APUNTES PARA LA HISTORIA.

Opinión México
Fox, Calderón y el petróleo, asunto del TRIFE
Por: Julio Pomar
(especial para ARGENPRESS.info) (Fecha publicación:10/08/2006).

Manuel Camacho Solís, uno de los coordinadores de las Redes Ciudadanas de Andrés Manuel López Obrador, escribió y publicó en junio de este año un libro asaz interesante. Viene a ser una suerte de autobiografía política de la segunda etapa de su vida, que sigue a otro libro titulado “Encrucijada”.

El libro que SE refiere aquí, que publicó (con la Editorial Aguilar) a horcajadas de la campaña electoral, contiene una serie de informaciones y claves importantes de lo que ahora mismo está ocurriendo con los climáticos acontecimientos poselectorales. Conviene leerlo tanto por la casa editora que lo produjo, como por la calidad de testigo protagonista que tiene Camacho Solís.

Este libro se titula: “El desacuerdo nacional”. Nos fijamos sólo en un punto de los muchos que el libro contiene: Fox y el petróleo (pags. 74 a 76). Dice así:Además del FOBAPROA, “hubo otra razón importante por la que siempre mantuve cierta distancia con el presidente Fox. En agosto de 1996, él, otro político y yo fuimos invitados a una reunión con petroleros estadounidenses en el Club de Industriales de la Ciudad de México.

Desde mi llegada a la comida percibí cuál era la intención del convivio. En los brindis iniciales, el dueño de una empresa petrolera de Texas que en esa época realizaba inversiones billonarias en Rusia, me preguntó qué opinaba sobre la apertura de PEMEX a la inversión privada. Le dije que estaba en contra. Me preguntó por qué y, en plan de broma, contesté que me importaba la opinión de los electores mexicanos, y que la mayoría estaba en contra de la privatización.

“Ese era el tema. Durante la comida, Vicente Fox se mostró favorable a la privatización de PEMEX. Yo me quedé callado, hasta el punto que, al final, los petroleros estadounidenses tuvieron que hacerme la pregunta frontal: ‘Camacho, ¿está usted a favor o en contra?’ Les contesté: ‘Estoy en contra, me opongo’.

“Mi respuesta provocó irritación. Uno de sus asesores técnicos me quiso convencer de que, desde el punto de vista económico, lo que yo pensaba era absurdo. Argumentaba que, para el año 2000, el precio (del petróleo) sería tan bajo que era una tontería no aprovecharlo para hacer otras inversiones a favor del país. Contesté: ‘Si no es negocio, ¿entonces por qué tanto interés?’.

“Luego propuse otros argumentos no estrictamente técnicos. Expliqué que, para México, la expropiación había sido un motivo de orgullo nacional y que había significado un acto de dignidad. Que en un país con tantas decepciones respecto a sus gobernantes sería un error quitarle ese motivo de orgullo a la gente. Que intentar lo contrario pondría en riesgo la estabilidad política y que eso resultaría más caro que todo lo que se pudiera ganar en términos económicos con la privatización.

Finalmente, concluí con un cálculo pragmático: privatizar PEMEX requiere de una reforma constitucional, con 66 por ciento de apoyo en el Congreso. Esa mayoría no existe, porque precisamente dos terceras partes de la población están en contra de la privatización. No hay manera, les dije.

“Mis comentarios estimularon a Vicente Fox, quien sostuvo que sí había manera de privatizar: “-La Presidencia en México es todopoderosa. Desde Los Pinos se puede hacer cualquier cosa. José López Portillo, en un acto unilateral y personal, en un día expropió la banca.

Lo que hace falta es llegar a Los Pinos. Con el poder de la Presidencia, yo podría cambiar 66 por ciento en contra y convertirlo en 66 por ciento a favor. Para eso sirve la comunicación y la mercadotecnia. ¡Para eso es el liderazgo político!

“Me volvieron a preguntar, pero insistí:“-No es posible, pero aunque lo fuera yo no lo haría. Vamos, incluso si fuera candidato a presidente y de ello dependiera mi triunfo, no lo aceptaría. Y volteando a ver a Vicente, les dije: ‘Ahí está su hombre’.

“Con ese antecedente, cuando ya era presidente, no me extrañó que, en su encuentro con el presidente George W. Bush, en su rancho de Guanajuato en 2001, le haya ofrecido abrir la energía, como me lo comentó semanas después un miembro de su gabinete.

“Por esas dos experiencias yo sabía que con Vicente Fox podría encontrar un punto de acuerdo: hacer posible la alternancia democrática. Pero también que había dos asuntos donde jamás nos pondríamos de acuerdo: el FOBAPROA y la privatización de PEMEX”.

El cual es un sólido testimonio de la razón de por qué la derecha se aferra al poder, ya que obviamente esa pretensión está en el designio de Felipe Calderón de llegar a la Presidencia, esto es, privatizar PEMEX. Si esto, que es una cuestión del más hondo interés nacional, no es causa meritoria para que los magistrados del Tribunal Electoral califiquen la elección en el sentido que quieren las mayorías, que es NO privatizar PEMEX y por lo tanto no entregarle la Presidencia al seguidor de Fox, Calderón (quien ya lo planteó en su paso por la Secretaría de Energía), no se sabe cuál otra cosa más importante deberán privilegiar los magistrados.

Que recuerden que la Suprema Corte de Justicia de la Nación, con su fallo contra las compañías petroleras extranjeras insurrectas, hizo posible la histórica expropiación del 18 de marzo de 1938 por el Presidente Lázaro Cárdenas del Río.

¿O quieren la privatización de PEMEX, “amparados” en que ese no es un asunto jurídico-electoral? ¿Y qué acaso realmente no lo es?.

Lo que está en juego no es sólo la aritmética electoral en asunto tan cuestionado como el que estamos viviendo, sino el destino de México.

Los magistrados electorales no deben pasar por encima del interés nacional en cualesquiera de las querellas en que estemos envueltos.