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viernes, marzo 23, 2007

URGE QUE SE VAYA EL ESPURIO.

Opinión
México
Salvavidas de piedra
Por: Gerardo Fernández Casanova (especial para ARGENPRESS.info)
Fecha publicación: 22/03/2007

“Que el fraude electoral jamás se olvide”

Tal parece que el régimen, ante el naufragio de las instituciones, pretende rescatarlas con un salvavidas de piedra. Para todos es clara la necesidad de reformar profundamente la estructura del estado, puede decirse que en todos sus ámbitos, pero se registran graves diferencias en el diagnóstico y, por tanto, en las medidas de solución. El asunto es, desde luego, ideológico con toda la carga de intereses implícitos. La gran discusión se centra en la concepción del papel del Estado en el funcionamiento de la sociedad y el país. La derecha, los conservadores de siempre y de todas partes, pretende un estado mínimo pero suficiente para garantizar la conservación del status quo. Para la izquierda progresista el estado debe ser el instrumento de la transformación positiva de la realidad en beneficio de la sociedad toda.

Es un salvavidas de piedra la intención de reformar el régimen de prevención y seguridad social por el trabajo, para reducirlo a un esquema de ahorro individual operado con criterio mercantil, ajeno a la idea de solidaridad que le da sustento como institución. Se confunde el objetivo cuando lo que se intenta es salvar al ISSSTE, en tanto que empresa pública, pero se condena de muerte a su función sustantiva. Eso es lo que implica la iniciativa de reforma a la ley que el PAN y el PRI pretenden aprobar en las cámaras.

Lo mismo sucede con Petróleos Mexicanos que, no obstante la intención perversa de desmantelarlo de los últimos cuatro sexenios, sigue siendo el principal soporte de la economía nacional. Acotada la capacidad de endeudamiento del gobierno federal, se hizo fácil financiarlo por la vía de la factura petrolera (no de la renta, sino de la venta) y cargar el endeudamiento sobre la empresa, colocándola en condición de quiebra técnica. La apertura de PEMEX al capital privado, nacional o extranjero, es un salvavidas de piedra, incluso para el fisco federal.

Ambos salvamentos, entre otros muchos, requieren de una profunda reforma fiscal, tema en el que también se presentan contradicciones de fondo. Todo mundo está de acuerdo en que se requiere una reforma que ofrezca una recaudación suficiente para solventar el presupuesto de egresos federales, la diferencia estriba en que, mientras la derecha propugna por una generalización de la carga tributaria, con reducción a los que más ganan (so pretexto de ser internacionalmente competitivos) con el efecto concentrador de la riqueza, la izquierda propone un esquema progresivo por el que pague más quien más gana, incluyendo la ampliación de la base gravable, sin afectar el consumo básico de la mayoría, y una mejora sustancial en la capacidad de cobro mediante la eliminación de prebendas y subsidios a los privilegiados. El fiscal es el instrumento redistribuidor por excelencia, trastocarlo para ser exclusivamente recaudador es colocarle una rueda de piedra para desear que flote.

Lo mismo sucede con el empleo, pretender que sea la inversión externa la que resuelva el problema de la desocupación es ignorar la experiencia real, otro salvavidas de piedra; igual que pretender que la inseguridad se resuelva con la militarización del país.

Hoy nos vamos todos, o muchos, a la 2ª Asamblea de la Convención Nacional Democrática, en cuyas reuniones previas se han abordado estos temas y varios más del mismo tenor. El domingo estaremos con Andrés Manuel nuevamente en el Zócalo de la Ciudad de México, seguramente pletórico de quienes aspiramos a construir un país verdaderamente justo y digno.

Entre tanto, al celebrar sus primeros 100 días de gobierno, el pseudo presidente dijo en Chiapas: “Las demandas de cada mexicana y cada mexicano nos estimulan a seguir adelante hasta que cumplamos el último día de nuestro mandato”. Lo que millones de mexicanas y mexicanos le demandamos es que el último día de su mandato sea precisamente el próximo lunes, con tiempo suficiente para levantar sus tiliches, su salvavidas de piedra entre ellos.

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