HAY DE PODER A PODER.

La Organización 2/II



Escrito por Fausto Fernández Ponte
07-08-2006
Asimetrías
I
La presunción de que detrás de la movilización de millones de ciudadanos de aquellos estamentos populares con conciencia política-- hay una organización que tiene en vilo al poder.
Tal presunción es fundada, sin duda. El poder, al que entendemos como la potestad al servicio de intereses crematísticos de élites privilegiadas, actúa con temor.
Ese temor puede inducir al poder --que en México es factualmente plutocrático y oligárquico-- a responder a los imperativos de su comportamiento histórico y reprimir.
El mensaje de Felipe Calderón a los mexicanos (2/VIII/06) nos indica que el poder aún no ha caído en la cuenta de que está entrampado y que esta crisis política es superable.
El poder, predeciblemente, intenta extender con argumentos falaces su propio entrampamiento a todo el país y, así nos dice que los movilizantes sociales tienen secuestrado a México.
En realidad, los secuestrados son los personeros del poder --conformado por los ricos-- y, a no dudarlo, la democracia, viejo anhelo, hasta hoy inasible, del pueblo de México.
El pueblo ni sus líderes naturales --como Andrés Manuel López Obrador-- ni los partidos políticos (rebasados, por cierto, por la movilización social) ha secuestrado al país.

II
Tampoco han secuestrado a la democracia, pues ésta no existe en México, a la luz del desenlace electoral del 2 de julio pasado, plagado de irregularidades monstruosas.
No huelga reiterarlo, el pueblo de México sí mantiene en rehén al poder, entendido éste por su naturaleza vera --la del dinero y la política-- y por su razón histórica de ser.
Pero no nos desviemos del tema central. La organización detrás de las movilizaciones de masas es, fedatariamente, un hecho inédito en las luchas históricas del pueblo de México.
Por ello, el poder nunca imaginó una reacción social de la magnitud como la que estamos viendo. Estaban ciertos de la moraleja histórica: el pueblo jamás se había organizado así.
En 1810, el pueblo estaba desorganizado, no obstante que su motivación había sido articulada por Hidalgo y Morelos y muchos otros. En la revolución de Ayutla ocurrió lo mismo.
Y otras acciones sociales-populares en el lapso decimonónico tuvieron ese sello. El pueblo no estaba organizado. Y las élites prevalecían. Como hasta hoy.
Con el Plan de San Luis --de Madero-- la falta de organización se tradujo en derrota del pueblo, aunque don Francisco haya llegado a la Presidencia de la República.

III
Desatada la etapa armada de la Revolución Mexicana, prevalecieron, aunque brevemente, capas del pueblo de México organizados por Zapata, Villa, Carranza, Obregón y Calles.
Pero fueron traicionados. Cárdenas, inclusive, organizó y articuló los anhelos sociales y populares. Pero sus sucesores desandaron lo andado. Se adhirieron a la élite del poder.
Desde entonces, las élites del poder --plutocracia y oligarquía-- han prevalecido sobre el pueblo desorganizado. Así fue con Vasconcelos, Almazán y Henríquez Guzmán,
Esa falta de organización del pueblo mexicano hizo posible las matanzas documentadas de vasconcelistas, de almazanistas y de henriquistas. No hubo resistencia civil organizada.
Y así fue, de igual modo, con Cuauhtémoc Cárdenas y Manuel J. Clouthier en 1988, aunque en este episodio fueron aquellos los que abdicaron del deber de organizar al pueblo.
En ese entonces, el poder --cuyo adalid era Carlos Salinas, de triste memoria-- aplastó las aspiraciones y anhelos del pueblo. Este no resistió No estaba organizado.
Por ello, hoy, el poder se enfrenta al fenómeno inédito en nuestra historia: un pueblo organizado. Y preparado, parece, a prevalecer en su búsqueda histórica de la democracia.
Por ello, la salida a la crisis --ante la cual la élite no está preparada ni dispuesta-- es la de contar voto por voto. Así se sabrá si hubo fraude o no. Y ganaremos todos.

ffernandezp@prodigy.net.mx

Glosario:
Estamentos: estrato de una sociedad, definido por un común estilo de vida o análoga función social.
Vilo: suspendido, sin el fundamento o apoyo necesario.
Indecisión, inquietud y zozobra.