Por Dr. Eugenio R. Balari
Hay registradas muchas valoraciones sobre los diferentes factores que inciden para iniciarse en el consumo de drogas en edades tempranas, los especialistas de estos problemas las agrupan en vulnerabilidad de tipo individual, familiar y también comunitarias. Pero más que registrarlas y comentarlas en este trabajo, nos interesa apuntar hacia la actitud que debemos adoptar ante un adolescente drogodependiente. Hasta donde conocemos, parece haber cierto consenso científico/médico en los siguientes aspectos que señalaremos. Veamos algunos de ellos: Estar dispuesto siempre a observarle y escucharle con la atención requerida. Ser cuidadosos y no juzgarle. Debemos dejar a un lado en tales circunstancias las consideraciones ético-morales. Bajo ninguna situación tratar de ejercerle cualquier tipo de amenaza. Desarrollar hacia ellos una disposición que le ofrezca una sincera confianza y comprensión de nuestra parte. Contribuir con él, cuando lo solicite, proporcionándole información rigurosa y no manipulada sobre su problema. Dejar al margen cualquier disposición prejuiciosa y esforzarnos al máximo para comprender lo delicado de lo que ocurre. Comprometiéndonos con él a ayudarlo si toma la decisión de iniciar la lucha por su recuperación. Lo que bajo ninguna circunstancia debemos ni podemos hacer en estos casos es: Que se sienta lastimado por una percepción de desprecio familiar o social. Mucho menos que perciba o crea que se le está juzgando y condenando por el problema que confronta. Que vaya a considerar que lo estamos valorando o estigmatizando como si fuera una persona inservible para la familia o la sociedad. El sustraernos de su problema y alejarnos del mismo una vez que lo ponemos en manos de los profesionales, toda vez que la familia se ve también impactada y sufre por la situación de éste. En estos casos, para la prevención del consumo de drogas por parte de los hijos, es más conveniente establecer una estrategia familiar coherente, que consista fundamentalmente en crear una atmósfera de comunicación y confianza en su seno. Es preferible hablar clara y frecuentemente sobre las drogas, lo mismo promovida por los padres que por los propios hijos. Consolidando sin temores, un ambiente de confianza familiar para dialogar sobre dichos temas. Educar sobre las drogas no puede ser sólo una contribución familiar, también debe ser docente y de todos los sectores de la comunidad, porque es necesario contribuir al desarrollo de una personalidad sana a integralmente coherente física, psíquica y social de las personas. Hay que propiciar que el individuo tenga las posibilidades de aumentar sus capacidades para tomar decisiones correctas, obtener más claridad en sus propios valores y aprender a ponerlos en práctica, desarrollando las más convenientes aptitudes para enfrentar los problemas de la vida. Por tanto, es evidente que para prevenir y evitar los lamentables problemas de la drogodependencia, estamos identificando tres ámbitos fundamentales de competencia: la familiar, la docente o escolar y la comunitaria. No hay dudas que la familia, los padres en particular y las escuelas, tienen una función muy importante que desempeñar en la prevención del consumo de drogas, pero también los sectores más conscientes, comprometidos, éticos e influyentes de la comunidad no pueden estar de espaldas y ajenos a este sensible asunto. Para toda la ciudadanía existe hoy un reto muy grande. Porque todos debemos actuar, nadie queda excluido de este tema. La solución será obra y trabajo de todos, no es posible coexistir y conciliarse con tan grande pesadilla humana, por ello se hacen tan justamente condenables las acciones de aquellas personas que trafican y se enriquecen a costa de las debilidades y el dolor de otros muchos seres humanos. |
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