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sábado, enero 06, 2007

GIL DIAZ DEBERÍA ESTAR EN LA CÁRCEL.

Gil Díaz, conflicto de intereses
carlos acosta córdova México, D.F., 4 de enero (apro).-

Por enésima ocasión, Francisco Gil Díaz se coloca en el centro de la polémica. Es parte de su naturaleza. Ahora, porque se incorpora --sin rastros de pudor y apenas a 33 días de haber dejado el cargo de secretario de Hacienda-- al Consejo de Administración del Hong Kong Shanghai Banking Corporation Holdings (HSBC), el gigante financiero con sede en Londres.

Y ha hecho ruido justamente por eso: el poco pudor que tuvo de ponerse al servicio de una entidad financiera trasnacional, a cuya subsidiaria en México --el cuarto grupo financiero más importante del país después de Citigroup-Banamex, BBVA-Bancomer y Santander-Serfin-- le tocó supervisar en su privilegiada condición de titular de la hacienda pública y responsable, por tanto, del sistema financiero nacional.

Irrita a cualquiera, además que la ley se lo prohíbe, que un exfuncionario, apenas un mes después de dejar el cargo, ponga el caudal de conocimientos y de información de primera mano que le ha dejado su carrera en el sector público, en manos y para beneficio del sector privado. Bastante cuesta a los contribuyentes mantener a funcionarios de ese alto rango como para que, de buenas a primeras, se vayan a servir a quienes, por definición, sólo velan por sus intereses particulares y no los generales de la población.

Aunque, en el fondo, el asunto no queda circunscrito a lo estrictamente legal, sino a lo ético. Es pertinente destacar que la Ley Federal de Responsabilidades Administrativas de los Servidores Públicos, ciertamente, puntualiza que debe transcurrir cuando menos un año para que un funcionario que acaba de dejar el cargo pueda emplearse en una empresa privada.

Pero también vale observar que dicho ordenamiento no aplica fuera del país –es decir, nada se puede hacer para evitar que el grupo inglés HSBC contrate a Gil Díaz o a cualquiera--, y tampoco puede estar por encima de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que establece como garantía individual la libertad, de toda persona, a trabajar y dedicarse a la actividad que le plazca.

Por eso dicen muchos abogados que la ley de servidores públicos tiene sesgos de inconstitucionalidad –pues restringe esa libertad-- y que, por lo tanto, si se quisiera sancionar a Gil Díaz éste, con la mano en la cintura, se ampara y gana cualquier juicio.

Por lo pronto, la Secretaría de la Función Pública (SFP) lo deja a salvo. En comunicado emitido esta misma noche, la dependencia asegura que tiene facultades para analizar y determinar la responsabilidad administrativa de servidores públicos o exservidores cuando las conductas de éstos pudieran significar conflictos de intereses.

También, que ejercerá sus atribuciones en el momento que cuente con elementos probatorios suficientes. Pero igual deja entrever que sólo lo hará en cuanto alguien presente denuncia o queja. Es decir, por sí misma –de oficio, pues-- no la emprenderá contra Gil Díaz a quien, por cierto, no menciona en su comunicado de cinco brevísimos párrafos.

Reitero, entonces, que el caso Gil Díaz-HSBC rebasa el ámbito jurídico. Hay que centrarlo en el terreno de la ética. Sería inocente pensar que las funciones y responsabilidades del exsecretario, así sea como “consejero independiente” de HSBC Holdings, no tengan nada que ver con su subsidiaria en México –lo que antes fue Bital, de la cual es propietaria en 99.76%-- ni con sus necesidades de expansión en el fértil campo de la banca en México.

Gil Díaz, sin duda, le proveerá al segundo grupo financiero más grande del mundo –así se publicita él mismo-- de cuanta información privilegiada requiera, en torno al sistema financiero mexicano, el bancario en particular, para que su subsidiaria deje el eterno cuarto lugar en el mercado bancario nacional.

Si por algo requirieron de los servicios de Gil Díaz, es porque los dueños del holding londinense tienen claras las bondades de ese mercado, que han comprobado a través de sus competidores –el americano Citigroup y los españoles Banco Bilbao Vizcaya Argentaria y Santander--, a quienes sus subsidiarias en México, Banamex, Bancomer y Serfin, les han resultado extraordinariamente rentables. Cada que reportan a sus socios, esos grandes conglomerados financieros festinan que sus representaciones en México les contribuyen entre una tercera parte y hasta la mitad de sus utilidades globales.

Y HSBC no se quiere quedar atrás. Gil Díaz conoce al dedillo el terreno, tiene los contactos necesarios y una amplia experiencia en poner al servicio de intereses privados los conocimientos y la información que adquirió en el servicio público. Ya lo hizo en favor del banquero Roberto Hernández, a quien –luego de servir como subsecretario de Ingresos y después como subgobernador del Banco de México-- le ayudó dirigiendo su telefónica Avantel, a preparar y organizar la venta de Banamex a Citigroup y –ya como secretario de Hacienda con Vicente Fox-- a defender exitosamente a ese banco, ya extranjero, del “acoso” de legisladores y sociedad, que querían que asumiera el costo de créditos irregulares y operaciones sospechosas, que endilgó al Fobaproa y que ahora, irremediablemente, estamos pagando todos los contribuyentes.

Y ese es, apenas, un apunte del Francisco Gil Díaz que contrató Hong Kong Shanghai Banking Co.

La pregunta es: si legalmente puede librarla, ¿se vale lo que hace?, ¿es ético?

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