Zedillo-Calderón Jesús González Schmal
6 de enero de 2007
No cabe duda que Ernesto Zedillo es agradecido. El PAN, entonces presidido por Felipe Calderón, pudo haber derrumbado su gobierno antes de haberlo cedido en pago a Fox por la vía electoral. Es, en efecto, histórico que un fideicomiso de protección al ahorro bancario con el aparente fin de ir creando un fondo de reserva para contingencias de desequilibrios financieros de los bancos, de la noche a la mañana, cuando dicho Fobaproa ya había sido desviado por los banqueros que trasladaron a dicho fondo créditos supuestamente irrecuperables que, en realidad, eran autopréstamos a sus empresas y negocios, fuera convertido, gracias al voto mayoritario de la fracción panista en la Cámara de Diputados, a deuda interna del país, que habríamos de pagar todos los mexicanos por las próximas generaciones bajo la mascarada del Instituto de Protección al Ahorro Bancario (IPAB).
Calderón inicialmente se opuso con encono pero después respaldó con denuedo dicha simulación urdida por Zedillo para encubrir su famoso "error de diciembre de 94". Éste hundió en la insolvencia a millones de pequeños deudores bancarios que, con el alza súbita y exagerada de los intereses, quedaron sin capacidad de pago y perdieron sus garantías como automóviles, viviendas, depósitos y, para colmo, quedaron como irredimibles sus créditos al pasar a las listas negras de los bancos. Experiencia muy distinta a la que tuvieron los grandes deudores de la banca conectados en vínculos de negocios con los mismos banqueros quienes, al ver la oportunidad de declararse insolventes, metieron sus créditos al Fobaproa sin garantías reales ni proporcionales al monto del adeudo e hicieron el negocio del siglo cuando ya el IPAB los absorbió para rematarlos a valores infinitamente inferiores a su valor comercial, produciéndose así el segundo fraude cuando los favorecidos por dichas subastas adquirieron bienes a precio de ganga.
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Salarios paupérrimos Rosa Albina Garavito
6 de enero de 2007
Con el año que inicia se cumplen 30 de caída y estancamiento salarial. Un ciclo que ha determinado que economía informal, migración y delincuencia organizada sean las rutas de sobrevivencia y movilidad social, sobre todo para las nuevas generaciones. Mientras las autoridades gubernamentales se ocupaban de dar una vuelta de tuerca más al poder adquisitivo del salario mínimo legal (de cuya evolución depende el comportamiento del resto de los salarios, menos por supuesto el de los altos funcionarios de los sectores público y privado), o de mantenerlo estancado como sucede a partir del 2000, los millones de jóvenes que entran por primera vez al mercado laboral han visto canceladas las esperanzas de un mejor futuro, y quienes tenían un empleo se han visto obligados -entre otras estrategias- a alargar la jornada personal y familiar para resistir la violenta caída de la capacidad de compra de sus ingresos.
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