalista surgido de la revolución mexicana que queda por demoler, en el avanzado proceso de destrucción de la nación. Mientras los gobiernos de Ecuador, Venezuela o Bolivia recuperan su dignidad y la soberanía de sus recursos energéticos, el mexicano opta por la ignominia.
¿Cuál será la coartada? La misma que se ha usado hasta la náusea: el agotamiento de las reservas petroleras y las restricciones financieras de Pemex.
Pero antes de privatizar a Pemex, el “demócrata” y su pandilla de “patriotas” utilizan el recomendado “método Norquist”: apretarle más la soga financiera: mantener el saqueo fiscal, seguirla castigando presupuestamente, descuartizarla, ampliar la ilegal inversión del capital privado, como sucede desde el gobierno de Miguel de la Madrid.
Se dice que Pemex no tiene recursos para revertir la baja de las reservas petroleras convencionales que, con un nivel de producción de 3.683 millones de barriles diarios (mbd) registrado en 2006, en el caso de los hidrocarburos totales, éstas apenas durarán cuando mucho 34 años (hasta el año 2040; en el caso de las probadas 12 años, hasta el 2018). Respecto del petróleo crudo, con una producción diaria de 3.256 mbd, el total se agotaría en 28 años, hacia el 2034, y las probadas en 8 años, hacia el 2014. ¿A qué empresario le interesaría invertir miles de millones de dólares en yacimientos cuya duración abarca un limitado horizonte de tiempo? ¿Por qué a Estados Unidos le interesa ampliar el tratado de libre comercio (TLC) en materia petrolera?
La única respuesta razonable es que Calderón, Gergina Kessel (la empleada de de Luis Téllez) y Jesús Reyes Heroles, entre otros funcionarios actuales y de las últimas cuatro administraciones, han mentido descaradamente a la sociedad mexicana, con tal de regresar a la nación a la etapa previa de la nacionalización petrolera de 1937, llevada a cabo por Lázaro Cárdenas, para entregarle los yacimientos no convencionales del Golfo de México a los empresarios para su depredación.
Si ya no existieran nuevos yacimientos no convencionales, es lógico que un gobierno prudente hace tiempo hubiera aplicado una estrategia racional, que castigara severamente la corrupción (aunque se llenaran las cárceles) y el incumplimiento de metas, se mesuraran la producción y las exportaciones y sacara del TLC a los hidrocarburos. Pero no fue así. Se aumentó la extracción de 3.343 millones de barriles diarios en 1999 a 3.825 millones en 2004 y las ventas externas de 1.534 millones a 1.870 millones (en 2005-2006 ambas bajaron para ubicarse en 3.682 millones y 1.793 millones en el último año citado). También hubiera impuesto un fuerte programa de racionalización del consumo. Pero ha estimulado la irracional demanda automotriz, por ejemplo.
Ellos han hecho todo lo posible por destruir a Pemex. Si los neoliberales hubieran modificado el régimen fiscal de Pemex para dejarle más recursos disponibles, las cuantiosas divisas recibidas por las exportaciones de hidrocarburos acumuladas entre 1998 y 2006, cuando los precios medios del crudo pasaron de 10.18 dólares por barril a 53.04, hubieran mejorado la situación financiera de la paraestatal y esos recursos pudieron ampliar los programas de infraestructura, explotación y exploración de nuevos yacimientos que, por añadidura, redundarían en menores importaciones de derivados (por ejemplo gasolinas) y de petroquímicos.
Entre 1999 y 2006 el saldo comercial neto de Pemex arrojó un superávit por 120.7 mil millones de dólares. Nominalmente, en ese lapso sus ingresos antes del pago de impuestos sumaron 2.908 billones de pesos. Después de pagar impuestos (3.097 billones), arrojó un déficit acumulado por 188.5 mil millones. Aunque en 2006 Pemex logró un superávit neto por 42.5 mil millones, entre 1988 y 2005, cada año, registró perdidas (242.6 mil millonesacumuladas). La asfixia financiera de Pemex tiene su contrapartida: la alta aportación de los ingresos petroleros en el total presupuestal del sector público (38% en 2006). En lugar de promover una verdadera reforma fiscal que obligue a los empresarios y a los sectores de altos ingresos a pagar sus impuestos, a gravarlos progresivamente o reduzca la evasión, la corrupción o elusión de impuestos, los neoliberales prefieren saquear las finanzas de Pemex. Por esa razón, la paraestatal ha tenido que endeudarse. Al cierre de 2006 su débito total consolidado sumó 52.3 mil millones de dólares.
La expoliación tiene otro sentido: privilegiar la inversión privada (Pidiregas) sobre la pública. Inversiones que se desconoce su naturaleza (costos, calidad, etc.) y que virtualmente han hipotecado el futuro de Pemex. En 1977 aquella representó 14.5% del total y en 2006 el 98.1%. Por si no fuera suficiente, para el 2007 todo el presupuesto que propuso Calderón para la empresa será destinado al Pago de Pidiregas pasados, y el total de la inversión será realizada por los chacales. Las obras que se realizarán en el Golfo de México o en la Cuenca de Burgos, por ejemplo, será concesionada al capital privado.
Con esa política petrolera Calderón terminará por destruir a Pemex y la nación. Al cabo, para eso el bloque de poder dio su golpe de estado técnico y entronizó al panista, quien cumple satisfactoriamente su tarea que le fue encomendada.
*Periodista e investigador del programa de Ciencia, Tecnología y Desarrollo, El Colegio de México.
Un argumento muy sencillo para desarmar a los que se manifiestan a favor del desmantelamiento de Pemex, a los necios ignorantes que afirman que nunca han recibido ningún beneficio del petróleo es el siguiente: Dado que Pemex proporciona el 40% de los ingresos del gobierno, al perderse la empresa también estarían perdiéndose esos ingresos, por lo tanto, quien propone la destrucción de Pemex necesariamente propone un aumento de 40% a los impuestos, ¿están dispuestos esos pro-privatizadores a pagar un 40% más de impuestos? En todas esas décadas en las que Pemex sostubo buena parte del gobierno federal ¿creen que hubiera sido mejor pagar más impuestos y que las ganancias se hubieran ido al extranjero. Lo que se esconde detrás de las propuestas de privatización de Pemex y CFE está la ambición desmedida de un grupo de bandidos, que viendo la enorme riqueza que ha acumulado Carlos Slim con su monopolio de Telmex, quieren volverse monopolistas con los otros dos monopolios más rentables que quedan en el país, el petróleo y la electricidad. Para terminar esta intervención, quiero dejarles esta captura del programa de retiros de centrales que preparó la Secretaría de Energía para desmantelar la infraestructura de generación de CFE, todo sea por favorecer a España y los demás extranjeros que se están apoderando de la industria eléctrica nacional, programa preparado por Juan Camilo Mouriño, cuando fue subdirector de infraestructura eléctrica en el paso de Felipe Calderón en la Secretaría de Energía, ¿conflicto de intereses? ¡Qué mal pensados!:
Para darse una idea de lo que esto significa, la zona metropolitana de Guadalajara tiene una demanda de 750-900 MW, y la central hidroeléctrica El Cajón, que con tanto bombo y platillo anunciara Fox, tiene una capacidad de sólo 760 Mw.
...Las babeantes fauces de las hienas empresariales locales y foráneas ya se regodean ante los despojos de Petróleos Mexicanos (Pemex), que les serán arrojados por Calderón y los “patrióticos” congresistas con la contrarreforma petrolera, llámese “alianza estratégica” o cualesquier otro nombre que se utilice para justificar la privatización de la paraestatal. Uno de los últimos símbolos paradigmáticos del régimen nacionalista surgido de la revolución mexicana que queda por demoler, en el avanzado proceso de destrucción de la nación. Mientras los gobiernos de Ecuador, Venezuela o Bolivia recuperan su dignidad y la soberanía de sus recursos energéticos, el mexicano opta por la ignominia.
¿Cuál será la coartada? La misma que se ha usado hasta la náusea: el agotamiento de las reservas petroleras y las restricciones financieras de Pemex.
Pero antes de privatizar a Pemex, el “demócrata” y su pandilla de “patriotas” utilizan el recomendado “método Norquist”: apretarle más la soga financiera: mantener el saqueo fiscal, seguirla castigando presupuestamente, descuartizarla, ampliar la ilegal inversión del capital privado, como sucede desde el gobierno de Miguel de la Madrid.
Se dice que Pemex no tiene recursos para revertir la baja de las reservas petroleras convencionales que, con un nivel de producción de 3.683 millones de barriles diarios (mbd) registrado en 2006, en el caso de los hidrocarburos totales, éstas apenas durarán cuando mucho 34 años (hasta el año 2040; en el caso de las probadas 12 años, hasta el 2018). Respecto del petróleo crudo, con una producción diaria de 3.256 mbd, el total se agotaría en 28 años, hacia el 2034, y las probadas en 8 años, hacia el 2014. ¿A qué empresario le interesaría invertir miles de millones de dólares en yacimientos cuya duración abarca un limitado horizonte de tiempo? ¿Por qué a Estados Unidos le interesa ampliar el tratado de libre comercio (TLC) en materia petrolera?
La única respuesta razonable es que Calderón, Gergina Kessel (la empleada de de Luis Téllez) y Jesús Reyes Heroles, entre otros funcionarios actuales y de las últimas cuatro administraciones, han mentido descaradamente a la sociedad mexicana, con tal de regresar a la nación a la etapa previa de la nacionalización petrolera de 1937, llevada a cabo por Lázaro Cárdenas, para entregarle los yacimientos no convencionales del Golfo de México a los empresarios para su depredación.
Si ya no existieran nuevos yacimientos no convencionales, es lógico que un gobierno prudente hace tiempo hubiera aplicado una estrategia racional, que castigara severamente la corrupción (aunque se llenaran las cárceles) y el incumplimiento de metas, se mesuraran la producción y las exportaciones y sacara del TLC a los hidrocarburos. Pero no fue así. Se aumentó la extracción de 3.343 millones de barriles diarios en 1999 a 3.825 millones en 2004 y las ventas externas de 1.534 millones a 1.870 millones (en 2005-2006 ambas bajaron para ubicarse en 3.682 millones y 1.793 millones en el último año citado). También hubiera impuesto un fuerte programa de racionalización del consumo. Pero ha estimulado la irracional demanda automotriz, por ejemplo.
Ellos han hecho todo lo posible por destruir a Pemex. Si los neoliberales hubieran modificado el régimen fiscal de Pemex para dejarle más recursos disponibles, las cuantiosas divisas recibidas por las exportaciones de hidrocarburos acumuladas entre 1998 y 2006, cuando los precios medios del crudo pasaron de 10.18 dólares por barril a 53.04, hubieran mejorado la situación financiera de la paraestatal y esos recursos pudieron ampliar los programas de infraestructura, explotación y exploración de nuevos yacimientos que, por añadidura, redundarían en menores importaciones de derivados (por ejemplo gasolinas) y de petroquímicos.
Entre 1999 y 2006 el saldo comercial neto de Pemex arrojó un superávit por 120.7 mil millones de dólares. Nominalmente, en ese lapso sus ingresos antes del pago de impuestos sumaron 2.908 billones de pesos. Después de pagar impuestos (3.097 billones), arrojó un déficit acumulado por 188.5 mil millones. Aunque en 2006 Pemex logró un superávit neto por 42.5 mil millones, entre 1988 y 2005, cada año, registró perdidas (242.6 mil millonesacumuladas). La asfixia financiera de Pemex tiene su contrapartida: la alta aportación de los ingresos petroleros en el total presupuestal del sector público (38% en 2006). En lugar de promover una verdadera reforma fiscal que obligue a los empresarios y a los sectores de altos ingresos a pagar sus impuestos, a gravarlos progresivamente o reduzca la evasión, la corrupción o elusión de impuestos, los neoliberales prefieren saquear las finanzas de Pemex. Por esa razón, la paraestatal ha tenido que endeudarse. Al cierre de 2006 su débito total consolidado sumó 52.3 mil millones de dólares.
La expoliación tiene otro sentido: privilegiar la inversión privada (Pidiregas) sobre la pública. Inversiones que se desconoce su naturaleza (costos, calidad, etc.) y que virtualmente han hipotecado el futuro de Pemex. En 1977 aquella representó 14.5% del total y en 2006 el 98.1%. Por si no fuera suficiente, para el 2007 todo el presupuesto que propuso Calderón para la empresa será destinado al Pago de Pidiregas pasados, y el total de la inversión será realizada por los chacales. Las obras que se realizarán en el Golfo de México o en la Cuenca de Burgos, por ejemplo, será concesionada al capital privado.
Con esa política petrolera Calderón terminará por destruir a Pemex y la nación. Al cabo, para eso el bloque de poder dio su golpe de estado técnico y entronizó al panista, quien cumple satisfactoriamente su tarea que le fue encomendada.
*Periodista e investigador del programa de Ciencia, Tecnología y Desarrollo, El Colegio de México.
Un argumento muy sencillo para desarmar a los que se manifiestan a favor del desmantelamiento de Pemex, a los necios ignorantes que afirman que nunca han recibido ningún beneficio del petróleo es el siguiente: Dado que Pemex proporciona el 40% de los ingresos del gobierno, al perderse la empresa también estarían perdiéndose esos ingresos, por lo tanto, quien propone la destrucción de Pemex necesariamente propone un aumento de 40% a los impuestos, ¿están dispuestos esos pro-privatizadores a pagar un 40% más de impuestos? En todas esas décadas en las que Pemex sostubo buena parte del gobierno federal ¿creen que hubiera sido mejor pagar más impuestos y que las ganancias se hubieran ido al extranjero. Lo que se esconde detrás de las propuestas de privatización de Pemex y CFE está la ambición desmedida de un grupo de bandidos, que viendo la enorme riqueza que ha acumulado Carlos Slim con su monopolio de Telmex, quieren volverse monopolistas con los otros dos monopolios más rentables que quedan en el país, el petróleo y la electricidad. Para terminar esta intervención, quiero dejarles esta captura del programa de retiros de centrales que preparó la Secretaría de Energía para desmantelar la infraestructura de generación de CFE, todo sea por favorecer a España y los demás extranjeros que se están apoderando de la industria eléctrica nacional, programa preparado por Juan Camilo Mouriño, cuando fue subdirector de infraestructura eléctrica en el paso de Felipe Calderón en la Secretaría de Energía, ¿conflicto de intereses? ¡Qué mal pensados!:
Para darse una idea de lo que esto significa, la zona metropolitana de Guadalajara tiene una demanda de 750-900 MW, y la central hidroeléctrica El Cajón, que con tanto bombo y platillo anunciara Fox, tiene una capacidad de sólo 760 Mw.
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